XXI.

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- ¿Doyoung? ¿Estas escuchando algo de lo que te digo? ‒ Ten miro preocupado al más alto, últimamente Doyoung se perdía mucho, todos podían notar que estaba desanimado y no lo culpaba, entendía lo mucho que debía de dolerle lo de Taeyong aún. Ten y Jaehyun habían intentado de todo para que se animara aunque sea un poco, sin lograr absolutamente nada.

- ¿Eh? Si Ten, lo siento, quizás si Kun y tu hablan de ello puedan arreglarlo, ¿Ya intentaste eso? ‒ Contestó bajito, el tailandés hizo una mueca, la respuesta del pelinegro no tenía nada que ver con lo que le estaba contando, aun así sonrió para no hacer sentir mal a Doyoung y contesto.

- Seguro, voy a hacer eso, tienes razón, siempre la tienes.

El más bajito se levantó del sofá y se dirigió a la cocina, preguntándose una vez más si era posible que hiciera algo para ayudar a su amigo, el lo intentaba, lo intentaba todo el tiempo, pero estaba comenzando a frustrase. Tomo algo de fruta de la nevera y comenzó a picarla mientras seguía dándole vueltas a la situación, ¿Doyoung realmente había tomado la decisión correcta? Justo en este momento pensaría que no, pero era innegable que los únicos momentos en los que Doyoung se mostraba más animado era cuando se encontraba con Johnny, por más que el americano no le agradara, tampoco era ciego, Doyoung realmente estaba enganchado de él. Si el pelinegro hubiera elegido a Taeyong sobre Johnny ¿Seria Taeyong suficiente para animar a Doyoung? Seguramente no.

Suspiro frustrado y regreso a la sala, donde el más alto aún se encontraba recostado en el sofá. Se acomodo en el pequeño espacio que quedaba y el pelinegro de inmediato se acercó para recostar la cabeza sobre sus piernas. Comenzó a pasar sus dedos por el cabello lacio y negro, mientras que con la otra mano acerco un trozo de fruta a los labios contrarios, Doyoung acepto el bocado y continuaron así unos minutos, hasta que se agotó lo que había en el tazón.

- Sabes que no tienes que pasar todas tus tardes aquí Ten, no me va a pasar nada si me quedo solo, tú también tienes tus cosas que hacer, ¿Qué hay de Kun? ¿No le molesta que pases tanto tiempo aquí? ‒ El tailandés negó con una pequeña sonrisa mientras que el otro se enderezaba, quedando como indiecito sentado en el sofá.

- ¿A quien le importa lo que le moleste a Kun? Además, me caes mejor que el, prefiero pasar todo el día junto a ti que junto a él, es como un viejito, todo el día me esta regañando. ‒ Contesto, tomando la rodilla contraria y dándole un pequeño apretón. ‒ Por cierto, ¿Tienes planes la próxima semana? Pensé en que podríamos ir al cine, tu, Jaehyun y yo; ¿Qué dices? ¿Hay algo que te gustaría ver?

- No sé Ten, no me siento con muchos ánimos para ir al cine, pero podrían ir ustedes. ‒ Murmuro bajito, trazando líneas imaginarias con su dedo sobre su propia pierna. El más bajito negó de inmediato, poniéndose de pie.

- Bien, fue mi error por preguntar, me corrijo; sé que no tienes planes más allá de estar aquí encerrado, así que la próxima semana vamos a ir al cine, quieras o no, ¿Mejor? Ahora me estoy yendo, nos vemos mañana Doyochi. ‒ Acaricio una ultima vez la cabeza del contrario y se apresuro hacia la puerta, rogando internamente que mañana cuando volviera el coreano se encontrara un poco más animado.

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Era consciente de que las lagrimas no iban a dejar de salir si el no dejaba de mirar aquella foto, pero tampoco podía evitarlo. Si lo pensaba un poco era su culpa, después de todo el había estado de acuerdo con ello indirectamente al fingir que no sabía que Yuta se involucraba con uno y con otro en esas fiestas que tanto frecuentaba, y por más que Yuta siempre le juro que no era así, Doyoung siempre supo que mentía, tampoco es como que le hubiera importado, mientras que Yuta estuviera con el oficialmente podía seguir fingiendo que le creía.

Dulces Heridas  [Johndo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora