25

428 41 2
                                    

POV CAMILA

—Tras la salida de los mellizos del hospital mis hermanos prácticamente me suplicaron quedarme en la residencia, me tomé mi tiempo para pensarlo. No sabía si estaba totalmente preparada como para convivir nuevamente con Alejandro, este parecía estar enamorado por sus nietos y aquello llamaba muchísimo mi atención. Cuando opté por quedarme mis hermanos me prepararon una habitación para mí y los mellizos, los bebés eran muy silenciosos, no tenía problemas para dormir ni nada parecido. Iba a visitar más a menudo a Lauren al centro, obviamente había hablado con el director respecto a poder llevar a los bebés para que Lauren los pudiera ver. Este me dijo que únicamente está permitido que mayores de cinco años puedan pasar para ver a los reclusos. Aquello nos entristeció bastante a ambas, pero Lauren se conformaba con que le llevara fotos de los bebés. También hablábamos del hecho de vivir nuevamente con mi familia, cuando se trataba de mi era muy atenta con cada palabra que salía de mi boca por ende se volvía una experta al darme consejos, consejos que por supuesto seguía al pie de la letra.一Ya había pasado un mes desde que me encontraba conviviendo con mi familia, me daba paz y tranquilidad los momentos en los que Alejandro no se encontraba en la casa por el trabajo. Mis hermanos me consentían en cada cosa que les pedía y los mellizos se volvieron mágicamente en los ángeles de la residencia. De vez en cuando mis hermanos también viajaban y solía quedarme sola en la residencia, obviamente dejaban a los guardias en la entrada porque después de los ataques de Veronica ninguno estaba seguro de que podría a llegar a hacer esta al enterarse que había dado a luz a los hijos de Lauren. Mientras el silencio consumía la casa opte por quedarme en la habitación de arriba junto a mis pequeños, me la pasaba genial observándolos mientras dormían tan plácidamente. Zayn había colocado una pequeña caja musical muy cerca de la cuna y solía escucharla varias veces al día porque simplemente lograba tranquilizarme sin mencionar que tenía un gran poder en los mellizos ya que al momento de abrir la caja musical y que esta sonada ellos no tardaron mucho en dormirse profundamente. En la tranquilidad de la residencia a mis oídos llegó el fuerte sonido de alguien tocando la puerta de la entrada, me alarmó que el sonido fuera demasiado fuerte. Cada célula de mi cuerpo se alarmó, caminé hacia el pasillo de la habitación, cerré con llave la habitación de los mellizos para luego bajar lentamente las escaleras de la residencia. Cuando me encontré en la planta baja de la residencia mientras más me acercaba a la puerta mi cuerpo más temblaba, en el instante en el que mi mano sujeto el picaporte tarde unos segundos en girar para abrir la puerta. Al hacerlo me encontré únicamente con un arma apuntándome fijamente entre ceja y ceja, mi cuerpo se paralizó como para ver qué diablos estaba pasando. ―Entra silenciosamente si no deseas morir ― Me ordenó una voz masculina. El no poder ver su rostro comenzaba a incomodarme, lo tenía cubierto con un pasamontaña, pero su olor característico era como pólvora con algún tipo de aceite. Retrocedí algunos pasos hasta encontrarme con la pequeña mesa con el gran jarrón que Alejandro tanto amaba, me tomó unos dos segundos tomarlo y estrellarlo contra el sujeto enfrente mío. Este rápidamente se recompuso mirándome fijamente, lo único que lograba ver de su rostro eran sus intensos ojos verdes. Camino con velocidad hacia mi mientras yo más retrocedía, se colocó en posición de pelear y siendo sincera conmigo misma tenía muy pocas posibilidades de ganar, pero estaba dispuesta a morir o a matar para que mis hijos sobrevivieran. Con sus puños en alto comenzó a caminar alrededor mío mientras que yo intentaba estar lo más preparada posible para su ataque. En su primer intento por pegarme me vi obligada a correrme hacia un costado, aproveché aquel momento para dar mi primer golpe. El sujeto sostuvo mi puño en el aire impidiéndome prácticamente moverme, opte por levantar mi rodilla y dirigirla hacia su estómago, cuando mi rodilla golpeó con fuerza su estómago este cayó al suelo dejándome a mi aun de pie. Desde el suelo golpeo mi tobillo tirándome al suelo también, no tardó mucho tiempo en colocarse encima mío sosteniendo mis muñecas con fuerza evitando que hiciera cualquier movimiento. ―No deseo hacerte daño ― Susurró agitado. ―Lastima por ti ― Conteste ―Porque yo sí. Sabía que iba a doler mucho más que a él, pero respire hondo por algunos segundos para luego golpear su frente con fuerza contra la mía. Rápidamente dejó de sostener una de mis muñecas dándome la oportunidad de golpear sin piedad entre sus piernas, no pudo hacer más que quejarse del dolor quedando prácticamente a la deriva. Aproveché aquel momento para intercambiar lugares y colocarme yo esta vez encima de él. Nuestras respiraciones chocaron y él simplemente no pudo evitar sonreír ante mi mirada fija en él. ―Eres más peleadora de lo que pensamos ― Sonrió. El llanto proveniente del piso de arriba nublo todos mis sentidos, me quite de encima suyo con la intención de subir la escalera. Prácticamente ni me percate de que él se levantó del suelo, no hasta el momento en el que mi cuello se vio rodeado por uno de sus brazos. Llevé mis manos a su brazo intentando zafarme de su agarre, pero este únicamente dejó que su brazalete me diera en el rostro y de este salió un extraño aerosol que logró dejarme inmóvil en cuestión de segundos. Caí rendida en sus brazos, el sujeto me cargó como si fuera un maldito saco de papas no sin antes tirar unos cuantos adornos en el suelo a modo de dar la impresión de que habían venido a robar algo en la residencia. Uso la puerta trasera de esta para sacarme de la casa, yo me encontraba en un estado de soñolienta en el que podía ver y oír todo a mi alrededor, pero no podía moverme ni hablar. Me introdujo dentro de una camioneta bastante grande de color negra, mientras más intentaba ver algún tipo de detalle que me pudiera ayudar más nublada de volvía mi vista. Hizo que estuviera lo más segura posible, me ató las manos con cinta y les puso trabas a todas las puertas de la camioneta. En cuanto comenzó a manejar me sentí mucho peor, mis ojos se entrecierran, pero antes de que me desvaneciera por completo vi el momento exacto en el que este se quitó el pasamontaña. Su cabello castaño totalmente desordenado, sus ojos verdes fijos en el espejo retrovisor y sus manos firmes al volante de la camioneta. ―Te prometo un nuevo comienzo señorita Cabello ― Artículo antes de que perdiera por completo la conciencia. 一Pelee por abrir mis ojos, mientras estos intentaban acostumbrarse a la luz mis otros sentidos comenzaron a despertar. El olor a pólvora casi sofocando mis fosas nasales me aterro por completo, tras algunos segundos pude abrir mis ojos, aunque estos se sentían pesados. Comencé a observar con detalle el lugar en el que me encontraba, tras varios minutos logré darme cuenta que estaba en un tipo de edificio abandonado. Era de noche y un barril de metal con fuego dentro se encontraba a unos cuantos metros de mí. Me alarmó al escuchar pasos, los cuales se dirigían hacia mí. No tardó mucho en llegar hacia mí y tampoco pude negarme a mirar al hombre que se encontraba frente a mí. Era alto, bastante al lado mío, su mirada no expresaba ningún sentimiento, sus manos se encontraban firmes al costado de su cintura. Sus ojos verdes únicamente me observaban detenidamente, sus labios eran carnosos y por algún motivo que desconocía su labio inferior mordía levemente su labio superior. Vestía una remera color beige junto a un pantalón color negro y unas botas del mismo color, de su cuello colgaban dos placas militares creo yo que una con sus datos y la otra en blanco. ―Me alegra que haya logrado recuperar la conciencia señorita Cabello ― Habló demostrando que su voz era grave con su acento ruso. ― ¿Quién eres? ― Me atreví a preguntar ― ¿Dónde están mis hijos? -Este prácticamente se río en mi cara ante mis preguntas ―Son muchas preguntas, las cuales prometo responder a medida que el tiempo pase. ―Te aniquilaré si llegas a tocar a mis hijos ― Dije entre dientes. ―Hemos estado esperando el momento correcto para este encuentro ― Me explico ―Nuestro objetivo no es dañar a sus hijos señorita Cabello. ― ¿Qué es lo que hago aquí? ―Digamos que es una reliquia que habíamos perdido en el tiempo, pero le hemos encontrado una nueva utilidad. ―Desgraciado ― Insulte intentando zafarme de las cuerdas que ataban mi cuerpo a aquella silla de metal. El sujeto se acercó a mí para luego pasar su mano por mi mejilla, con desprecio intente alejar su mano de mi rostro a toda costa logrando que este únicamente se dignara a reír. ― ¿Qué sabe de los asuntos ilícitos de su padre, el director de la policía de New York? Al escuchar sus palabras rápidamente sonreí, lo miré fijamente mientras las ganas de reírme aumentaban aún más. ―Si creen que secuestrarme provocará algo en mi padre están equivocados ― Sonreí ―Tienen a la hija equivocada. ―No queremos nada de su padre Camila― Me aseguro apoyando sus manos en mis piernas ―La queremos a usted. Tras aquellas palabras caminó por detrás mío para luego tomar el respaldo de la silla que me mantenía inmóvil y arrastrarla sobre el suelo de cemento. Mientras intentaba soltar las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas y lo odiaba, odiaba sentir miedo ante un hombre. Se paró detrás mío dejando sus labios a la altura de mis oídos. ―Si te mueves, no dudes en que iré nuevamente a tu casa y terminaré con tus hijos de una vez por todas ― Amenazó provocando que cada célula de mi cuerpo se paraliza por completo. Desató el nudo que me impedía moverme, esperé algunos segundos para prevenir que intentara escapar. No sabía si sus palabras eran reales, si realmente lastimaría a mis hijos, pero no quería correr el riesgo. Por lo que opté por no pelear. Me llevó hacia una mesa lo bastante larga como para que mi cuerpo entrara por completo, en el momento en el que me recostó sobre ella me ató nuevamente con largas cintas color negras. Pocos segundos después coloco varios porta sueros a mi lado con grandes bolsas de algún líquido totalmente desconocido para mí. ―Nos alegra mucho que tenga conocimientos médicos ― Artículo mientras me inyectaba la intravenosa en mis ambos brazos y en mis piernas. ― ¿Qué me estás haciendo? ― Pregunte en pánico. ―Es experimental, se usa en algunos casos de traumas fuertes y en soldados con trastornos post traumáticos, obviamente en cantidades moderadas porque si no efectivamente puede hacer un borrón y cuenta nueva del cerebro humano ― Me informaba mientras comenzaba a dejar que aquel líquido comenzaba a caer por la intravenosa. ―Zip ― Susurre totalmente asustada. ―Le prometí que le daría un nuevo comienzo y lo haremos, tal vez le desagrade ―Comentó colocando sus manos alrededor de la mesa ―Pero la convertiremos en la mujer que siempre debió ser, no está doctora sumisa si no, una mujer dispuesta a luchar por su país las veces que sean necesarias.
____________________________________

Celda 593Donde viven las historias. Descúbrelo ahora