EPÍLOGO

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La luna era apenas una pequeña garra en el cielo lleno de estrellas, Leo estaba montado en el caballo negro mientras su esposa lo tomaba de las riendas dirigiendo su camino, estaba vestida con su traje de charro.

Una vez estuvieron lo suficientemente lejos de la ciudad, ___ silbó, al chico le recorrió un escalofrío, aún le daba miedo ese sonido. Frente a ellos se abrió un enorme portal de colores llamativos, el portal al Inframundo.

-¿Estás listo?- pregunto ___

El chico asintió.

- Nunca me he acordado- respondió Leo con seguridad mientras abrazaba a su mujer por la espalda.

Ella rio un poco, su marido era un poco miedoso. Con un par de golpes, el caballo avanzó hacia el portal.

La pareja se fue a la hacienda de la Charra Negra.

El silencio y la oscuridad inundaban la mina, a Moira le encantaba su nueva guarida, fría y solitaria, solo ella y sus nuevos engendros del caos.

Se escuchó un sonido similar al gorgotear del petróleo acercándose al lugar donde la hechicera se encontraba, está se levantó del trono de raíces improvisado que había creado para su estancia.

Un extraño ser con dos luces doradas como ojos que estaba cubierto de una viscosa sustancia negra y fétida, era un olor tan desagradable que su comparación más aceptable (aunque se quedará corta), era el olor a descomposición del cuerpo humano.

- Trajiste lo que te pedí, ¿verdad?- dijo la mujer con un tono de amenaza en la voz .

Al ente le salió lo que parecía ser un tentáculo de su espalda, este, se alargó hasta llegar a la hechicera, parecía sostener papel, claro si podía decirse que esa cosa podia sostener algo.

Moira tomo el papel que su esbirro le había traído, sonrió en cuanto lo vio, volvió a mirarlo fijamente y le dijo:

-¿Y el viejo?

Del centro del cuerpo de ese ser empezó a salir un cadáver a medio comer de un anciano, aún tenía algo de piel y músculo pegado a sus huesos, aunque estos luchaban por no caerse, en su rostro quedaba solo un ojo colgando de un hilo de carne, se terminó callendo por el balanceo, la malvada fantasma se rió.

- Vuelve a tragar te tu comida - ordenó y el adefecio así lo hizo.

Entonces se fue haciendo el mismo sonido repulsivo de antes dejando sola a su ama con el viejo periódico, en este se podía ver la foto de un chico de unos 12 años con la leyenda de " el niño cazafantasmas de Puebla".

- Voy a encontrarte, Leo San Juan - amenazó la hechicera a la nada.

Una risa malévola y desquiciada resonó por toda la mina, Moira estaba de regreso y con sed de venganza.

Una nueva aventura//Leo San Juan x Lectora//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora