CAPITULO 18

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La joven caminaba alrededor de la pequeña ciudad que era la capital en ese entonces, tenía un libro en la mano y una canasta de mimbre en el codo, era un libro de amor, Jane Austen era muy buena escribiendo romances, se dirigió a un quiosco de por ahí cerca, se sentó en la banca más cercana y siguió leyendo ahora más cómoda.

Entonces escuchó un sonar de guitarra a su lado, volteo y no pudo evitar sentir un cosquilleo en el pecho, se trataba de un joven de cabellos negros como la noche, piel bronceada por los trabajos en el campo, estaba vestido con un traje negro de mariachi, sus ojos eran curiosos, en momentos parecían color miel y en otros se tornaba rojizos.

-¿Que lee señorita?-pregunto él

- Jane Austen

- Muy romántico he- dejo de tocar el instrumento para mirarla fijamente -, dígame, ¿a encontrado a alguien que sea su Darcy?

La joven se sonrojo, realmente nunca había pensado en el amor, le encantaba leerlo pero jamás lo había experimentado del todo.

- Supongo que aún no es mi tiempo.

El hombre saco una rosa roja de su saco y se la tendió a la señorita, está se conmovió ante el acto.

-¿Como se llama usted?

- Magdalena, ¿cuál es su nombre caballero?

- Agustín.

Así, la futura esposa de Arturo Camacho, conoció al Charro Negro.

Era luna llena, el momento perfecto para ir a la hacienda del Charro Negro.

Leo estaba acompañado de Carlos, había insistido en acompañarlo, y bueno digamos que el chico no es el mejor para decir que no.

Estaba nervioso, después de todo le iba a proponer matrimonio a su mejor amiga, o bueno, a la carcasa, y por el otro lado se lo propondría al Charro Negro, ambas eran motivo para tener nervios.

Xochitl, mientras tanto, trataba de convenserce de que era solo por la misión, que Leo no amaba realmente a ese monstruo, pero no podía evitar sentir celos, ella se casaría con el, sentía que no tenía derecho, tal vez ella tampoco lo amaba, ni siquiera se formaría el dichoso lazo del corazón, realmente intentaba estar calmada pero le parecía imposible ocultar su irritación.

Chimo los guiaba por la guarida que parecía no tener fin, después de bajar miles de escaleras por fin llegaron a un cuarto completamente vacío en forma circular, en el suelo habían varias líneas gruesas que formaban un relieve, Chimo se acercó al centro y entre las líneas virtio un líquido negro.

- Hacia el Charro Negro - murmuró.

El líquido se esparció por unas líneas y círculos, formando una circunferencia con un triángulo en medio.

- Leo, Carlos, pónganse en el centro.

Los chicos así lo hicieron, los demás miembros del equipo se alejaron con miedo.

Chimo empezó a recitar un conjuro en una lengua poco conocida, el líquido que formaba el portal se tornaba rojo, muy parecido al color de la sangre, la sustancia se alzaba y poco a poco comenzó a brillar, cuando el fantasma termino de recitar el ritual, un destello carmín inundó la sala.

Leo cayó de cara al suelo, de inmediato supo que ya no estaban en la tierra del descanso, cuando se levantó confirmo lo que suponía, estaba en una plantación de agave, busco a Carlos con la mirada y lo encontró acostado sobre una planta que ahora estaba destruida, lo ayudo a levantarse.

- Y ahora, ¿que sigue Juancho?

- Ahora, buscar al Charro

Emprendieron una caminata bastante larga Leo no quería parecer aprovechado de la situación, pero si ___ iba a ser su esposa quería saber el porqué fingía ser alguien más, volteo a ver a Carlos, estaba entretenido viendo el sembradío de agave, el chico le pregunto:

- Oye Carlos, ¿porque ___ finje ser, un...?

- Hombre- termino el joven

- Pues...si

- Bueno, no es algo que le diga a cualquiera, pero supongo que puedo contartelo a ti- la expresión del chico cambio a una un tanto triste-, mi padre hizo un trato con el otro Charro Negro, le pidió que todos los hijos que tuviera fueran varones.

- Pero, ¿porque?

- Mi padre era un huérfano, quien lo educó fue su tío Julio, era un hombre muy rico, mi padre era un desconsiderado y se gastaba en vano el dinero de el viejo, cuando menos se lo espero mi tío lo corrió de la mansión y lo envío al campo.

'Le dijo que solo le daría si herencia si todos los hijos que tuviera, desde el primogénito hasta el último fueran hombres, el acepto pero pidió que le ayudara a conseguir una esposa, así que se casó por un matrimonio arreglado con mi madre.

'Despues de un tiempo, mi madre quedó embarazada, pero cuando el bebé nació, resultó ser una niña, mi padre la mato a sangre fría, mintieron y dijeron que el bebé había nacido muerto, después de un tiempo, nació Julián, mi padre regreso a la mansión y para restregarle en la cara a su tío que había ganado, obligó a mi madre a tenernos a nosotros.

El chico paro unos momentos, parecía luchar contra las lágrimas, Leo estaba intrigado, la familia Camacho tenía muchos secretos.

- Cuando nació ___- continúo Carlos-, mi padre también quizo matarla, aunque su tío había muerto los abogados estaban obligados a sacar a mi padre de la m teansión y quitarle todo el dinero y la que se lo quedaría sería mi madre.

'Ella le suplico a mi papá que no matara a mi hermana y el acepto con la condición de que tendría que fingir ser un hombre ante todos para que no  le quitarán su fortuna, es por eso que ___ fingía ser (V/M).

Mientras Carlos le contaba esto, ambos llegaron a la gran casa de la diabla, estaban a punto de entrar cuando escucharon a alguien a sus espaldas:

- ¿Tu otra vez?, namás vienes acá a causar problemas - era Resendo-, ya vete que has hecho mucho por aquí.

- Resendo tiene razón.

Frente a ellos se puso Luisa, estoica como siempre impidiendoles el paso hacia la hacienda.

- Vayanse de un vez, no molesten a mi patrona.

Carlos saco una hoja doblada del bolsillo de su pantalón y se lo mostró a ambos empleados, cuando lo desdobló se pudieron ver letras doradas, la carta decia:

Yo, Eva, guardiana del códice, doy autorización para que Leo San Juan y Carlos Camacho Lázaro crucen entre mundos, cualquier daño que el Charro Negro o sus empleados inflinjan en mis protegidos será declaración de guerra a la tierra del descanso.

Los empleados se molestaron aún más, pero no podían hacer nada, si por ellos empezaba una guerra su patrona los mataría...otra vez.

- Solo vinimos a hablar con el Charro Negro - hablo Leo -, estamos en son de paz.

No tan convencida, Luisa dejó pasar a ambos chicos a la hacienda, estos así lo hicieron, realmente había cambiado el lugar, en vez de la fuente que había en medio de la plaza, ahora había un gran árbol, las anteriores rosas carmín habían sido sustituidas por unas blancas, estás formaban enredaderas que cubrían parte de los establos, el muro y hasta la residencia, ambos subieron las escaleras y Carlos tocó la puerta de madera, está se abrió sola, cuando entraron pudieron ver la gran colección de almas del Charro Negro, a Leo le pareció increíble que pudiera saber con exactitud cuántas almas faltaban.

Escucharon pasos ir hacía la sala, a ambos le recorrió un escalofrío, de la puerta vieron entrar a...

¿Eva?

Una nueva aventura//Leo San Juan x Lectora//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora