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-Entonces ma chère, ¿estás lista?-. le dijo la lobizona emocionada. Enid mecía tiernamente su cuerpo mientras observaba a su novia con su típica mirada coqueta y su brillante sonrisa en el rosteo.

-Siempre lo estoy cara mia, especialmente si se trata de ver a una magnífica, terrorífica y agresiva bestia-. Wednesday estaba cruzada de brazos mirando a su amada con su característico semblante serio, la Sinclair le había dicho que su loba se vería diferente a la que vió luchando con el hyde y eso le fascinaba a la gótica, los libros de lobizones que había leído no mencionaban nada sobre una evolución del lobo hasta alcanzar su forma definitiva y por ende la maduración de sus cuerpos, suponía que esto era debido a lo peligroso que sería si esa información se masificaba fuera de las comunidades lobunas, por lo que se emocionó al realizar este nuevo descubrimiento y poder tener la fortuna de presenciar en persona los acontecimientos que su novia le acababa de revelar.

Enid comenzó su transformación y Wednesday sintió el placer recorrer su cuerpo al escuchar el exquisito sonido proveniente de sus huesos al romperse y reacomodarse junto con los dulces quejidos de dolor que se escapaban involuntariamente de la rubia creando una melodia increíblemente satisfactoria para la Addams, no pestañeó en ningún momento tratando de evitar perderse algún segundo del enlobamiento de su amada.

La loba de Enid se encontrabá mirando con adoración a la gótica y viceversa, a Wednesday le parecía impresionante el cambio en la apariencia de la lobizona que se encontraba frente a ella, el pelaje negro que recordaba ahora era de un color tan rubio que fácilmente se podría confundir con el blanco, exceptuando la punta de la cola y las patas que le daban un toque cómico al hacer parecer que se encontraba usando zapatos, los pelos rosados que resaltaban en su cabeza la primera vez que la vió seguian ahí solo que esta vez estaban mezclados con otros de tonalidad azul.

Wednesday se acercó ensimismada hacia la preciosa loba y sin pensarlo dos veces acercó su mano al hocico de esta, Enid entendió de inmediato lo que su novia quería y abrió el hocico dandole libre acceso a su novia, la gótica estaba fascinada por el tamaño de sus colmillos y lo filosos que se veían y se sentían todos y cada uno de los dientes que estaba examinando, sin duda si Enid lo deseara lograría arrancarle la mano solo cerrando con fuerza su hocico, sería magnífico.

La Addams quitó su mano de los colmillos de su amada dando a entender que ya podía cerrar su hocico, su atención inmediatamente fue hacia sus orejas, las acarició con gentileza notando lo grandes y puntiagudas que eran, al tacto eran tan suaves y tibias, no pudo evitar comparar la sensación con el sentir de sangre fresca corriendo por sus manos después de despellejar a algún animal salvaje.

Enid soltó un gruñido de satisfacción por el contacto de su novia en un punto específico que se encontraba detrás de su oreja.

Wednesday no podía quitar la vista de la silueta lobuna de su amada y para ser sincera tampoco quería hacerlo, le encantaba lo feroz y aterrorizante que se veía la rubia. Enid por su parte la miraba con adoración y no se contuvo cuando sintió la necesidad de aullar, aulló apasionadamente a su preciosa luna, prometiendo que su aullido solo sería para ella, sellando una promesa de devoción eterna hacia su amada Wednesday.

La gótica sintió una calidez en su pecho mientras escuchaba el melodioso aullido de Enid, no sabría explicarlo pero algo dentro de su ser le decía que la lobizona, con esa acción, le acababa de hacer una promesa de amor eterno.

-Mon chiot, ¿Qué tan rápido puedes correr?-. Preguntó Wednesday cuando la rubia había terminado su canto apasionado, a Enid le brillaron los ojitos y se inclinó indicándole con un movimiento de cabeza que subiera a su lomo, de igual manera los ojos de la gótica brillaron ante la propuesta y sin pensarlo 2 veces se subió en el lomo de su novia, en cuanto Enid la sintió aferrandose con fuerza a su pelaje emprendió su carrera, corrió a toda velocidad, quería demostrarle a su amada que ella era la mejor lobizona de todo el planeta, sin notar que para Wednesday ella lo había sido desde el momento que se conocieron.

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-¡NO ESTHER, NO VOY A ACEPTAR QUE DEJES A EIRIAN DE LADO PARA PONER A ENID COMO ALFA!-. Gritó Murray hacia su mujer, llevaban ya media hora discutiendo sobre este tema.

-Entiende Murray, Enid es la mejor opción, seremos temidos por todos-. Habló Esther tratando se convencer a su esposo.

-Mira Esther, desde que nació Eirian tú decidiste que él sería el alfa, lo criaste especialmente para que tomara tú lugar, hiciste que su vida girara en torno a ser tú sucesor y no voy a permitir que le quites el propósito que tú le diste a su vida- Murray estaba exasperado pero no debía gritar, había perdido lo estribos hace un momento por la constante insistencia de su esposa pero sabía que no debía dejarse llevar por sus emociones, no quería volver a arriesgarse a que Esther tratara de rajarle la cara con sua garras.

-Lo superará, debe aceptar que la manada merece un alfa mejor-. La mujer habló con desinterés.

-Claro un alfa de sangre ¿no?, Enid no lo aceptará-.

-Lo sé, cuando se los dije se negó-.

-Entonces deja de insistir Esther, estás agobiado a la cachorra con tu constante presión, deja de intentar controlarla, Enid no te lo permitirá-.

-Esto es tú culpa Murray, siempre la mimaste, si me hubieras dejado ponerle mano duda no se negaría ante ninguna de mis peticiones, sería perfecta, igual que Gwill y Eirian-.

-¡ENID ES PERFECTA, LA EDUQUÉ PARA QUE FUERA UNA PERSONA A PARTE, NO LOGRÉ HACERLO CON MIS CACHORROS PERO LOGRÉ QUE ALMENOS ELLA NO FUERA OTRA EXTENSIÓN MÁS DE TÍ!-. Murray no lo soportó más, estaba harto de que su esposa quisiera a sus hijos solo si estos la obedecían en todo, no podía entender como se pudo enamorar de alguien como ella.

-¡A MÍ NO ME GRITES Y NO ESTOY PIDIENDO TÚ MALDITA OPINIÓN MURRAY, TE ESTOY AVISANDO!-.

Murray sintió un nudo en su garganta mientras trataba de aguantar sus lágrimas, no quería llorar y que Esther se sintiera victoriosa al verlo en ese estado.

-Claro cariño, aquí todos obedecemos al alfa, perdona mi imprudencia-. su voz salió involuntariamente como un susurro lastimero y mientras trataba de escapar de la situación escuchó a su esposa hablarle con burla.

-¿Estás seguro que eres un alfa Murray?, porque tienes el sentimentalismo de un puto omega-.

Esa frase le dolió demasiado al lobizon, no por su estúpido ego de alfa si no porque sintió la traición de su amada en el alma.




Alfa de sangre (Wenclair)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora