Capítulo 14: Felices hoy y destruidas mañana

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Había volado antes para ver a mis abuelos paternos en Inglaterra, ahora estaba en un avión privado con Khum Sam tomando mi mano, sentí un revoloteo en el estómago al ver la isla que se mostraba ante nosotras. Ella me sonrió reconfortantemente, consiguiendo que tuviera una falsa esperanza de que todo iría bien para nosotras, que las clases sociales no nos destruirían, que nosotras mismas no nos haríamos daño la una a la otra. El amor que nos enceguece, nos hace orgullosos y estúpidos, creyendo que no hay nada malo en la sonrisa de tu pareja, cuando deberías prestar atención a la mentira que se oculta. Khum Sam y yo éramos felices juntas, caminábamos y bajábamos del avión, olisqueamos el agua salada y la brisa húmeda y cálida. Esta sería nuestra vida si nos permitieran amarnos. Me quité las sandalias, recordando el amanecer que vimos en el avión, ahora el sol iluminaba el mar. Una parte de mí, la que adoraba a Khum Sam desde siempre, estaba emocionada a la idea de esperar a su bebé, la más racional estaba en pánico. Un plebeyo teniendo un hijo de una princesa, muy a pesar de que la reina odiara su unión sentimental, no admitiría un hijo de sangre sucia… Mi sangre. Me acerqué al agua y está tocó mis pies en livianas olas. El amor imposible era más fácil, era triste, pero no me desgarraba por dentro. El amor correspondido es otra cosa, como una frágil flor que puede ser destruida en cualquier momento, su duración dependerá de lo valiente que seamos. Me sentí una cobarde, tenía demasiado miedo por mi bebé, Khum Sam y yo, especialmente si alguien quisiera separarnos realmente. Mi corazón me recordaba el amor de ella que crecía, así como el mío. Deseaba confesarle que soy una cobarde, que no deseo enfrentarme a su familia, no quiero que digan lo que ya sé, que no soy digna y nunca lo sería. Mi Chamcham es tan hermosa, fue lo que pensé al ver a Khum Sam mirando el mar a pocos pasos por delante de mí, así que la abracé.
— ¿En qué estás pensando, mi amor? —Susurré en su oído y besé su mejilla, ella sonrió sin mirarme, todavía absorta en el amar.
—Pienso en que me siento muy feliz de traerte a este lugar.
— ¿Esta isla es tan especial para ti?
—Lo es, me la regaló papá en su testamento.
—Lo siento… no quería traer recuerdos tristes.
—No creo que lo sean… Un día él me dijo que era su refugio, que venir aquí con nosotras y mamá lo hacían el hombre más feliz del mundo… Era su lugar seguro… Les dejó a mis hermanas otras cosas, la mayor vendió todo, no quería tener nada más que ver con nuestra familia y no la he visto en un tiempo, cuando Song murió, sus cosas fueron divididas o donadas, pero este lugar siempre fue mío. —Dijo y se giró para verme. —Ahora es nuestro, Mon… Deseo ver cosas rosas aquí como en nuestra casa, que vengas a este lugar cada vez que te sientas triste y perdida, so sólo cuando seamos felices… Incluso si muero, me aseguraré de que este lugar no sea de nadie más, porque es nuestro. 
  Khum Sam me abrazó y me besó esa hermosa mañana, todo era perfecto, era único… y efímero. Creo que en el futuro seguiré recordando esos días. El viento soplando nuestros cabellos, el sonido de las olas y Khum Sam amándome. Somos un par de cobardes, ingenuas y estúpidas, deseando un mañana donde el amor no sea determinado por los pensamientos arcaicos, las burlas y las clases sociales, un lugar donde soñar con una mujer inalcanzable se haga realidad. Me uní a la empresa de Khum Sam para reencontrarme con ella, incluso para verla a lo lejos y pensar que, aunque nunca se fije en mí, estaría acompañándola. Peleamos, nos reconciliamos, tantas veces que no recuerdo, tal vez lo hagamos más, pero eso no dice que la amo menos, somos humanos y nos equivocamos, somos tercos, lo importante es recordar la felicidad que esa persona te dio, colocarla en una balanza y darte cuenta de que esas discusiones son pequeños precios a pagar por momentos mágicos como éste. Así que, Khum Sam, esta es mi promesa, incluso si el destino nos odia y nos separa, soy la que siempre te admira, la que estará a tu lado pase lo que pase, incluso en la distancia, porque soy la que siempre va a amarte, así que, ámame, Khum Sam, ama a la cobarde que soy, porque yo te amo… Prométeme que nunca me dirás que me odias.
—Mon, vamos, que quiero mostrarte la casa. —Dijo Khum Sam mientras me abrazaba, nos separamos y nos tomamos de las manos, algo que haríamos todas las vacaciones. La casa no me decepcionó, siendo más una mansión o una posada de lujo, y el pueblo más cercano estaba en otra isla a la que se accedía en un pequeño barco que Khum Sam sabía maniobrar a la perfección. —Voy a ir por provisiones. ¿Vienes?
—No… Preferiría quedarme y desempacar, si no te molesta.
— ¿Quieres que traiga algo en particular?
— ¿Qué tal gambas? Una isla hermosa, jugo, mariscos y la compañía de mi novia… ¿Te parece bien, Chamcham?
—Muy bien, Chamcham va a ir a buscar provisiones para el refugio de ChamChamMonMon.
   Tras quedarme sola, busqué la prueba de embarazo y me dirigí al baño, sentada hasta que el aparato cambió de color, angustiada abrí varios paquetes más y todos decían lo mismo. Mi felicidad y mi angustia eran igual de poderosas, lloré sin control. ¿Por qué estar embarazada me haría sentir tan desdichada? Pues porque tenía miedo, no de Khum Sam, sino de los desafíos que vendrían tras dejar la isla. El amor a veces no era suficiente. Khum Sam estaba en la otra isla, su sonrisa resplandeciente, imagino que sorprendería a los habitantes locales que la conocían. Por una vez, con una lista que le había dado, ella compraba todo, un tarareo animoso, hasta que el sonido de su móvil la perturbó en su paseo.
— ¿Qué quieres, Kirk?
—Sam, hice algo mal. ¿No es así?
—Ya dije que amo a otra persona.
— ¿Quién es, Sam? Realmente no puedo creerlo.
—Es Mon, Kirk. —Confesó cansada.
—Mon… ¡¿Hablas de Kornkamon?! ¡Es una empleada! ¡Una empleada, Sam!
—Creí que te agradaba ella.
—Me agradaba… No creí que ella pudiera ser así.
— ¿Así cómo?
—Relacionarse con su jefe para obtener favores.
—Voy a trancar, Kirk.
—La abuela pregunta por ti, Sam.
—No le digas, yo seré quién hable con ella, pero no ahora.
—No puedes darme ordenes, Sam… Ya no.
—Kirk, te mataré si le has dicho algo.
—Me lastimaste, Sam… Siempre te he esperado.
— ¡Yo no quería casarme con nadie en primer lugar!
—Puedo hacerte feliz… Ahora, dime dónde estás, Sam. 
— ¿Decirte? ¿Dónde más estaría?
—No estás en tu casa, eso lo tenemos por seguro.
— ¡¿Fuiste a mi casa?! Espera… ¿Tenemos? ¿A qué te refieres?... ¿Nita?
—La abuela quiere decidir por ti, Sam, ya que no tomas buenas decisiones, antes de que hagas algo que puedas lamentar… Ven y escógeme, es eso o la abuela escogerá a Nita… Al menos yo soy tu amigo y te quiero de verdad. 
—Lo dice el que me apuñaló por la espalda diciéndole a la abuela.
— ¡Tú me abandonaste!
— ¡No se puede abandonar algo que nunca quise!
—Tienes tres días, Sam, o la abuela te buscará.
  Khum Sam terminó la llamada, su rabia y miedo destruyendo su estómago, así que regresó al barco y se sentó en su camarote, abrazó sus piernas contra el pecho y lloró. Cuando ella llegó se me había pasado el trauma y traté de mostrar mi sonrisa más grande, ella también sonreía, ambas como si nada hubiera pasado. El costo de la sinceridad es muy grande, ser sincero te acercaba y te alejaba en partes iguales de tus seres queridos, hace los problemas más reales y nosotras somos cobardes. Khum Sam quería que aquello no la afectara, ser fuerte por mí, yo deseaba lo mismo, pero no es fácil, nunca lo es ir en contra de tu familia. Ella amaba y temía a su abuela, escogerme sería traicionar a la abuela, escogerla seria traicionarme a mí. No podía imaginar el costo que pagaba Khum Sam, yo sabía que mi familia me apoyaba, para ella era diferente, amarme le costaría perder a la persona que la crio, y por muchos defectos que su abuela tenga, abuela y nieta se amaban. Estábamos huyendo, escondiéndonos, evitando la separación con desesperación. 
—Khum Sam. —Susurré en la noche, ella abrazándome desde atrás, horas después de hacer el amor. — ¿Estás dormida o despierta?
—Despierta… ¿Pasa algo?
—Soy muy feliz ahora, quisiera poder detener el tiempo.
—Yo también… Si pudieras pedir un deseo. ¿Cuál sería?
—Nunca me molestó ser quién soy, pero ahora deseo no ser un plebeyo, ser digna de Khum Sam.
—Eres digna de mí, nunca podría amar a alguien que no considere digno… Soy yo la que cree que no es lo suficientemente buena.
— ¿Y tú que desearías?
—Deseaba no sentirme sola, ahora que ya no lo siento, deseo no perderlo.
—Deseo… —Traté de pensarlo, especialmente al sentir a Khum Sam girarme para que mi cabeza estuviera en su pecho, ella acariciándome sosegadamente, mientras la brisa entraba desde el balcón. —Desearía casarme y tener una familia con la persona que amo, así como mis padres, siendo felices.
—Yo también quiero una familia y ser feliz contigo.
—Khum Sam… hay algo que tengo que decirte.
— ¿Qué es? ¿Es algo malo?
—No, no es malo. —Respondí, la miré a los ojos y el miedo me llenó. ¿Sabes qué es lo que realmente deseo? Deseo ser más valiente, sentir que soy suficiente, que amarme no va a destruirte… Deseo decirte que mi bebé es tuyo. —Yo… yo quería decirte que te extrañé mientras no estabas conmigo.
   Había que regresar a la realidad, la semana se volvió apenas un fin de semana, especialmente ya que Khum Sam dijo que surgió algo. Lo más extraño es que dijera que me quedara en casa de mis padres unos días. No podía entenderla, así que la obedecí, de todas formas, deseaba ver a mi madre y decirle sobre mi estado. Fui al trabajo como siempre, Khum Sam se quedó en su casa, así que le prometí que la llamaría si ocurría algo. Cuando era hora del almuerzo me encontré con la mujer de la otra vez, la que se llamaba Nita.
— ¿Viene a ver a Lady Boss?
—La verdad es que vine a verte a ti. ¿Me darías tu tiempo? Te invito a almorzar, señorita Kornkamon.
— ¿Cómo es que sabe mi nombre?
—Oh, no te preocupes. Sam me dijo de ti, así como a Kirk.
— ¿El señor Kirk lo sabe?
—La abuela también lo sabe, por supuesto. —Dijo con una sonrisa que me aterró, di un paso atrás sin entender. —Yo no se lo dije, aunque no tienes que creerme, la verdad es que Kirk fue el primero en hablar… Un hombre borracho dice muchas tonterías. La abuela esperó para que Sam apareciera y explicara, pero ella, como era de esperarse, le tiene demasiado miedo como para enfrentarla, así que…
—Quieres decir que Khum Sam está con ella ahora mismo.
— ¿Buscamos un lugar para comer? —Ofreció y asentí sin pensar. Fuimos a un restaurante francés, donde ella pidió la comida, pues yo seguía aturdida. AL final, Nita comía tranquilamente y yo apenas toque nada. —Sam debe estar demasiado preocupada por lo que le dirá la abuela si no se ha dado cuenta.
— ¿De qué hablas?
—Las omegas embarazadas tiene un olor muy característico. Sam es despistada, incluso tonta, si quieres. No sabe nada de la vida si no está escrito con puño y letra de su abuela.  ¿O es que ella ya lo sabe? —Preguntó y me paralicé, sudor frío recorría mi garganta. —Así que no sabe nada. ¿Eh? Eso está bien.
— ¿Cómo puede eso estar bien? —Susurré apenas audiblemente, mi cabeza gacha sin saber que más hacer.
—Eso no importa… Sam está sola enfrentando a su abuela y tú eres la fuerza y la debilidad. Ella nunca ha desafiado tan descaradamente a su abuela hasta que tú llegaste a su vida.
— ¿Por qué me estás diciendo esto?
—Porque la abuela no quiere a Kirk, es rico, pero nada más. En mi caso, soy lo que la abuela quiere para su nieta, tengo linaje. Puede que Sam enfrente a su abuela con o sin ti, pero si vas hará una diferencia, ella luchará o se rendirá, sin comodines en el medio… Pero ese es el problema. ¿No es así? ¿Sabes lo que le pasó a la hermana de Sam al desafiar a la abuela? Lo perdió todo… Además, puede que ese bebé sea tuyo, un hijo no deseado para la abuela, pero sigue siendo de Sam… Sin andarme con más rodeos… Deja a Sam ir, o la abuela te quitará al bebé si se entera que existe. Sólo el dinero protege al dinero.
Continuará...
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Fanfic de GAP THE SERIE: Mordida de posesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora