Capítulo 03

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Maeve.

Dos días después, no volví a ver al príncipe Aemond.

Aún cuando limpiaba su habitación, él no volvió a aparecerse en su habitación ni tampoco lo volví a ver en ningún otro lugar donde pudiera aprovechar para hablar con él y regresarle las monedas.

No estuvo a mi favor.

Tal vez porqué él tenía cosas que hacer, cosas importantes. Y seguramente él ya no volvería a perder su tiempo con una sirvienta como yo una vez ya me había ayudado suficiente.

Pero aún así, quería devolverle esas monedas. Y no pude.

Hasta que comencé a considerar sus monedas, que por cierto escondi muy bien en la funda de mi almohada para que nadie las encontrara. Ni siquiera Septa Irene o Sonia, su favorita.

Y comencé a considerar el gastarlo para comprarle un obsequió por el día de su nombre a Olga, la cocinera. Será dentro de dos semanas más así que... compraré algo para ella.

Todavía siento que el dinero no es mío pero si lo es. Y es simplemente raro el tenerlo y también se siente como un crimen tenerlo escondido desde que me lo entregaron.

Y ahora estoy en las cocinas ayudando a Olga al igual que otras chicas y sorprendentemente, no es un desastre como todos los días, lo cual es raro pero muy gratificante.

Le estoy ayudando a lavar verdura, limpio alguno que otro plato o vaso sucio y la ayudo en todo lo que me pide.

—¿Puedes ir por la fruta, Maeve?—me pide Olga.—Es una canasta, el hombre ya debe de estar esperando en las puertas, solo te la entregará.

—Claro.

Me quitó el mantel de encima para no mojarme ni ensuciarme y observó a Olga con una pequeña sonrisa sin que se de cuenta.

Pues después de esto, cuando termine con mi día, saldré a las calles a comprarle su obsequió que, después de pensarlo mucho, será un collar.

Y no llamaré su atención ya que ella está acostumbrada a saber que me voy a mi habitación después de terminar con mis deberes. Así que no se lo esperará en lo absoluto.

Hago mi camino fuera de las cocinas para ir al patio trasero donde normalmente a está hora del día no hay nadie.

El campo de entrenamiento suele estar vacío, ya que muchos de los guardias o incluso el príncipe Aemond entrenan durante la mañana o tarde. Jamás se quedan hasta está hora.

Pero al llegar ahí, me sorprende ver algunos guardias entrenando, pero solo unos guardias.

Frunzo ligeramente mi ceño pero continuó mi camino cruzandome con otros sirvientes y algunas personas más.

Me dirijo a la pequeña puerta aparte de las enormes puertas donde el señor del mercado espera con la canasta de frutas.

Pero mis nervios y ansiedad aparecen cuando noto como Setpa Irene está aquí hablando con un hombre que desconozco, seguramente un miembro del Consejo del rey.

Y con mi mirada baja, paso por su lado para ir hacia el hombre.

Siento su mirada cuando me acerco, la mirada que juzga y penetra como si quisiera ver a través de mi y por suerte no me dice nada, solo ve que hago mi trabajo al recoger la canasta de frutas.

Le agradezco al buen hombre y vuelvo mi camino hacia las cocinas, acomodando la pesada canasta en mis brazos, que no es nada que no pueda manejar.

Aunque está canasta se siente definitivamente más pesada que las otras que he recogido.

𝐆𝐑𝐄𝐘 𝐀𝐍𝐃 𝐁𝐋𝐔𝐄──𝐀𝐄𝐌𝐎𝐍𝐃 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora