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POV CAMILA

BETANIA-MOSCU

RUSIA- 5 años después.....

—Después la azotea del edificio lograba tener un panorama completo de mi objetivo, el cielo encima mío se encontraba totalmente gris, ni un solo rayo de sol caía en la ciudad. El frío que mi cuerpo sentía en aquel momento era elevado, pero había aprendido a controlar el calor corporal con el pasar de los años. La nieve caía encima mía mientras que mi atención se centraba en el rifle enfrente mío. ― ¿Tienes un tiro limpio? ― Preguntó una voz masculina del otro lado de mi comunicador. Tarde algunos segundos en responder mientras que observaba cada acción que realizaba mi objetivo, se encontraba teniendo sexo con una mujer en el baño. La pared del baño era prácticamente de cristal lo cual me hacía mucho más fácil acabar con él. ―Si, lo tengo ― Respondí sin quitar la vista del rifle. ―Hazlo. Respire hondo, observe nuevamente mi objetivo, apunte directo a su cráneo y luego apreté el gatillo. Un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo en segundos, logré ver como la bala golpeaba el cráneo del sujeto esparciendo sus sesos en los azulejos. La mujer que se encontraba con él salió corriendo entre gritos desesperados, al verificar su muerte desvié mi vista del rifle. Comencé a desarmar el rifle para luego guardarlo en su funda, miré hacia mis costados para luego bajar por las escaleras de la azotea. Cuando entré al edificio tomé el ascensor, mientras este bajaba yo solo miraba un punto fijo esperando que me llegara una nueva orden. Pero el comunicador nunca se prendió emitiendo alguna orden por lo que cuando las puertas se abrieron pase por el vestíbulo del edificio como si nada. Cuando la brisa de la cuidad golpeo mi rostro respire hondo, me coloque mi gorro de lana junto a mis guantes negros. Caminé unos cuantos metros más, hasta que vi la camioneta negra esperándome en el medio de plaza roja, la más famosa de Moscú. Antes de entrar abrí la puerta trasera de la camioneta para dejar el rifle para luego entrar por el lado del copiloto. Me encontré con un hombre de cabello dorado de ojos verdes, una mirada sin expresión alguna, labios carnosos, una barba muy bien cuidada. En su ojo izquierdo tenía una cicatriz que pasaba por encima de su ojo, vestía un pantalón negro, una polera blanca junto a un saco bastante largo encima de esta. ―Buen tiro Karla ― Me alago sonriendo abiertamente. Me tomó con fuerza de la nuca para atraerme hacia él, sus labios se estamparon contra los míos violentamente. Correspondí su beso sin pensarlo, duramos unos cuantos minutos besándonos hasta que la radio de la camioneta comenzó a sonar. Nos separamos mientras retomábamos nuestros lugares en nuestros respectivos asientos, abrió la conversación con rapidez. ―Agentes Ivanov ― Nombró el otro lado de la línea. ―Lo recibimos señor ― Habló Raze por mí.
Observé a Raze el cual se encontraba a mi lado, tras el accidente este me cuido junto a los demás. Pasó bastante tiempo hasta que decidí salir de mi pozo depresivo por no saber quién era, el equipo me dio un propósito por el cual pelear y decidí volverme una agente de Storm. Una organización que había sido testigo de cómo el gobierno quemaba hasta su yacimiento al país de EE. UU, nuestras misiones eran únicamente para limpiar el país de personas que alardeaban de protegerlo mientras que por detrás únicamente lo ensucian con su avaricia, su envidia, su corrupción y falta de ética. Era la única mujer en todo mi equipo, aunque desconocía que hubiera otra en algún otro equipo. Había sido entrenada especialmente para poder llevar a cabo los objetivos de la organización, el entrenamiento era duro, pero terminé saliendo de él con perfecta puntería, excelente manejo de cuchillos y espadas, y preparación absoluta frente al combate cuerpo a cuerpo. ―Felicidades agente Estrabao por su excelente tiro ― Me felicito―Muchas gracias Señor ― Contestó sin vueltas.No recordaba mucho de mi pasado, siendo sincera no recordaba nada de él. No sabía mi nombre ni mi apellido, no sabía si tenía familia o si alguna vez la tuve, todo mi pasado se encontraba en blanco como si alguien arrancara las páginas del libro de mi vida. Storm me brindó aquellas cosas que se me habían quitado, me dio una familia, alguien a quien amar y un propósito, estaba eternamente agradecida con ellos. ―Una misión de absoluta importancia necesita su presencia en New York ― Habló el capitán. ―Volaremos esta noche señor ― Contestó Raze mientras tomaba mi mano con fuerza. Aquella ciudad me provocaba una sensación de nostalgia, allí había sido mi accidente. Ellos me encontraron y cuidaron de mí, pero cuando la dejé pensé que realmente estaba dejando todo aquello que podía lastimarme. Era como si algo me atara a aquella ciudad. ―Al aterrizar su equipo los recibirá y los pondrán al corriente de las circunstancias, ahora si los dejo para que descansen ― Con aquello la comunicación proveniente de la radio se apagó. Raze me regaló una mirada sincera para luego encender la camioneta y comenzar a conducir por las frías calles de Moscú. Era una ciudad única, con ayuda de Storm me hice ciudadana rusa, había pasado tres años en aquella ciudad y se me hacía complicado dejarla sin saber si volvería algún día. Cuando llegamos a nuestro apartamento nos dispusimos a empacar, obviamente teníamos demasiadas armas como para viajar en una aerolínea pública por lo que la organización nos mandaba un avión privado únicamente para nosotros. Teníamos un horario específico y si no nos encontrábamos allí para ese horario ellos se irían sin nosotros. Una vez todas las cosas empacadas me senté en la esquina de la cama mientras observaba un punto fijo de la habitación, escuchaba muy de fondo la voz de Raze, pero últimamente mi mente se encontraba en cualquier lugar menos en la realidad. Cuando agache mi cabeza sosteniéndola con mi mano, un recuerdo destello en mi mente. La voz femenina de alguien me llamaba, me decía White a pesar de que aquello no significaba nada para mí. ―Descansa un poco antes del vuelo ― Me recomendó Raze mientras se sentaba a mi lado ―Fue un largo día para ambos. No respondí, simplemente me recosté en la cama matrimonial, Raze hizo lo mismo, no sin antes colocar una arma que nos despertara antes del vuelo. En cuanto cerré mis ojos aquella voz volvió a mi nuevamente, intenté ignorarla, pero cada vez se repetía aún más. Me di media vuelta, dándole la espalda a Raze. Coloque mi mano bajo mi almohada asegurándome que mi arma se encontraba debajo de esta, en Storm nos enseñaban a mantenernos siempre en guardia y eso incluía cuando dormíamos.一Me encontraba en un tipo de bosque, los ladridos de un cachorro llegaron a mis oídos y por prácticamente impulso de mis labios salió el nombre del perro como si fuera mío.―Perseo. En ese momento unos brazos totalmente tatuados rodearon mi cintura, roce mi mano con estos sintiendo la sensación de aquellos tatuajes. Su mentón se apoyó sobre mi hombro y la respiración de aquella persona llegó a mi nuca. Cuando me di media vuelta esa persona ya no estaba y cuando mire a mi alrededor logre ver que me encontraba en una habitación totalmente oscura, la única luz que había en esta se centraba en mí. El llanto de dos bebés llegó a mis oídos, estos eran demasiado fuertes logrando que tapara mis oídos con mis manos para opacar el sonido. Me arrodille en el suelo intentando realmente dejar de escuchar aquellos llantos que comenzaban a torturarme de la peor forma. Grité con fuerza esperando que eso parara todo lo que me sucedía, al abrir los ojos me di cuenta que todo era una maldita pesadilla y que Raze se encontraba a mi lado intentando despertarme. ― ¿Estás bien? ― Pregunto Raze preocupado. No respondí simplemente me eché en sus brazos como un bebe, este me abrazó por un buen rato mientras que mi mente intentaba descifrar aquel sueño. Parecía conocer a la sujeto, digo realmente sentí que no era la primera vez que sentía sus caricias. Pasó el tiempo y llegó la hora de ir hacia el aeropuerto, con todas nuestras valijas y armas. Mientras Raze arreglaba las cosas en la camioneta yo me tomé una ducha caliente para poder quitarme aquella horrible sensación de la cabeza. Al salir de la ducha observé mi reflejo en el espejo de cuerpo entero. Mi cabello castaño claro se encontraba corto a la altura de mis hombros, mis ojos marrones estaban rodeados por grandes ojeras, mi cuerpo estaba lleno de cicatrices y en mi espalda llevaba tatuada a un mujer rodeada por un dragón de fuego rojo. Camine en línea recta hasta la habitación, me coloque mi jean color negro junto a mi polera del mismo color, mis borcegos negro. Me coloque el chaleco para luego poner mis dos armas en las fundas, acto seguido me coloque un saco largo de color beige. Una vez lista caminé hacia la salida del apartamento, Raze se encontraba esperándome apoyado en el capot de la camioneta. ―Te ves hermosa ― Comentó sonriendo mientras sus manos se aferraban a mi cintura.―Muchas gracias señor Ivanov ― Sonríe. ―Usted también señora Ivanov. Ambos nos percatamos de la hora, subimos a la camioneta y durante algunos minutos este condujo hacia el aeropuerto. En cuanto llegamos uno de los agentes nos pidió nuestras identificaciones, nosotros no teníamos placas ni mucho menos una identificación a modo de tarjeta, teníamos que pasar nuestra muñeca por un sensor el cual al hacerlo mostraba nuestros datos personales. Como nombre, apellido etc. Lo hicimos y nuestros datos se mostraron en la pantalla como normalmente lo hacían, caminamos hacia el avión y mientras los demás agentes comenzaron a guardar nuestro equipaje. Los viajes en avión no me entusiasmaban por lo que Raze siempre me daba de tomar algo que me dejaba un tanto tonta para que pudiera volar sin hacer ningún tipo de escándalo. Me senté en uno de los asientos con vista a la ventana, porque a pesar de que no gustaban los vuelos me parecía hermoso ver el cielo mientras volábamos. Era extraño y casi inútil, pero nadie dijo que había que ser perfecta y normal en la vida. Mientras observaba el cielo mis ojos comenzaron a entrecerrar por sí solos, porque efectivamente no había dormido para nada bien. Después de una lucha por no dormirme me di por vencida ante cerrar mis ojos por unos breves segundos, inmediatamente a mi cabeza volvió otro recuerdo. Me encontraba en una habitación oscura y la luz se centraba en mí, como en los escenarios cuando hay solo un artista. Una sombra se acercó a mí, no pude ver su rostro, pero aquellos tatuajes otra vez aparecían. Sus manos tomaron las mías y fue como si la magia recorriera todo mi cuerpo de una manera bestial. Intenté ver su rostro, pero no pude, aquello realmente me comenzaba a frustrar. ―Señores pasajeros, abrochen sus cinturones, estamos por aterrizar en la ciudad de New York Estados Unidos ― Anunció la azafata desde la cabina. Abrí mis ojos y no podía creer que realmente me había dormido todo el viaje, el sueño solo duró algunos minutos o al menos eso llegué a pensar. Hice lo que la azafata nos pidió mientras que la mirada de Raze se encontraba fija en mí, como si estuviera intentando descifrar. ― ¿Pasa algo? ― Pregunte arqueando una ceja. ― ¿Tienes recuerdos frecuentes de tu pasado Karla? ― Pregunto sin rodeos. ―No quiero hablar sobre eso ― Determine ignorando mientras miraba para la ventanilla del avión. ―Acordamos que me contarías todo recuerdo que tuvieras ― Me recordó serio. Lo mire fijamente por algunos segundos con mi mirada más asesina, dándole a entender que realmente no era para nada bueno que se metiera en aquel asunto. Después de cinco años mis malditos recuerdos estaban llegando y lo que menos quería hacer era comentarlos con él para que sus inseguridades salieran a la luz. ―Justamente esto, no deseo comentarlo con nadie ― Recalque seria. El avión aterrizó con normalidad y ambos inmediatamente salimos de este, en cuanto bajamos las escaleras del avión vimos como nuestro equipo se encontraba esperándonos. No era un simple equipo si no una familia, que apoyaban siempre tus decisiones y volvieran tus debilidades en tus fortalezas. Nuestra familia estaba compuesta por Larry, Ian, Román, Sam y nosotros dos. Larry era un ex Marín que tras ver de primera mano cómo el gobierno podía abandonar a sus soldados decidió pelear en el bando ganador. Era un hombre de más o menos unos treinta y cinco años de cabello castaño oscuro con una sonrisa bastante definida que era acompañada por unos espectaculares hoyuelos, ojos celestes claros. Su cuerpo estaba formado por años de entrenamiento, siempre se le consideró un hombre particularmente prolijo por lo que también lo era la hora de matar y de elegir su vestimenta. Ian era un francotirador que fue abandonado tras volver de la guerra, estaba desde hace muchos años en la organización y se lo consideraba un magnífico soldado, siempre dispuesto para servir. Era un hombre de unos treinta y ocho años, era calvo, pero nunca del todo, tenía unos bellos ojos verdes avellana, era muy raro verlo sonreír. Su mirada casi siempre era fría sin ningún tipo de emoción por lo que tenía enfrente, su cuerpo estaba esculturalmente perfecto y podías ver las cicatrices que su padre le provocó cuando era solo un niño. Era el francotirador especializado del equipo sin importar su letalidad con los cuchillos, siempre vestía de colores oscuros, de hecho, todo el equipo lo hacía porque era mucho más fácil de camuflarse. Roman prácticamente había sido criado en la organización, nunca hablo mucho respecto a su llegada a esta. Aunque era conocido por no saber cómo controlar su ira, parecía un animal fuera de control a la hora de pelear contra alguien y por eso nadie se daba la tarea de molestarlo más de lo normal. Este era un joven de mí misma edad de cabello castaño claro, ojos celestes demasiado claros. Parecía un animal salvaje, pero por dentro no era más que un hombre con falta de cariño. Siempre vestía ropa oscura, tenía un excelente manejo de todo tipo de armas, pero su especialidad era la pelea cuerpo a cuerpo. Sam o más conocido como el padre del equipo era un hombre mucho más mayor que nosotros de aproximadamente unos cuarenta y pico. Su cabello ya presentaba bastantes canas, pero podías apreciar que su cabello anteriormente era color negro, sus ojos eran negros oscuros siempre llevaba una sonrisa dibujada en sus labios. Se encargaba de que todos estuviéramos bien y que debemos nuestro máximo potencial en el campo de batalla. La vestimenta que acostumbraba a llevar siempre eran colores vivaces, decía que había demasiada muerte a su alrededor como para seguir atrayéndola con colores apagados. Supimos que se había unido a la organización tras la trágica muerte de su esposa e hija. Quedamos Raze y yo, una pareja bastante explosiva, jamás pensé estar con él cuándo abrí por primera mis ojos. Fue y es un hombre que siempre supo estar a mi lado cuando lo necesite, en el campo de batalla éramos como dos libros abiertos. Siempre sabíamos que haría el otro y así estar preparado, mayormente nos mandaban juntos a las misiones porque estaba más que asegurado la efectividad de nuestro trabajo. Yo había sido entrenada por los mejores y Raze no era nada más ni nada menos que el hijo de nuestro líder, el señor Marcus Ivanov. Un equipo, una familia, una organización tal vez. Pero todas significan lo mismo, una familia dispuesta a luchar hasta el final por un gobierno digno en el país.
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Celda 593Donde viven las historias. Descúbrelo ahora