CAPITULO 11

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Alfredo estaba nervioso, muy nervioso, como no lo estaría si esa noche se irían de la casa de su padre.

- Ok recuérdame lo que tengo que hacer- dijo Alfredo a su gemelo.

- Incendias el cuarto en la noche- comenzó Alberto -, le hablas a mi papá y a los empleados, nos vamos corriendo a la biblioteca y salimos por la ventana, a esa hora Santiago ya tendría que estar fuera con la carreta y el dinero.

El chico asintió, una sensación extraña recorría su cuerpo, no era miedo ni nada parecido, eso lo sabía bien, conocía a la perfección el miedo.

El terror de escuchar las pisadas de su padre acercarse a su habitación, el sonido del metal calentándose y después la piel quemada, desde la muerte de su madre hacía ya medio año y esa mansión de volvió un infierno para ellos, los castigos y maltratos de su padre se habían incrementado en gran medida, los golpes no eran solo ya con el cinturón de cuero y hebilla de metal, ahora había empezado con la cuarta para caballos, palos de madera y la peor de todas, quemarles las manos.

Además, sus insultos se habían vuelto aún más hirientes, era un infierno en la tierra, era por eso que necesitaban escapar con urgencia, su plan era escapar a la capital del país y resguardarse en casa de unos amigos de su madre mientras encontraban un lugar propio, ya se habían mandado correspondencia y ellos habían aceptado con gusto recibirlos, todo mejoraría, estaban seguros.

De repente se escuchó el azotar de la puerta principal.

- ¡Mextli!- era la voz de su padre -¡Caliéntame el comal!

Un escalofrío compartido le recorrió el cuerpo a los gemelos, su padre había salido esa mañana con ___, de inmediato salieron de su cuarto para ver lo que sucedía.

-¡Por favor!¡No lo vuelvo a hacer!¡Déjame!- la pobre ___ batallaba con su padre, no quería que le quemaran las manos.

El hombre quitó los vendajes de las manos de la niña, esas venas negras que a ella tanto le lastimaban salieron a la luz.

-¡No!¡Déjame!-la pequeña dejo de fingir la voz-¡No me lastimes!

El hombre le pegó en la boca para que se callara, ___ pareció entender y se calló mientras seguía forcejeando.

Entraron a la cocina y la niña vio como Mextli se apartaba del comal que estaba en la lumbre.

El monarca Camacho le puso las manos en el objeto caliente.

La niña empezó a gritar de dolor.

___ estaba sentada en su cama mientras Mextli le untaba una crema hecha con plantas medicinales en las manos, los gemelos estaban a su lado, habían llegado demasiado tarde para evitar que su padre le hiciera daño a su hermana.

Después de que las palmas de sus manos estuvieran cubiertas de crema la mujer la empezó a vendar de nuevo, cuando terminó su trabajo se retiró dejando a solas a los hermanos. Alberto abrazo con fuerza a su hermana.

- Tranquila ___, hoy nos iremos y todo mejorará - Decia Alberto con todo el ánimo de un joven de 14 años.

-Te prometo que todo estará bien - Alfredo acaricio con ternura las manos de su hermana -, haremos lo mejor que podamos.

Marta estaba agotada, había sido un día largo, lidiar con los más pequeños de los Camacho era un reto, la actitud infantil de Carlos y la terquedad de gemelos así como la mala actitud de (V/M), era como estar desactivando una bomba. El hecho de que Julián y Santiago no estuvieran en casa le complicaba las cosas.

Empezó a oler a quemado, supuso que  a Mextli se le estaría quemando algo en la cocina por lo que se dirigió hacia allá, pero no había nada, solo la indígena lavando los trastes en el lavadero, volteo a ver a Marta con sus ojos avellana y con su huesuda mano señaló las escaleras que llevaban a los cuartos de los niños.

- Se están liberando - dijo con un acento extraño

-¡Marta, Mextli, Alonso!¡Papá!¡Auxilio!¡Fuego!¡Hay fuego!- era Alfredo quien pedía auxilio.

Marta no dudo ni un minuto más para correr en dirección al cuarto de los gemelos.

Cuando vio la columna de humo alzarse sobre la mansión, Santiago supo que era su señal, salió del callejón subido en la parte delantera de la carreta, dió un par de golpes a los caballos para que se movieran, así lo hicieron y se detuvieron justo debajo de la ventana de la biblioteca.

Habían escogido bien, ese lugar era una calle oscura, la ventana veía a otro muro y no había ventanas por dónde los curiosos pudiesen verlos.

El joven escucho pasos a su lado, se volteo y se encontró con Mextli, era una empleada que había sido contratada hacia ya un tiempo por su madre, antes de que el joven dijese algo, Mextli hablo.

- Ten- le extendió un saco de tela -, para la niña ___.

-¿Cómo sabe...cómo sabe de mi hermana?

- Fui amiga de Magdalena, lo sé todo, pero no diré nada.

Santiago tomo el saco y vio dentro, se trataba de vendas, crema de hierbas, un par de vestidos tejidos a mano, lo más extraño eran esos ojos de venado y las bolsitas pequeñas amarradas con saña.

-¿Para que...?

- Protección para el demonio -contesto  Mextli -,deben proteger a toda costa a ___, su padre siempre la buscará y no descansará hasta llevarla consigo.

Santiago sintió escalofríos. Mextli avanzó, llendose de la mansión en llamas, volteo a ver al joven confundido.

- Siempre estaré aquí para ustedes, siempre.

Dicho esto, desapareció en la oscuridad de la noche.

Una nueva aventura//Leo San Juan x Lectora//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora