Capítulo 26

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Madeline

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Madeline

-"Mientras Jekyll hubiese sufrido con agudeza los escozores de la abstinencia, Hyde ni siquiera se habría dado cuenta de lo que había perdido..."- la voz de Rafa narraba con fuerza desde alguna parte de los altavoces en la parte trasera, yo tenía un asiento privilegiado al frente, viendo en primer lugar todas las emociones que se desbordaban desde el escenario.

Al menos no se veía para nada enfermo y me parecía a mi, que era de las mejores actuaciones que había presenciado en él antes, sino la mejor.

-"Aunque las circunstancias fuesen singulares, los términos del dilema eran, sin embargo, banales y tan antiguos como el hombre: todo pecador tembloroso, en la hora de la tentación, se encuentra frente a las mismas adulaciones y a los mismos miedos, y luego éstos tiran los dados por él"-

Representando un momento en donde Jekyll y Hyde tienen una pelea interna por el dominio del cuerpo, Rafa se movía de forma brusca de un lado a otro, como si se estuviera desgarrando, tirando cosas a su alrededor y soltando un gruñido y un grito de vez en cuando, aún si su voz narraba con una mezcla de desesperación y tranquilidad que yo no sabía como lograba.

-"Por otra parte, lo que me sucedió, como casi siempre sucede, fue que escogí el mejor camino, pero sin tener luego la fuerza de quedarme en él...-" hubo algo en esa última frase que me pareció sumamente personal, tanto para él como para mí.

Al final, como era de esperarse, aunque el Dr. Jekyll intentara hacer lo correcto y aunque se resistió lo más que pudo, Mr. Hyde ganó la pelea y, como el monstruo victorioso y sin limites que era, salió en busca de una presa, casi al final del último acto, entró en un callejón moribundo cuando el efecto de la poción se acababa y se acercó a una prostituta.

Fruncí el ceño. Había leído el libro por última vez hacía varios años y, si mal no recordaba, aún lo traía en mi mochila desde cuando Liuba me lo había dado por parte de Rafa semanas atrás, pero estaba segura de una cosa. En el final del libro, Hyde no asesinaba a ninguna prostituta, de hecho, al menos en la edición que yo leí en su momento, ni siquiera asesinaba a ninguna mujer, pese a que si llegó a lastimarlas.

Hubo algo en el grito de la mujer que me dijo que la había tomado desprevenida, Rafa se había abalanzado sobre ella y yo había estado suficientes veces sobre el escenario para distinguir un grito actuado de uno real, y ella en verdad se había asustado. Pero la actuación continuó. Rafa empuñaba un cuchillo que parecía sumamente real y la atacaba, estaban acomodados en un ángulo que el público solo pudiera interpretar lo que pasaba, pero sin ver, en algún punto lanzó el cuchillo al borde del escenario sobrasantándonos y comenzó a desgarrar lo que quedaba con sus garras monstruosas mientras un montón de humo verde se desprendía de él, simulando como se moría lentamente entre su agonía, lamentos de la chica y gritos desgarradores de él.

Tenía los sentimientos a flor de piel cuando él volteó al público antes de que el telón se cerrara, con la mirada de un animal salvaje enjaulado, molesto pero asustado.

TASM: A las sombras de Nueva York (Andrew Garfield)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora