VIII.

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- Doyoung. ‒ Intentó una vez más el tailandés. ‒ Doyoung... Doyoung... Doyoung... Doyoung, sabes que en cuanto más rápido aceptes más rápido voy a dejar de molestar. ‒ El pelinegro solo le dirigió una mirada sin mucho interés y siguió caminando. ‒ Doyoung... ¡DOYOUNG! por lo que más quieras, deja de ignorarme. Ya sé que ya habías quedado con el idiota de Suh, pero te la pasas todos los días con él, merezco un poco de atención también.

- Ten, sé que no te agrada, pero...

- Nada de Ten, ni nada de peros. ‒ Cortó inmediatamente el más bajito, poniéndose frente a su amigo para cortarle el paso e impedir que siguiera caminando. ‒ Llevas semanas rechazando salir o hacer algo conmigo por estar con él, tengo derecho a que me desagrade. El me esta robando a mi compañero de aventuras, a mi otra mitad ¿Sabes lo difícil que es encontrar a otra persona que este dispuesta a comenzar a beber desde el mediodía un lunes? Es dificilísimo. Yo no merezco estar pasando por esto.

- ¿Por qué siempre tienes que exagerarlo todo, Ten? ‒ El pelinegro comenzó a reír por el ceño fruncido del tailandés. ‒ Nadie te esta robando nada, además, ¿Esa es toda la importancia que tengo en tu vida? ¿Solo me usas para beber?

- Sabes que no es así, es más, ahorita ni siquiera te estoy pidiendo que me acompañes a beber. Solo quiero que pasemos tiempo juntos y bueno, si se nos atraviesa el alcohol en el proceso no me quejaría. ‒ Rodó los ojos, intentando reanudar su camino, pero Ten no se lo permitió. ‒ Podemos solo comer algo si quieres, no le va a pasar nada a Suh si un día no pasas tu tiempo libre con él.

- ¿Si te digo que sí, te vas a quitar de en medio para que pueda seguir caminando?

- Si me dices que sí, no solo voy solamente a quitarme de en medio, yo voy a comprar todo el alcohol que consumamos hoy. ‒ Dijo el más bajo muy serio.

- Tu no cambias, ¿Verdad? ‒ Ten puso su mejor sonrisa y el coreano solo negó con la cabeza fingiendo fastidio. En realidad el si quería pasar tiempo con Ten, ya casi solo lo veía en las clases, así que en cuanto el tailandés le menciono que hoy pasaran el día juntos y se brincaran algunas clases pensó en que su amigo no había podido ser más oportuno, pero por supuesto que el no iba a decírselo y mucho menos iba a aceptar en voz alta tan fácilmente, le divertía mucho cuando Ten se ponía de rogón, por le que decidió que era buena idea hacerlo sufrir un ratito. ‒ Está bien, hagamos lo que tu quieras. Voy a avisarle a Johnny que hoy voy a estar contigo, para que hoy no vaya a buscarme.

- Si, si, lo que sea. ‒ Ten lo tomó de la muñeca y emprendieron su camino hacia la tienda de conveniencia más cercana. ‒ ¿Traes contigo tu termo? Así podemos regresar aquí, tengo mucho que contarte y solo tirarme en el pasto en estos momentos me parece una idea muy atractiva.

- Lo hago. ‒ Contesto. ‒ ¿Sabes? Siempre me ha sorprendido la suerte que tenemos para que no nos atrapen bebiendo dentro de la universidad. ‒ Añadió el pelinegro, pues eran incontables las veces que habían metido alcohol a la facultad y que se habían emborrachado dentro de esta misma. ‒ Si lo hacen vamos a tener muchos problemas.

- No van a hacerlo, no nos vemos como esa clase de tipos. ‒ Se detuvieron frente a la tienda de conveniencia y Ten sacó su billetera. ‒ Voy a entrar, ¿Quieres algo en específico?

- Lo que tu vayas a tomar esta bien para mí.

- Buen chico, enseguida vuelvo. ‒ El tailandés se adentro en la tienda y Doyoung aprovechó para sacar su teléfono y teclearle un rápido mensaje a Johnny.

Johnny Suh

-Hey. Voy a pasar el día con Ten.

-Tiene un rato que no pasamos tiempo juntos, ¿Está bien para ti?

Dulces Heridas  [Johndo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora