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Enid miró atónita a Wednesday, nunca esperó que la gótica le exigiera ser marcada.

-N-no Willa-. Dijo la rubia mientras se paraba de la tina y se comenzaba a envolver con su toalla rosada. -lo siento-. fue lo último que dijo antes de salir del baño dejando en la tina a una pelinegra confundida.

"¿Qué acaba de pasar?"

Se preguntó Wednesday tratando de pensar una respuesta para el comportamiento de la rubia.

"¿Acaso está así porque casi me marcan?, ¿Le dará asco marcarme por eso?, ¿Ella ya no me quiere?"

La gótica pasó suavemente sus dedos sobre su nuca sintiendo la sensación rasposa de la costra que se había formado en el rasmillón que le había provocado aquel lobizon imbécil.

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Enid salió de su habitación vestida con una pijama corta de tonalidad rosa pastel y unas pantuflas afelpadas con forma de conejito del mismo color, fue directamente y a paso rápido hacía la oficina de su padre, al entrar encontró al hombre llorando silenciosamente mientras estaba apoyado en su escritorio. Murray se paró rápidamente de su silla tratando de secarse las lágrimas, no quería ser visto por su cachorra en tal estado.

-Papá-. Dijo Enid acercandose rápidamente al hombre para abrazarlo con fuerza.

-Lobita, perdóname, no pude protegerlas-. Habló el hombre devolviendole a su hija el abrazo. Murray sin ser capaz de seguir conteniendo sus lagrimas de nueva cuenta comenzó a llorar con una tristeza y culpa que causaría aflicción hasta a la persona más apática del planeta.

-No fue tú culpa papá, sé que si hubieras podido evitar todo, lo hubieras hecho-. Dijo Enid tratando de calmar a su padre, solo una vez en su vida lo había visto tan arrepentido y triste, fue hace mucho tiempo atrás, cuando ella era una cachorra de tan solo 7 años, recuerda como su madre la había llevado a cazar junto a sus hermanos pero al negarse rotundamente a ensuciar su preciado vestidito rosado y llorar ante la idea de dañar a algún animal su madre desesperada por sus actitudes anormales rasgó su ropa y la embadurnó con las tripas del ciervo que había cazado, recuerda las palabras exactas de su madre al verla desesperada llorando "Enid solo te estoy ayudando a ser normal, deja de llorar, eso no es digno de un alfa". Cuando llegarón a casa después de tan desastroso paseo su padre al verla inmediatamente la tomó en brazos y corrió con ella al baño, recuerda todas las veces que con desespero se disculpaba por no haber ido con ellos y evitar la situación pero como siempre él no era el culpable de nada, no había nada que perdonarle, siempre la única culpable de todo era su madre.

-Yo debí suponer que tú madre haría algo así, no debí aceptar ese maldito vaso de agua, debí mantenerme alerta-. El hombre besó la cabeza su hija con cariño y comenzó a limpiar las lagrimas que caían de su propio rostro.

-Papá, no te sigas culpando, me duele verte sufriendo por algo que no se podía evitar, lo importante es que ahora todo está bien, estamos bien-.

Murray volvió a envolver a su hija en un cariñoso abrazo, no sabía que había hecho para merecer una hija tan buena como Enid, se sentía muy poco padre para ella.

-Eres la mejor hija que podría haber tenido, te adoro con mi alma Enid-.

-Yo también papá, no puedo pedir un papá mejor que tú porque no existe-. Respondio la rubia acurrucandose contra el pecho del hombre, sintió su cuerpo relajarse al sentir el rítmico y tranquilizante tamborileo del corazón de su padre tal como cuando era pequeña y dormía plácidamente acostada sobre él.

-Cariño, agradezco mucho que estés conmigo pero no me parece correcto que hayas dejado a Wednesday sola, lo que vivió hoy fue algo horrible-. Dijo Murray acariciando el cabello de su cachorra, estaba preocupado por la gótica y la idea de que Enid no estuviera junto a ella para darle tranquilidad no le era agradable, después de todo las parejas deben cuidarse y apoyarse entre sí.

-Lo sé pero... papá, Wednesday me pidió que la marcara-. Era notoria la vergüenza de la rubia al revelarle a su padre esos detalles de su relación, marcar a tú pareja era algo tan íntimo como tener relaciones sexuales así que se le complicaba hablar sobre ese tema con el lobizon.

-Eso es bueno cariño, ¡Te felicito!-. Emocionado volvió a abrazar a su hija, saber que la mate de su cachorra estaba dispuesta a sellar la unión era la mejor noticia que podría recibir.

-No, papá... yo no quiero marcarla-.

-¿Qué?, ¿Por qué?-. Era irracional, una vez que encuentras a tú mate marcarlo se volvía una necesidad para el lobizon dominante, no entendía porqué su hija se negaba a marcarla.

-Creo que ella... ella está mal por todo lo que paso, Wednesday se muestra muy ruda y estoica ante la situación pero yo lo ví y lo sentí, el terror que experimentó al estar tan expuesta, casi me la arrebatan, tuve tanto miedo en ese momento papá, los sigo teniendo, estoy aterrada ante la idea de perderla-. Enid no pudo seguir aguantando y se echó a llorar en los brazos de su progenitor, trató de mantenerse fuerte para no causarle más problemas a Wednesday pero ya no podía seguir conteniendo todas esas emociones.

-Cariño, no la perderás, ya están juntas y nada podrá separarlas, tienes que dar este último paso para sentirte más tranquila-.

-No, no puedo, ella acaba de pasar por una situación traumática, la intentaron marcar en contra de su voluntad, no puedo simplemente ignorar eso y marcarla como si nada hubiera ocurrido, Tengo miedo de que si lo hago ella no pueda evitar relacionarme con ese imbécil-.

-Lobita, ¿no crees que Wednesday debe saber lo que quiere y necesita?, entiendo que tengas ese miedo pero deberías confiar en tu mate, hablalo con ella, sé que lo entenderá-. Dijo el lobizon mientras acariciaba la espalda de su hija. -Ahora vé a disculparte, te conozco y sé que probablemente saliste corriendo después de rechazarla, ¿no crees que eso debió ser doloroso y confuso para ella?-.

Enid finalmente se atrevió a levantar su cabeza para observar a su progenitor, que tonta había sido, Wednesday la necesitaba y ella solo había huido a refugiarse en su padre.

Alfa de sangre (Wenclair)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora