Capítulo 27-Los cobardes viven

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Después de dos semanas cabalgando a lomos de su caballo y herido, Aiden por fin llegó a la ciudad de Tumak. Al llegar al patio se dejó caer al suelo y se desmayó. Al cabo de unas cuantas horas después se despertó, un médico lo examinó y luego los sirvientes le llevaron comida a la habitación. Estaba comiendo, cuando de repente entró a la habitación la baronesa. La baronesa era una mujer joven de alrededor de unos treinta años. Tenía el cabello castaño, recogido en un peinado intrincado.

 Al ver a su hijo herido, corrió hacia él y lo abrazó—¡Mi pequeño! ¡Oh, qué te ha pasado! ¿Estás bien? Deja que te vea — acto seguido entró en la habitación su padre el barón

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 Al ver a su hijo herido, corrió hacia él y lo abrazó—¡Mi pequeño! ¡Oh, qué te ha pasado! ¿Estás bien? Deja que te vea — acto seguido entró en la habitación su padre el barón. El barón era un hombre de alrededor de cincuenta años, de estatura media, en baja forma y con barba y pelo canoso

 —¿¡Quién te ha hecho eso!? ¿¡Dónde están los caballeros, que te acompañaban!? ¿Han sido bandidos?—preguntó con tono autoritario y furioso

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 —¿¡Quién te ha hecho eso!? ¿¡Dónde están los caballeros, que te acompañaban!? ¿Han sido bandidos?—preguntó con tono autoritario y furioso. En el momento en que le preguntó comenzó a temblar. Sin decir nada simplemente negó con la cabeza y comenzó a llorar —¡Maldita sea, deja de llorar. Ya eres un hombre! ¿¡Dónde está el carro con los impuestos!?— —¡Déjalo! No ves que no está en condiciones de hablar — dijo la baronesa mientras abrazaba a su hijo e intentaba consolarlo—¡Ve y espera fuera! Tranquilo, tu madre está aquí— el barón enfadado salió de la habitación y se dirigió al salón de audiencias. Una vez allí convocó a su mariscal

—¡¡¡Quiero que averigües quién le ha hecho eso a mi hijo y quien se ha atrevido a robarme!!!— —Enseguida barón, pondré a los mejores caballeros a buscar a los malnacidos que le han robado— en ese momento la baronesa, junto a su hijo a quien ayuda ...

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—¡¡¡Quiero que averigües quién le ha hecho eso a mi hijo y quien se ha atrevido a robarme!!!— —Enseguida barón, pondré a los mejores caballeros a buscar a los malnacidos que le han robado— en ese momento la baronesa, junto a su hijo a quien ayuda a andar entró por la puerta y con tono serio dijo—¿Eso es todo lo que te importa el oro? ¡Mira cómo han dejado a mi hijo!— —¡Calla! ¿Te ha dicho algo?— en ese momento le hizo señas a su hijo para que hablara— Vamos, dile a tu padre lo que me has dicho— el joven asintió con la cabeza y dió unos pasos al frente— Padre— — Y bien, ¿Qué es lo que te ha pasado?— inseguro miró hacia su madre y después de unos segundos hablo—Yo, los caballeros y el carro con los impuestos, llegamos a una aldea. Después de comenzar a recoger los impuestos. Después de un rato de nuestra llegada, del bosque aparecieron unas extrañas bestias de color verde y gris. Parecían tortugas, pero no tenían patas y eran enormes, más grandes que un caballero a caballo. Tenían un cuerno enorme en la cabeza. Y de su interior comenzaron a salir hombres...— en ese momento el barón lo interrumpió—¡¡¡Salieron de su interior!!!— exclamó el barón—¡Cállate y déjale terminar! Continúa cielo— dijo la baronesa —Los hombres, no portaban armaduras, ni espadas. Solo llenaban unas extrañas ropas de color gris y unos palos de hierro que lanzaban fuego. Su líder dijo que eran exploradores y que habían venido de una isla a varios días hacia el Norte. También dijo que quería hablar contigo— al terminar de oírlo dio un golpe en el reposa brazos de su trono—¡¡¡De qué tonterías estás hablando!!! Bestias gigantes de un solo cuerno, hombres que vienen de una isla. Si te han robado los impuestos y matado a los caballeros ¡Es mejor que lo admitas y no que parezcas un loco contando esa historia de fantasía!— —¿Y qué pasaría si fuera cierto?— en ese momento todos el salón miraron a la baronesa—Que pasaría si lo que ha dicho es verdad. Tal vez fueran exploradores de algún reino lejano que desconocemos. Si fuera así, eso te beneficiaría — — ¿Cómo puede beneficiarnos, tal cosa? Podrían estar aquí para conquistar estas tierras y...—el mariscal fue interrumpido por la baronesa — O simplemente, son mercaderes de otras tierras en cuyo casó tal vez tengan riquezas que desconocemos— —¿Si son mercaderes entonces porque los atacaron?— la baronesa suspiro — Quiero mucho a mi hijo pero, hasta tú tienes que admitir que es un cabeza hueca y no sabe nada de diplomacia. Envía a algunos caballeros, junto con algún noble y un mago, para que entren en contacto con ellos— —¿Un mago, para qué?— — Ha dicho que no tenían espadas solo unos palos de hierro que lanzaban fuego ¿Tal vez se han armas mágicas que nosotros desconocemos? Si fuera así podríamos podríamos intentar conseguirlas— el barón se quedó pensando durante varios minutos hasta que al final dio su veredicto— Está bien, informa Sir Badulf que su barón le ordena que haga contacto con los extranjeros. Que averigüe a qué han venido y cuales son sus intenciones. También quiero que vaya un mago y averigüe sobre sí las armas de esos extraños hombres son reales y cómo funcionan— el mariscal se llevó el puño al pecho y dijo—Así se hará barón— acto seguido se dirigió a la puerta y salió.

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