Conflictos.

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M'aora, con sus ojos cerrados y mirada concentrada, se postró frente al magnífico árbol de las almas de la tribu, bañada en su luz eterea y su aura celestial, hizo que M'aora, con su atuendo y joyas se viera gloriosa. 

Luego de que Aleyx se marchara a la base de los coleccionistas, ella y Sukai tomaron el papel temporal de lideres de la tribu, aunque la mayor parte del tiempo ella se comunicaba con él con ayuda de un aparato que le perteneció a la gente del cielo, siendo horrendo para ella, aunque en el fondo comprendió lo beneficioso que era.

Ella estaba intentando 'hablar' con Eywa, cosa que se hacia dificil con cada susurro y movimiento que el árbol de las almas dejaba escapar, algo había sucedido, ella lo sentía, y el silencio de Eywa lo confirmaba, y aunque ella no estaba segura de que había pasado, sabía en su interior que no era nada bueno. 

Cuando ella creía que por fin se podría conectar con Eywa, sintió un peso sobre su hombro derecho, haciendo que perdiera su conexión, al mismo tiempo que levantaba su cabeza para ver a Sukai sonriendole, solo que luego de varios años juntos, supo leer su mirada, y Sukai le respondió mucho nates de que ella le preguntara. 

"Aleyx llegó hace unos minutos con los guerreros que le siguieron a esa base humana, ordenó que todos se reunieran en el árbol de las almas, deberían estar aquí pronto". 

Bajando su cabeza, M'aora analizó las palabras de su pareja, intentando sin exito comprender el accionar de su hijo, claro, algo grande había pasado, ¿pero qué era?

Pero no tuvo que esperar mucho, al ver como Aleyx se acercaba con sus hermanos Alfas, y diablos, M'aora conocía muy bien a su hijo como para saber que él no estaba bien, sus ojos cansados y su mirada palida, junto con el semblante melancolico que traían los Alfas detrás de Aleyx, siendo prueba suficiente para conocer que las cosas eran peor de lo que creía, ¿por eso Eywa no respondía? ella se preguntó. 

"Madre" con voz un poco quebrada, Aleyx saludó a su madre con un fuerte abrazo y un pequeño y dulce beso en su sien, para luego abrazar a Sukai, incluso con un beso propio en su coronilla. 

M'aora, tomando el rostro de Aleyx con sus manos, le dió una mirada amorosa, mientras también lo saludaba; "Hijo, mi pequeño, ¿qué te ha pasado? este no es mi Aleyx". 

Como si fuera suficiente, como si una puerta se hubiera abierto, Aleyx dejó caer su semblante sereno, intercambiado por una expresión de debilidad, con lagrimas callendo por sus mejillas, y una muestra clara de dolor acumulado siendo liberado, Aleyx se sinceró con sus padres. 

"Lo sentí, madre, su dolor, su angustía, su llanto mientras clamaban perdón, paz, todo mientras sus suplicas caían en envases rotos... La.. la gente del cielo destruyó varios árboles de los espiritus, sin piedad, sin compasión... Todo mientras yo sentía su dolor, fue horrible, algo con lo que estoy completamente en contra" terminó de decir Aleyx, mientras M'aora le quitaba las lagrimas. 

M'aora le sonrió a Aleyx, para luego decirle algo que lo dejaría perplejo; "Ay hijo, siempre he sabido que eras especial, más aún cuando te enlasaste con un Palulukan sin aún haber estado listo para eso, sin tener tu prueba de iniciación, tu cercanía con Eywa, los 'Angtsìk, todas estas muestras de poder oculto que ahora se muestran, Eywa te ha hablado... y si en ese llamado está el que dirijas a nuestro pueblo a liberar a nuestra tierra de la tiranía de la gente del cielo, con gusto te seguiré" .

"Mi lanza y mi guardia Alfa serán tu escudo hijo, independientemente del camino que tomes, no lo olvides" comentó Sukai, posando su brazo derecho sobre su pecho. 

Aleyx sonrió, y aunque tal vez fue un espejismo, se notó como su tez mejoró.

Luego de la emotiva reunión, empezaron a llegar uno por uno los miembros de la tribu, hasta que los más de seis mil miembros estuvieron frente a Aleyx y sus padres, quienes estaban en una parte elevada con el árbol de las almas detras de ellos. 

"¡Volví! y si bien me encantaría celebrar por eso, lastimosamente no puedo hacerlo, porque hoy, estoy frente a ustedes exigiendo sus lanzas, sus arcos y flechas..." comenzó a decir Aleyx, ganando la atención de todos los presentes... "Sus rifles y granadas" mirando a los guerreros que se habían entrenado durante meses en el uso de las armas humanas, quienes sujetaron sus rifles con fuerza mientras endurecían sus miradas. 

"La gente del cielo cree que puede hacer lo que le plazca, y que tienen el derecho de plantarse en nuestra tierra, destruir nuestro estilo de vida y tomar lo que les plazca... pero dejenme decirles que ya basta, ya basta de tolerar tanto dolor, tanta tristeza, porque hoy, frente a ustedes, les hago la promesa, de que no descansaré hasta que vea como aquella persona del cielo, aquel que amenaze nuestra tierra, esté muerto o expulsado de Pandora, eso se los prometo". 

A este punto, todos estaban dando cánticos llenos de fevor, mientras levantaban sus arcos y apoyaban los dicho por Aleyx, no solo por ser su Olo'eyktan, sino porque ya estaban cansados de ver como la gente del cielo destruía, quemaba y saqueaba todo en su camino, sin un alto o un pare. 

Por eso, las palabras de Aleyx en donde prometía un alto a la tiranía humana los llenó de ese deso ardiente de tomar sus armas e ir a la batalla. 

"¡Así que les hago el llamado! llamen a los demás clanes, diganles que su Olo'eyktan los está llamando, que el tiempo de la gente del cielo que daña nuestra tierra se acabará, y que esta... ¡Es nuestra tierra!". 

"¡Nuestra tierra!"

Gritaron todos, para luego salir corriendo en busca de sus monturas, ya fueran sus Ikran, Pa'Li o sus Palulukan, con dirección a cumplir las palabras de su Olo'eyktan, sin querer perder tiempo en ver a la gente del cielo erradicada. 

Por su parte, Aleyx veía como los Ikran alzaban el vuelo, tomando el cielo para transmitir sus palabras, recordando por un momento a su primer Ikran, pensando que ya era tiempo suficiente de luto, necesitaba un Ikran nuevo....... Esta vez, al más grande. 



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