Capítulo 7

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Peter

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Peter

-No lo entiendes, me tendió una trampa-

Estaba caminando de un lado a otro, tenía las manos enredando cada vez más mi cabello y el césped a mis pies estaba muy aplastado debido a mis desesperados pasos.

-Fue un malévolo plan, tenía todos los movimientos calculados, primero su cabello alborotado, luego su sonrisa y sus ojos, ¡debiste ver sus ojos!- me detuve y agaché -me fue imposible decirle que no-

Podía escuchar el viento que mecía las hojas de los árboles y algunas aves cantar, era difícil escucharlas, generalmente el sonido caótico del trafico las opacaba.

Suspiré.

-Ya sé que merezco otra oportunidad pero...- me crucé de brazos mientras aún estaba en cuclillas -pero no quiero que le pase nada malo-

Volví a ver la lápida, releí las palabras gravadas en ella como incontables veces antes, me las sabía al derecho y al revés, llevaba la cuenta exacta de cuantas letras estaban repetidas. Había pasado más tiempo en ese ultimo año con esa lápida que con cualquier otra persona, incuso mi tía.

-Es que no puedo, ¡no! La respuesta sigue siendo no- me levanté y seguí caminando de un lado a otro -será mejor que nos olvidemos de ella ¡no intentes hacerme cambiar de opinión!-

Me quedé viendo fijamente, como si esperara realmente que me contestara.

-Sabía que se llegaba a la etapa de hablarle a las lápidas, pero eso de gritarles es nuevo- me giré hasta el señor Dunks, un tanto apenado -muchacho, con esos gritos asustaste a todos los vivos, pero un poco más y tampoco dejarás descansar a los muertos-

-Lo siento- desvié la mirada, ni siquiera había notado que asusté a las personas de alrededor.

-Ven, caminemos-

Lo seguí bajo el atento sol cálido, cada vez haría más calor hasta que extrañaríamos las ventiscas de invierno que tanto decíamos odiar. El viejo cuidador me decía que apreciara la paz del silencio que me ofrecía el cementerio, pero yo solo lo percibía melancólico.

-Mi chica también está aquí, ¿recuerdas?- preguntó después de detenernos frente a otra lápida con un pequeño ramo de flores marchitas.

Asentí, me lo había contado algunas semanas después de lo de Gwen porque creía que no estaba mejorando. Después solo mencionó que cada quien afrontaba el duelo de manera diferente, y que eso estaba bien, siempre que al final se superara.

Algo que yo todavía no sabía cómo hacer.

-Lo bello de la vida es que no dura para siempre- no tenía idea de si sus palabras me ayudaban o no, pero un nudo comenzaba a formarse en mi garganta -¿te imaginas lo horrible que sería una risa si no pudieras dejar de experimentarla?-

Sería tan abominable como suena, con el dolor comprimiendo tu estómago y las mejillas hinchadas, mientras sientes que no tienes más aire.

-Tal vez los sentimientos dolorosos no nos gusten, pero están ahí por una razón- se inclinó a sacudir algo de tierra sobre el mármol -recuerda a Gwen por quién fue en vida, no por cómo terminó. Pero si vas a hacerlo, entonces al menos asegúrate aprender algo de ello-

TASM: A las sombras de Nueva York (Andrew Garfield)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora