Capítulo 11

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Más tarde esa noche, después de que Mijail le gritara a todos órdenes de mejorar la seguridad y como no quería que lo sucedido se repitiera, me recosté en la cama decidía a no caer en la tentación del cuerpo de Mija, me sentía realmente decepcionada, Yo quería que el me demostrará que merecía una familia conmigo. Pero no le reclame nada por que siempre se venía a mi cabeza las palabras que un día me dijo tan firmemente "Eres una propiedad." Quería llorar pero no podía ser tan débil, quería gritar pero no podía mostrarme frágil. Había olvidado mi propósito por la ilusión de que Mijail verdaderamente me amaba. Que nos amaba.

Escuche pasos y rápidamente cerré mis ojos y relaje mi respiración. Tal vez si me encontraba dormida no me tocaría, aunque ya estaba empezando a extrañar su toque.
Sentí como se fue desvistiendo, siempre dormíamos desnudos, piel con piel. Mas hoy me deje puesto un cómodo camisón de dormir.

Cuando Mijail removió las sábanas soltó un gruñido fuerte, seguro que no le gustaba encontrarme vestida.

Se recostó y colocó su un brazo en mi cintura pegandome a él.

—Se que estas despierta, ¿Qué sucede?

Suspire, deberás que no sabia. Su tono de voz fue suave y preocupado. Pero que idiota.

—No tengo nada, Mijail. Solo estoy muy cansada.— Mentí. Solo agarre en mi se apretó y de un momento a otro el ya estaba sobre mi.

—No quieres que te toque.— Gruño, pude ver la ira y el dolor en su mirada avellana. Por un momento me sentí culpable, por un breve momento.— Yo soy el hombre, soy el Alpha, Tu Mate. Yo puedo poseer tu cuerpo cuando lo desee, no trates de negarmelo.

—Mijail, estoy cansada. No trato de huir de ti, solo déjame descansar.

—¡No me engañes! Puedo oler tus mentiras, ¿Porqué desprecias mi toque cuando Yo me estoy volviendo loco por el tuyo?.— Se sentía insultado y dolido. Mi corazón se encogió por él, lo estaba dañando y mucho.

—Por favor ¿Qué te sucede?.— Deberás que no lo entendía, no creí que mi rechazo le afectará tanto.

—Hoy asesinaron a una de nuestras hembras. Estaba embarazada de su primer cachorro, era más joven que tú. Pudiste ser tú, Pudo ser Mi hijo.

Me sorprendieron sus palabras, él en realidad estaba desesperado por sentir que estaba ahí, que seguía viva y que nuestro hijo lo estaba.

Fue esa la razón de su reacción anterior. Cuando le dije que estaba embarazada, aún no habían signos de embarazo ni tampoco podía sentir algún cambio en mi cuerpo, pero mi corazón y mi mente lo sabían.

—Mijail, ¿Cómo es que no te enteraste antes de que llevo a tu hijo?.— Estaba realmente intrigada, su cara se relajo y suspiro cansado.

—Solo podía verte por la noches y siempre nos distraía con otras cosas.— Sonrió pícaro. Sentí el calor invadir mis mejillas las cuales el rozó con sus dedos suavemente.— Pude sentir un cambio en ti, pero no lograba entender cual era, algo en ti hacia que mi Lobo se sintiera más en casa. Sentía como si me pertenecieras aún más. Cuando lo confirmaste, solo recordé como todos en la manada habíamos escuchado los gritos de esa mujer, llegamos tarde pero el maldito lo pago. No lo o asesinamos de inmediato, arrancamos sus extremidades miembro a miembro. No merecía misericordia alguna.

Imaginé la escena y como pude retuve una arcada. Y pensar que yo estuve muy cerca de uno de ellos.
Tome la cara de Mijail en mis manos y lo bese. En el fondo me sentía débil por perdonarle tan fácilmente, pero Mijail siempre sabía que decir.

Su miedo no fue el que Yo creí, su inseguridad fue por la falta de mi seguridad, de nuestra seguridad.

Él colocó sus manos en mi vientre y profundizó nuestro beso, fue bajando hasta mi cuello donde la marca aún adornaba esa zona. Mijail había dicho que jamás se iría, no me importaba en realidad.

Lamió la marca enviando un ola de excitación que arrasó con mi sistema, enviándome casi a la culminación.

—Mijail.— Susurre, necesitada.

—Dime que quieres, Mi Luna. Que deseas. Pídelo.— Gemí por sus palabras, Mijail siempre sabía que decir.

—Hazme tuya, Mijail.— Él gruño fuerte para luego romper mi vestimenta y entrar en mí de una.

Arquee mi espalda por el placer, siempre estaba lista para él. Unió nuestras manos, el aún arriba de mí, por encima de mi cabeza y comezó a moverse más fuerte, más duro, más salvaje. Más Mijail. Nunca dejó mi mirada y yo nunca aparte la mía.

—Ya eres Mía.— Susurro empujando más rápido en mí, enviándonos a un estado de locura. Grité su nombre como jamás lo había hecho. Por que nada nunca se había comparado a lo que hoy él compartió conmigo.

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La Mujer del AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora