Capítulo 2 : "Nuestra amistad"

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Narra Cheryl

Cuando llegue a casa estacione mi coche, baje y aún apoyada en él me puse a pensar en el encuentro con Toni.

¿Qué datos tenía acerca de ella?

Que venía de otro lugar. Que en ella había indicios de deseo de muerte, o por lo menos criterios equivocados. La Harley, la actitud en el camino. No eran actitudes positivas, pero de todos modos veía algo más en su mirada que me decía que era especial.

Estaba en algunas clases superiores, como Heather y yo, lo cual significaba que probablemente se destacaba en ciertas disciplinas; aunque yo no estaba muy segura de eso. Y ya había oído que faltaba bastante a clase. Más cosas que no eran positivas.

En la columna de lo positivo, cabía decir que estaba bastante bien.

Bueno, quizás, eso era algo que implicaba subestimación. Quizás era buena chica, sorprendente y desconcertante.

Me cubrí el rostro con las manos, no había mucho que fuese interesante, pero de todos modos, en el coche había sucedido algo. La clase de cosa que se parecía mucho a las primeras estapas de la gripe. Molestia interior, rodillas flojas, esa clase de cosas.

Reconocí que podía ser la gripe. O que quizás ahora en definitiva, yo misma estaba enamorándome.

Yo sabía muy bien como era enamorarse. El amor llegaba con campanas y silbatos o luces parpadeantes, más o menos como cuando la alarma de incendio del colegio se interrumpe en el curso de un examen de matemáticas. Quiero decir que uno sabe lo que sucedió y desea que suceda. Y yo siempre había sabido que cuando me enamorase sería precisamente así: una caída o una visita a las grandes ferias de diversiones, pero según los disturbios que percibía en mi propio estómago estaba bastante segura que así eran las cosas.

Necesitaba a alguien que me desconflictuara.

Necesitaba a Heather.

El deporte había logrado que Heather y yo nos reuniéramos. Nos habíamos conocido en una clase de educación física cuando éramos niñas mientras observabamos a algunas porristas. En el acto nos convertimos en grandes amigas.

Heather era brillante, nos destacabamos siempre en cualquier materia, pero nunca competimos entre nosotras.

Tampoco se trataba de que fuéramos precisamente ratas de biblioteca. Éramos chicas normales, estudiantes saludables del colegio secundario que acababan de ser omitidas en la gran lotería de la formación de las parejas. Las dos sabíamos que nuestras princesas llegarían a su debido tiempo (bueno Heather podría esperar por ambos). Solamente imaginábamos que estaban siguiendo el camino largo.

En ese momento, apareció en la puerta mi hermana de diez años, Isabella. Sostenía hábilmente una pelota de básquet sobre la punta del dedo índice.

- Isabella: ¡Tienes una sonrisa repulsiva en tu cara!

- ¿Llamó Heather? -pregunté. No tenía sentido contestar a lo que ella había dicho. Isabella estaba pasando por una fase destructiva. Hasta donde yo podía saberlo, eso había comenzado alrededor del instante de la concepción.

- Isabella: ¿Qué soy yo? ¿Tu secretaria social?-rodo los ojos. -Estuve jugando en el jardín.

- Probablemente aún esté el consultorio del oculista -observé. -Pasé por su lado para entrar.

- Isabella: ¿Heather usará anteojos? -preguntó con su ceño fruncido.

- Por ahora no -dije. -Se trata de sus jaquecas y por lo que sé ya consultó a tres oculistas, pero se niega a creerles cuando le dicen que necesita anteojos.

Fui a la sala y llamé a Heather, pero contestó Lauren su madre. Olvidó su celular y según me dijo, su hija estaba en la biblioteca. Tenía la voz controlada, más baja al comienzo y al final de las frases. Alcancé a oir sollozos en el trasfondo , con algunas palabras en español.

- ¿Ésa es Rosa? -pregunté, con cierta inquietud en la boca del estómago. Rosa era la tía cubana de Heather.

- Lauren: Sí, querida.

Lauren nunca me llamaba "querida". No era su estilo.

- ¿Todo está bien?

- Lauren: Ahora tengo que marcharme. Heather está en la biblioteca. Allí podrás encontrarla. -Un llanto más intenso como telón de fondo. -De veras, ahora debo irme.

Colgó. Lo único que pude imaginar era que seguramente alguien había fallecido.

Las dos queremos a ToniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora