Avatar; domador del mundo

El por qué de Fang

Aleyx estaba de pie en una montaña flotante de Pandora, Las montañas flotantes Aleluya eran una maravilla para la vista. Suspendidos en el aire e interconectados por una red de grandes enredaderas, parecían desafiar las leyes de la física mientras flotaban en los cielos de Pandora.

Cada montaña flotante estaba cubierta de follaje con grandes cascadas que caían de acantilados escarpados que envolvían el aire con una ligera niebla. El aire estaba lleno de vida con el sonido del aleteo y la vista de criaturas altísimas que componían este maravilloso y único ecosistema.

Las montañas eran un lugar de gran belleza y misterio, un lugar donde se decía que habitaban los espíritus de Pandora. No era algo que pudiera expresarse con palabras, sino que se experimentaba. La extraña sensación de hormigueo en la piel o la sensación de ser observado por los mismos árboles.

Cualquiera que sea la razón, los Navi estaban seguros de una cosa: la presencia de Eywa era más fuerte aquí que en cualquier otro lugar sagrado.

Sin embargo; Las montañas flotantes también eran un lugar de gran peligro, donde hordas de criaturas como Ikran hacían sus nidos, protegidas contra la tecnología humana gracias a un fuerte vórtice de flujo. Los Navi hicieron peregrinaciones a las Montañas Aleluya para completar su rastro de cazadores, algo que Aleyx sabía que sería en su futuro cercano, donde tenían que escalar los grandes picos. Usando las enredaderas que se conectaban entre las islas de roca, para encontrar los nidos de Ikran para domar uno. Un solo error, un solo desliz podía, y lo había hecho, enviar a los candidatos a la muerte muy abajo.

Aleyx sabía que la ciencia detrás del misterio, el unobtanium logrando la resonancia magnética que suspendía las enormes rocas permanentemente en el cielo, pero aun así lo asombraba. Las cascadas se reponen en un ciclo de condensación que transporta el vapor de agua de montaña en montaña renovando el proceso en el epítome del gran equilibrio. Eran un testimonio del poder y la majestuosidad de Eywa, y siempre serían una fuente de asombro e inspiración.

Pero para los humanos de la corporación RDA, las montañas flotantes no eran más que un obstáculo a superar. Los vieron como un obstáculo para sus operaciones mineras, y si no fuera por encontrar depósitos de unobtanium más accesibles, habrían derribado las montañas sin importar el impacto.

Debajo de las montañas, la jungla era espesa y exuberante, llena de una variedad de vida vegetal y animal. 

Observando desde la distancia, Aleyx aún podía ver su hogar, el lugar donde estaba situada la tribu Subaiya, con el gran árbol Sepíti viéndose majestuoso desde la distancia, con su enorme tronco elevándose hacia el cielo, y sus ramas extendiéndose como brazos para abrazar al mundo, era un símbolo de fuerza y resiliencia, un faro de esperanza e inspiración para el pueblo Navi.

luego de estar once días en la tribu, y aun teniendo los recuerdos de este cuerpo, a Aleyx siempre le maravillaba la vista, la tribu Subaiya tenía una posición particular, puesto que el gran árbol, aunque estaba situado en la selva de Pandora, estaba rodeado por una cadena de altas montañas empinadas, las cuales formaban un círculo casi perfecto que rodeaba al árbol, esto daba una mayor protección a la tribu, puesto que para poder ingresar se tenía que pasar por dos pasajes, que eran las únicas aperturas naturales que tenía la cadena montañosa.

Esto le daba una fuerte protección a la tribu, ya fuera de animales peligrosos así como de otras tribus, puesto que a diferencia de las películas, en Pandora la lucha entre tribus era algo común.

Mirando más hacia el sur de la tribu, se podía ver la costa a unos 500 metros, y con esta cadena de montañas Aleluya, hacía de su tribu una de las mejores en términos de geografía.

Escuchando un ronroneo a su derecha, Aleyx miro al Thanator que irrumpió en la aldea hace una semana de manera tan feroz y agresiva y compararlo ahora con el que estaba actuando de forma tan sumisa y cariñosa, casi pareciendo un gato doméstico de no ser por su gran tamaño y sus temibles dientes y garras.