Capítulo 8-Mein Káiser

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Al volver al campamento di instrucciones para que llevarán a los orcos aún barracón libre, también les expliqué las normas que debían de seguir. Aunque algunos de los mandos parecían reticentes a la idea de que estuvieran aquí, nadie dijo nada. Al llegar a mi barracón, Erika me estaba esperando con cara enfadada—¡Se puede saber qué ha pasado ahí fuera! ¿Por qué has dejado entrar a esas cosas?— — Yo también me alegro de verte— —¿¡Porque los has dejado entrar!?— en ese momento la miré con cara sería—Será mejor que cambies el tono con el que me hablas, por si lo has olvidado soy tu comandante y el Kaiser— — ¿¡Ha que viene eso ahora!?— — Solo digo que...— —¡Así que ya no quieres saber mi opinión! ¿Sólo quieres follarme y que te diga que si a todo?— —Yo no he dicho eso, sólo he ...— de repente dejo lo que estaba haciendo y se dirigió a la habitación y empezó a recoger sus cosas—¿Que estás haciendo?— —¡Me voy!— —Espera por favor— en ese momento le cogí por la muñeca, y en ese momento me lanzó una mirada furiosa—Suéltame— —No hasta que me escuches—En ese momento se giró y me lanzó un puñetazo, que esquive—Escúchame por favor. No quiero pelear — una vez que estuvo fuera de mi agarre cogió sus cosas y salió de la habitación y se dirigió a la puerta y salió—¡¡¡Y está duermes tú sólo!!! ¡ No soy tu putita!—Después de decidir aquéllas palabras se marchó, acto seguido cerré la puerta. A la mañana siguiente había intentado contactar con Erika en varias ocasiones pero en ninguna de ellas había recibido respuesta. A lo largo del día había recibido varios informes de los soldados que habían sido destinados al pueblo orco como su sociedad, armas etc. También había recibido informes del Teniente general Wiart sobre cómo se estaba desarrollando la relación con los orcos. Después de terminar de revisar los informes y el papeleo mire el reloj de mesa y me di cuenta de que ya casi medio, suspire profundamente —Odio el papeleo. Aun faltan unas para la reunión—acto seguido sonó un interfono—Mein Káiser, una tal Sargento Strasser ha venido a entregar unos informes— rápidamente y sin perder el tiempo conteste—Hagala pasar, rápido — en ese momento la puerta se abrió y reveló la figura curvilínea de Erika, vestida con su uniforme de faena—Me alegro de que hallas venido—me lanzó una mirada de indiferencia, se paro y me saludo al estilo militar —Mein Káiser, le traigo los informes del doktor Von Braun y de herr Tesla— —Vamos, Erika no me trates como a un extraño— —Lo trató como se merece "Mein Káiser" Ahora si me disculpa tengo obligaciones que hacer—acto seguido con total indiferencia se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta. Antes de que pudiera salir de la habitación le bloqueé el pasó, cerré la puerta, eche el pestillo y la voltee. Su rostro expresaba temor y su pecho subía y bajaba agitado—¿Que vas....?—sin déjala terminar la frase comencé a besarse apasionadamente, mientras presionaba mi cuerpo contra el de ella. Al principio intento separarse, pero poco a poco comenzó a exigir más mientras movía sus caderas y me mantenía agarrado por él cuello. Después de una se varios minutos de apasionados besos conseguí separarme de ella. Su pecho subía y bajaba rápidamente como si hubiera terminado de correr una maratón, al igual que el mío. Sin decir nada Erika saltó a mis brazos, mientras la sujetaba por su trasero y ella de mi cuello, mirándome con sus preciosos ojos azules como joyas dijo jadeando—Aún sigo enfada contigo ¿Como vas a compensarme?— — Se me está ocurriendo una idea—acto seguido me miro con una mirada llena de deseó. Un momento después volvía a besarla, está vez más lentamente y a caminar devuelta a mi escritorio. Mientras tanto ella comenzó a desabrocharme los botones del uniforme—Estoy muy enfadada. Mucho— al llegar al escritorio, la coloque encima de este y sin perder el tiempo, ni romper el beso comencé a desabrocharle su uniforme—Putos botones— —¡Aaah! Arráncame la ropa— —No me des ideas—cuando conseguí desabrocharle los botones, con la mano tiré todas las cosas que había sobre el escritorio, que nos estorban al suelo y la tumbe sobre el—¡Aaah! Me estoy volviendo loca con la espera ¡Follame de una maldita vez!—al quitarle los pantalones quedo al descubierto su zona íntima, cubierta por unas braguitas de color blanco. Al fijarme me di cuenta de que estaba de que estaba completamente mojada, —Pareces una perra en celo, ahora mismo— ella me miró fijamente con su cara sonrojada —Mmmm, me estoy volviendo loca— con un simple movimiento la penetre —¡Aaaah! ¡Joder si!—Los húmedos sonidos que resonaban hicieron que Erika se enrojeciera hasta sus oídos. Y una extraña sensación comenzó a hervir a fuego lento, haciendo que los dedos de sus pies se enroscaron—¿Te gusta, he?— —¡Ah!— Se sentía como si los destellos de chispas de la parte inferior de su cuerpo volaran hacia su cabeza. Erika se aferró desesperadamente a mis hombros—Te amo— exclamo Erika —Joder, yo también te quiero— —Te gusta cuando te follo ¿verdad?— — ¡Siiii!—Su voz era tan extraña que ni siquiera ella misma podía reconocerla. Su corazón latía furiosamente y estaba destrozada por una intensa sensación de debilidad en sus extremidades. Erika mordió mi hombro, tragando desesperadamente un gemido penetrante. Mientras la penetraba persistentemente, el calor hervía dentro de su cuerpo y aumentaba más allá de su control. Erika jadeó y se arqueó debajo de el; sentía como si su vientre se estuviera derritiendo—¡... Oh... M-,me-me corro!—Un torrente de líquido explotó violentamente y salió de su interior. Los pulsos de la descarga eléctrica le hicieron soltar un grito lo suficientemente fuerte como para erizar toda su piel. Mientras ella trataba de escapar, él abrazó su cuerpo que se balanceaba—Quiero un bebé tuyo, quiero muchos bebés tuyos— —Te daré todos los que quieras...— de repente deje de moverme y mirandola a sus preciosos ojos azules le dije—¿Quieres...quieres, casarte conmigo?—Erika no dijo nada, se me quedó mirando en shock, mientras su pecho subía y bajaba—Si...¡Ahora!— —¿Ahora?— —¡Ahora!— —¡Ahora!— Con cada segundo, el calor se elevaba gradualmente desde el interior de su cuerpo. Vino como una ola lenta, pero el choque fue violento. Las piernas de Erika temblaron, su espalda se arqueó y luego sintió que algo explotaba dentro de ella por segunda vez. Erika presionó su cara contra su hombro y esperó a que pasara la intensa sensación. Sus caderas se estremecieron, algo cálido goteaba entre sus piernas... Envolví mis manos alrededor de su cara y la besé frenéticamente mientras nuestros cuerpos se amoldaban el uno al otro. Ella sintió su enorme cuerpo temblando como un semental, endureciéndose. Yo no podía soportarlo más, sin embargo, seguía persistiendo en tener más. Al llegar al clímax, mi agarre en las piernas se hizo más fuerte con empujones voraces, un delicioso calor llenó repentinamente la región inferior. Un hormigueo viajó por todo su cuerpo, una sensación que nunca había experimentado. Ahogada en un aturdimiento de éxtasis, sus puños se debilitaron sin querer, convirtiéndose en un abrazo en su espalda sudorosa mientras él se inclinaba sobre ella con su aliento áspero. Ella podía sentir su corazón latiendo tan rápido como el de ella contra su piel. Después de que los dos llegáramos al clímax, seguimos  follamos sin parar, hasta que tuve que irme a la reunión con el líder orco.

Neu ReichDonde viven las historias. Descúbrelo ahora