Caminante de sueño.

997 170 10
                                    

Con cortes en su rostro por las ramas que no había podido apartar a tiempo, Grace siguió corriendo a toda prisa por medio de la selva, con la respiración entrecortada y el cuerpo cansado, Grace había llevado a su avatar al límite.

No recordaba cuánto tiempo había estado corriendo, pero sabía que no debía detenerse, aún no, puesto que las extrañas y feroces bestias todavía la seguían.

Sin embargo, llegó a un punto en el que su cuerpo ya no dió más, y recostandose en un árbol, Grace decidió sacar una cantimplora para beber agua, pero grande fue la sorpresa cuando la tela de la cantimplora fue rota, dejando regar el agua.

Grace, sorprendida por eso, miró bien la cantimplora, observando como esta tenía un agujero que la atravesaba, además de que había un tipo de líquido que estaba deshaciendo la tela, como si fuera ácido.

Fue allí cuando vió el árbol detrás suyo, el cual tenía incrustado en su gruesa corteza una gran púa, de unos treinta centímetros quizás, la cual era hueca por dentro, orificio de donde salía la misma sustancia negra que había desasido la tela de la cantimplora.

Al parecer las dos bestias la habían encontrado, y al notar a las dos bestias frente a ella, su suposición se había vuelto verás.

Observando su entorno, Grace se vió rodeada de una gran montaña rocosa, con la única salida visible el lugar donde se encontraban los dos animales, así que decidiendo pelear, Grace sacó un cuchillo de casa de su mochila, lista para defenderse.

Pero justo en eso, un agudo sonido se pudo escuchar, al cual respondieron las dos bestias, moviendo sus dos extremidades del lomo, produciendo un sonido muy parecido al de una serpiente de cascabel.

Grace se quedó sin saber que hacer, pero todavía con su cuchillo en la mano, cuando de las grandes copas de los árboles cayeron seis Thanator, todos de más de 3 metros de alto, con un porte amenazador y temible.

Sobre las feroces bestias, estaban seis Na’Vi, armados con grandes arcos y con una gran lanza en sus espaldas.

Cuando llegaron los Na’Vi, las dos bestias que habían estado siguiendo a Grace se acercaron a uno de ellos, el cual dejó su tsaheylu con su montura, para conectarse a uno de los felinos.

El Na’Vi, luego de ver lo que necesitaba, volvió a hacer tsaheylu con su Thanator, para luego preparar una flecha y apuntar a Grace.

“¿Qué hace un caminante de sueños en territorio Subaiya?” preguntó el Na’Vi, listo para soltar su flecha en la primera vista de peligro por parte de Grace.

Grace, sin perder tiempo, alzó sus dos manos, y en pose de rendición habló; “Soy Grace… Busco a Aleyx, hijo del Olo’eyktan Sukai”

El Na’Vi, al escuchar el nombre de su Olo’eyktan pestaño unas cuantas veces, mientras su rostro se veía pensativo. “¿Qué buscas de él?”

Grace, sabiendo que el bienestar de su avatar estaba en juego, midió bien sus palabras; “Deseo aprender de su gente, conocer más de Eywa, de la selva, de todo”.

“JAJAJA, hemos intentado enseñarles antes, nunca han sobrevivido, no serás diferente, pero da gracias a Eywa que el Olo’eyktan ha dado órdenes de no asesinar a gente del cielo, sino…” respondió el Na’Vi, dejando la última parte en blanco, dejando que Grace asumiera el final.

El Na’Vi con el que había hablado Grace, le dió una orden a uno de sus compañeros, el cual de mala gana aceptó.

El Na’Vi entonces procedió a acercarse a Grace sobre su montura, para luego bajarse de ella y amarrar las manos de Grace con un tipo de lazo, para luego volver a subir sobre su Thanator, y señalarle a Grace que empezara a caminar.

Grace, sin querer oponerse por miedo a que la mataran, comenzó a caminar, mientras veía como las dos bestias que la habían estado siguiendo cambiaban su aspecto, volviendo a su apariencia….. amigable.

Grace solo empezó a caminar mientras su mente estaba sumida en esas dos criaturas, era como si al entrar en territorio Subaiya, hubiera entrado en una parte de Pandora completamente nueva.

Dos nuevas especies descubiertas el mismo día, miles de plantas y flores nuevas, un mundo completo de investigación al alcance de su mano, solo que tenía que sobrevivir primero.

------------------
-------------------

En la tribu, Aleyx estaba en el territorio de los cabeza martillos, la manada, la cual había crecido hasta unos 78 adultos y 28 crías.

No sólo eso, sino que más y más Titanothere y otras especias ahora vivían en todo el territorio, esto había hecho que Aleyx desarrollara un trabajo continuo con su madre Ma'ora para crear un tipo de feromonas a base del veneno de los Kali'weya, un insecto parecido a los escorpiones.

Esto se hizo con el fin de que las criaturas, o al menos las que seguía trayendo Aleyx, fueran inofensivas, hasta que se sintieran amenazadas, claro está, con los Na'Vi que usaran el tónico, el cual estaba imbuido en collares que cada Na'Vi de la tribu debía portar.

Y si bien eso no habría sido suficiente, unas órdenes de Aleyx a los animales y estaba el problema solucionado.

Eso era algo que todavía Aleyx estaba descubriendo, los usos que su don tenía, hasta el momento podía comunicarse con la fauna, eso sí, no es que pudiera hablar con ellos, sino que sentía sus emociones, al igual que sus intenciones.

Así mismo, Aleyx había descubierto que podía, en cierto sentido, imponerles su voluntad, logrando que los animales le obedecieran, o que un Thanator salvaje se comportara como un gato de casa frente a él.

Era algo fantástico y hermoso al mismo tiempo.

“¡Aleyx! Mira, ya no me tiene miedo” una niña Na'Vi, le gritó a Aleyx, haciendo que volteara su rostro en dirección a la niña.

Hoy, Aleyx estaba dando clases a algunos niños de la tribu, mostrándoles a los cabeza martillo, sus características y en qué eran tan importantes para el clan.

Al principio los cabeza martillo se habían sentido reacios a la presencia de los niños, pero luego de algunos minutos se abrieron más a su presencia, cosa que se mostró cuando We'lya, la niña que le había hablado, estaba ahora acariciando a una cría cabeza martillo, el cual acariciaba a We'lya con una de sus grandes colas neuronales.

“Bien hecho We'lya, ¿lo ves? No hay nada que temer” le dijo Aleyx a la niña, la cual infló su pecho a modo de orgullo: “No obstante, deben tener en cuenta que fuera de la tribu, no deben acercarse a cualquier angtsìk salvaje, puesto que se sentirán amenazados y les atacarán, ¿Entendido?”

“¡si!” le respondieron los niños, aún animados por todo.

En ese momento, Sume'y llegó a donde Aleyx, el cual le dijo que los exploradores habían traído a un caminante de sueños a la tribu, haciendo que Aleyx terminara la clase del día de hoy, para luego ir con Sume'y al árbol madre, a ver quién era el avatar que había tenido el coraje y la valentía para entrar en su tribu.

Avatar; domador del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora