Capítulo 22- Cerrando ciclos 1

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Astoria Greengrass no estaba contenta, a sus escasos 15 años tenia una vida maravillosa, tenia un novio rico, una familia unida y de sangre pura, y bastantes expectativas sobre como gastar su dinero pocos años después, no tenía nada ¿A dónde se había ido esa vida? No lo sabía, de repente, Draco la había dejado solo porque no la entendía, su padre había muerto y dejándole todo su legado a esa traidora a la sangre de Daphne, y ella y su madre quedaron a la deriva y sin saber que hacer, pues Daphne insistía en que tenían que ganarse cada galeón que les daba, y como ninguna estaba dispuesta a eso, buscaron otra opciones, y así es como llego aquí.

-Entonces señor Miller, tenemos entendido que tiene muchos negocios aquí en gran bretaña y el extranjero.- escucho Astoria a su madre decirle al viejo libidinoso que tenían enfrente.
-Así es señora Greengrass.- el hombre finalmente le quito la vista de encima.- mis negocios son muy amplios.- el hombre hablaba con la boca llena y un pedazo de carne salido directamente de su boca llego al regazo de Astoria.
-Esto es suficiente.- la chica dejo su servilleta en la mesa y salió disparada al baño, llena de asco, llego al lavabo y quito el pedazo de carne masticado de su falda y lanzo un hechizo para que se fuera el hedor de la carne y se lavo profundamente las manos.
-¡Astoria!- Su madre entro poco después que ella.- ¿Qué estas haciendo? ¡Tenemos una oportunidad maravillosa aquí!
-¿Una oportunidad con don escupo todo lo que como?- le pregunto ella con incredulidad.- no hay manera en este mundo madre.
-Pero Astoria, ¡Tenemos que hacer algo! El dinero se nos esta acabando.
-¡Madre pues si es tan buena opción cásate tú con él!- dijo angustiada la chica.
-Yo y William...
-Ay madre por favor, William es tiempo pasado, el hombre ya fue juzgado y nada menos que ante la ley veela, no hay esperanza ahí, así que tú también podrías moverte.
-Pero a él le gustas tú.- dijo la mujer tajante.
-Pues si no me hubieras puesto sobre charola de plata, quizá ni cuenta se habría dado de mi presencia, fue tu insistencia en arrojarme a él lo que puso su atención en mí.
-Basta Astoria, es tu responsabilidad...
-Mira madre, estoy cansada que esto recaiga en mí, es obvio que no estas dispuesta a poner nada de tu parte, y si las cosas serán siempre así, entonces nos separamos, encuentra a tu banco y yo encontrare al mío, pero a como está la cosa, prefiero mil veces trabajar, que casarme con el puerco que esta allá afuera, adiós.

Y sin más Astoria salió del restaurante con la dignidad que tenía, sin voltear a ver al hombre que se la comía con la mirada, sin embargo, cuando la chica salió del restaurante, se extraño hasta que la madre regreso a su asiento luciendo avergonzada, pero a la vez decidida.

-Discúlpenos Sr. Williams, mi hija tuvo un asunto urgente que atender.- la mujer se puso en modo sexy y miro largamente al hombre quien le devolvió la mirada depredadora.- pero creo que tú y yo podríamos entendernos perfectamente.
-Bueno, soy un hombre con muchos intereses.- puso una copa de vino en su boca y sorbio consiguiendo que la mujer frunciera el ceño.- pero debo ver si realmente vales lo que pides.- y se acercó para besarla.

La mujer lo vio acercarse y casi tuvo el impulso de echarse atrás, el hombre tenia restos de comida en su horrible bigote y parecía casi querer salivar, por pura fuerza de voluntad cerro los ojos y pensó en Inglaterra para darse valor.

-Eres decididamente exquisita.- dijo el hombre maravillado.
-Me alegra que lo pienses.- dijo ella con dulzura fingida.

La Sra. Greengrass se convirtió muy pronto en la Sra. Miller, su hija la veía y le daban arcadas, pero aun así asistió a la boda, Daphne y su prometido Percy también habían asistido y pareciera que por primera vez en años ambas hermanas estaban de acuerdo, esto era repugnante.

-¿Estas segura que mamá no esta bajo ninguna maldición?- preguntaba Daphne mirando con desagrado al horrible hombre que no podía dejar de manosear a su madre en público.
-Lo estoy.- suspiro Astoria.-ella esperaba que yo me casara con él, pero me negué, soy ambiciosa hermana, pero hasta yo tengo mis límites.

Una veela diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora