Capítulo 12

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Desperté con Mijail pegado a mi espalda, su respiración lenta en mi oreja me aseguró de que estaba dormido. Comencé a pensar en mi pasado, en mi familia rota, en el pueblo que me vio nacer. No tenía amigos, siempre fui bastante solitaria, pensé en que hubiese pasado si hubiera escuchado al Pastor Záitsev, mi mente imagino todos los escenarios posibles a esa "solución", jamás me hubiese perdonado el yacer con un hombre casado. Pensé en mi madre, Dios, mi madre sufrió mucho, quisiera saber que fue lo ultimo que paso por su mente en ese momento. Cuando era asesinada. Mi corazón se aceleró con irá. Me sentía una traidora, me entregaba a este hombre todas las noches sin ningún pudor, ¿Le había perdonado lo que hizo? Por supuesto que no. Pero, ¿Porqué lo olvidaba todo cuando estaba con él? No sabia si estaba enamorada, jamás lo había sentido pero...
Mijail me hacía temblar,
Mijail dejaba mi mente en blanco, Mijail me convertía en alguien que ni yo misma podía reconocer.

Y me gustaba. Mucho.

-¿En que piensas?.- Preguntó con su boca en mi oído.

-En mi mamá.- Susurre, pero sabía que el lo había escuchado.
Mijail se tenso para luego abrazarme y pegarme más a su pecho, entrelazando nuestras piernas y presionando su firme miembro en mi trasero, haciendome jadear.
Aun no terminaba de comprender como su cuerpo podía dominar de esa manera al mío.

-Recuerda lo que te he ordenado, olvida tu pasado. A todo y a todos. Yo soy tu presente, Mi dulce Luna.

Casi sonó como un gruñido, trate de alejarme de su agarre pero solo lo apretó más, convirtiendo mi huida en algo lejano. Suspire frustrada, me sentía muy impotente. Sus ordenes me enojaban a niveles que jamás imaginé.

-No es tan fácil, Mijail. ¿Podrías dejarme sola?.- Sabía que el no se iría, pero quería que supiese lo mucho que odiaba su presencia.

-No me rechaces, Elena, tu no lo entiendes, Tu rechazó hace que quiera follar tu cuerpo, doblegarlo a mi, sin importarme si en realidad lo deseas o no. Mi Lobo exige que domine a su Luna. Se que tú no lo quieres y Yo no podría soportar tu odio.- Cada palabra que salía de su boca hacia que mi cuerpo se estremeciera al punto de que mi respiración se aceleró y mi corazón latío desbocado.
El no lo entendía, Yo ya lo odiaba.

Suspire, cerré los ojos y trate de tapar un poco mi cuerpo, para ser de mañana, sentí un aire frío estremecer mi cuerpo. Me abrace a mi misma, cubriendo mi vientre, protegiéndolo de no se que. Tenia un mal presentimiento.
Mijail debió sentir mi cuerpo frío por que se acercó más a mi y trato de entregarme su calor corporal lo más que pudo.
Pero no funcionaba.

Sentí mi cuerpo ponerse duro por el frío. Comencé a castañear mis dientes y a soltar aliento frío de mis labios.

-¡Por los dioses! ¿Qué sucede?.- Mijail se puso de pie de prisa, arropó mi cuerpo y le grito a quien sabe quien que trajera ayuda.

Una mujer muy vieja se precipito a la habitación, yo me encontraba abrazando mis piernas que se encontraban muy pegadas a mi pecho.

-Alpha, esto es obra de los vampiros, puedo verlo. No será sanada hasta que no se las entregué, vendrán antes de media noche.

El tono de la mujer fue más frío que mi propia temperatura. ¿Entregarme? ¿Mijail lo haría?

-¿No puedes detenerlo?.- Gruño el, estaba segura que ahora estaba casi encima de la anciana.

-No, Alpha. Pero no se preocupe, el niño no puede sentir dolor, esta muy bien resguardado en el vientre de su madre.

-¡Pero Tu Luna Sufre!.- Grito él, furico.

-Mijail..- Susurre, mis dedos comenzaban a dolerme, el frío me quemaba la piel.

-Lo arreglaré, lo juro, estarás bien, amor.- Beso mi frente, estremeciendome.- Duermela hasta antes de media noche, sufrirá menos.- Ordenó a la mujer.

La mirada preocupada de Mijail fue lo último que vi antes de caer profundamente dormida.

La Mujer del AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora