Capitulo IX [✓]

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Quackity

La tarde había llegado, podía sentir el clima enfriarse por la noche y aseguraba que la luna comenzaba a salir por el horizonte. No quería admitirlo, pero no se sentía bien, no podía levantar de la cama aunque lo tratara, sus pies hinchados dolían, le dolía el cuerpo como si hubieran golpeado con fuerzas sus huesos, le costaba respirar por las noches y le causaba tanto miedo el cerrar los ojos para dormir y no poder despertar, su corazón apretaba contra su pecho que le dolía el sentirlo.

Tenía miedo, no lo iba a negar, tenía miedo de dejar a la buena gente que había conocido, le causaba miedo el no poder escucharlos otra vez. Amaba sentirse en familia, amaba a toda esa gente que cuido de el.

Y si bien una parte de el sentí que estaba siendo una carga para gente que no lo merecía, por otro lado agradecía a Wilbur y su familia de estar ahí.

Wilbur era una bella flor, una que no podía ver pero si sentir.

La puerta se abrió ligeramente, pudo escuchar el sonido tranquilo y ligero de la madera, supuso que alguien había ido a visitarlo. Más no logro escuchar ni saludos ni quejas. Tampoco era Nick, el médico era tan amable que solía tocar la puerta aunque no siempre solía contestar.

- Te vez mal

Una voz gruesa y cruel, el pequeño y débil cuerpo del pelinegro se tenso, cómo un pequeño pato sin su madre. No pudo evitar voltear sabiendo que de todos modos no podría ver nada.

- Hace años no te escuchaba Jschlatt

Hablo tranquilamente, una voz baja y delicada, cómo si tuviera miedo de que el ajeno lo escuchará, pudo jurar que visualizo una sonrisa en los labios ajenos.

- ¿Me extrañaste?

Los pasos pesados se escuchan en el suelo, cómo un gran animal con patas pesadas, el sonido fuerte golpeaba en sus oídos, estaba asustado y confundido. Negó hacia la pregunta del castaño.

- No lo hago desde aquel día.

Logro levantarse de la cama, su cuerpo aún se sentía pesado pero aún así lo hizo, con tranquilidad lo hizo hasta topar con el castaño, lo sentía frente a el y extendió su mano unos centímetros antes de tocarlo.

- ¿Puedo?

Logro escuchar un ligero quejido de asentimiento. Sin más termino tomando entre sus dedos la piel del castaño, el cabello se sentía largo y podía distinguir que había algo de barba, movimientos suaves en el rostro, recordaba la figura del ajeno, no tan viejo y con algo de figura. Sonrió ligeramente.

- No has cambiado.

- No lo puedes asegurar

Murmuró el más alto, tomando con delicadeza la mano ajena dandole un ligero beso en esta para después soltarla. Lo observó, el cabello oscuro cubierto por su gorro, sus ojos sin vida posados en el, perdidos entre los recuerdos más profundos de su alma.

- ¿Que haces aquí? Pensé que no querías volver a saber de mi.

El ambiente era tenso, cómo si más dudas llenarán el cuerpo del pelinegro, estaba ahora más que seguro que no viviría y moriría ya que en los casi tres años que se separaron nunca preguntaron por el otro.

- Los rumores corren como agua en el río, me enteré de personas ajenas de que estabas aquí.

Murmuró el castaño quien miraba con cuidado y delicadeza la habitación viajando como gato en está viendo las decoraciones que parecían un tanto infantiles.

- ¿Tubbo viene a verte?

- Desde hace mucho ¿Tu lo has visto?

El castaño negó, deteniéndose en la pequeña mesa de noche, dónde una fotografía decoraba la mesa, un grupo de personas que no conocía sonriendo al lado del pelinegro.

Noche sin café. [Quackbur]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora