Capítulo 2

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Hoy. Hoy la luna se teñiria de rojo y desataria el caos en Jarlem. Faltaban aproximadamente 12 minutos para que la luna estuviese en su mejor punto y las criaturas se acercaran al pueblo.

Me acomode en una esquina y me abrace a mi misma, respiraba pesadamente y mi pulso estaba descontrolado.
De pronto un silencio se precipito en el ambiente, no era como el silencio que habia estado viviendo estos días encerrada aquí. Era más como la calma antes de la tormenta, cuando sabes que todo se ve mal y no dudas de que en un segundo se pondrá peor.

Y así fue.

Aullidos se escucharon y podría jurar que fue en todo el pueblo. Gritos de personas y objetos pesados siendo lanzados sobre otros. Casi podía oler la sangre inocente que estaba siendo derramada, arcadas me inundaron pero las retuve, no era momento de ser débil. Tenia que ser fuerte.

Mi valentía no duro mucho. Una patada retumbó en el piso de arriba, el suelo era de madera y tenia algunos agujeros, desde donde estaba podía ver la sombra de la persona que estaba arriba de mi. Gruñia y lanzaba cosas por todos lados, se miraba desesperado, aunque no podía ver muy bien cómo se miraba, estaba muy segura de que su cuerpo era grande y musculoso.
Justo cuando se estaba dirigiendo a la puerta, Yo deje escapar un suspiro de alivio. Gran error.

El se detuvo en seco y se volteo a examinar cuidadosamente el área. Al no encontrar nada, bajo la mirada y ahí fue cuando me vio.
No podía distinguir bien su rostro, pero sus ojos se iluminaron de un rojo intenso, tan fugaz que creí que lo estaba imaginando.

Comenzó a rasgar el suelo y a gruñir fuertemente. Busque desesperadamente algo con que defenderme de esa cosa pero sabía que todo sería en vano.
Ya no importaba, enderece mis hombros y espere a que el animal hecho hombre terminará su frenética acción.
Al bajar pude contemplarlo mejor, era muy alto, quizá 1.90 mts. Puro músculo, Cabello negro y ojos avellana. Era hermoso.
Pero es un monstruo. Me recordé.

Se acercó a mi, bajé la mirada y me mostré sumisa. No quería detonar su ira injustificadamente.
Me tomo de los hombros y me pego a su pecho, bajo la cabeza y Olfateo mu cabello.

-Mía.- Gruño.- Pequeña humana, eres Mía.

Yo me tense y lágrimas se deslizaron por mis mejillas. No lucharía, en realidad, no serviría de nada. Y aunque existiera la mínima posibilidad, a las mujeres no se les permitía aprender a luchar. Era muy ignorante en ese campo y el era un bruto enorme.

-Dilo.-Susurro en mi oído. - Y mírame a los ojos cuando lo digas.

-¿Qu-ué? .- Tartamudee, lo sabía pero necesitaba escucharlo. Gruño fuerte por mi pregunta y me apretó a él.

-Di que Eres Mía, que me perteneces.

Levante la mirada y me encontré con la suya. Tenia unos labios grandes y carnosos con una nariz grande y un menton muy masculino. El era perfección. Un diablo enviandome a la tentación.

-Soy tuya y te pertenezco. - Le Susurre, antes de que se acercará a mi cuello y me mordiera enviándome a la inconsciencia.

La Mujer del AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora