Capítulo 8

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En todo el resto del día me planteé el salir un rato a tomar aire fresco pero tenia miedo de que sucediera lo de hoy en la mañana. Mijail se había molestado mucho pero yo me había molestado aún más. ¿Acaso me  llamo puta? Eso no podía tolerarlo. Èl mismo confirmó mi pureza. Espere tantos años al hombre indicado, me guarde para alguien que me robará el aliento. Mijail lo arranca y no pide perdón. Él que podía decidir mi futuro, quisiera o no aceptarlo Él era mi dueño. Yo solo era la mujer que eligió como portadora de su descendencia.
Quería gritar, este hombre hacia conmigo lo que quería. Ni siquiera tenía que estar presente para que en mis Pensamientos sólo estuviese él.

Respire hondo, en unas horas caería la noche y el regresaría. Necesitaba aclarar mi mente y en esta habitación no lo lograría. Tome coraje y me dirigí a la salida.

Anoche no había podido ver bien la aldea pero con esta luz era simplemente hermoso. Niños jugaban por todos lados mientras sus madres los observaban. Mujeres más jóvenes corrían de aquí a haya con arreglos de flores y mantas blancas. Todas iban al mismo lugar y la curiosidad me gano, camine hacia donde ellas iban y pude ver un altar con muchas flores, sillas acomodadas frente a este y lazos adornando el espacio, era muy hermoso. Pero... ¿De que se trataba? ¿Algún culto religioso?

Divisé a Mijail hablando con dos hombres viejos, al parecer sintió mi mirada por que enseguida la desvío de los hombres a mi, seguía hablando pero ninguno desviaba la mirada, luego unos de los señores hablo y Mijail sonrió, no una sonrisa cortes sino una llena de satisfacción.
Se despidió de ellos y se acercó a mi en grandes zancadas. Una vez que estuvimos frente a frente, ahueco mi rostro con sus enormes manos y dejo un beso en mi frente.

— Has llegado a tiempo, Luna.— Se que jamás volveré a ver esa sonrisa en Mijail, tan plena. No el Mijail de siempre, sino, uno que de verdad estaba feliz.

—¿A tiempo? ¿para qué?.— Pregunté, realmente confundida, tal vez era solo una celebración de su especie.

—Tu pueblo lo llama Boda, Luna.

—¿Boda? ¿Quiénes se casaran?

—Tu y yo.

Esa esplendida sonrisa aún permanecía en su rostro. Mientras que el mío sólo albergaba una expresión de horror.

—¿Qué? No quiero casarme contigo, N-No es...

—No es importante, Luna. Ahora quiero que vayas con Polina, ella te ayudará en sus cosas absurdas de mujeres. ¡Polina!.— Grito Mijail detrás de mí.

Al voltear pude ver a una joven, de mi edad quizá. Era bonita pero su belleza parece ser meramente física.

—Si, Alpha.— No miró a Mijail a los ojos en ningún momento.

—Lleva a tu Luna a mi casa y ayudala a prepararse.

—En seguida, Alpha.

Polina me miró a los ojos, como rogando en silencio que le siguiera. Así hice pues no quería meterla en problemas.

Una vez que llegamos a casa, ella se dirigió directamente a un hermoso vestido que ya descansaba sobre la cama.

—Pruebelo, Luna.— Murmuró, extendiendome el vestido.

—No pienso casarme con él, Polina. No vestiré esto, Y-Yo.

—Luna.— Me Interrumpió, con expresión sería.— Por favor, no haga esto más difícil. Desde que el Alpha Mijail la alejo de su hogar, no puede cambiar las decisiones que él tome sobre usted, acepte su destino, Luna. Todos hemos aprendido a hacerlo.

No replique, tome la prenda y me viste con ella, para luego dirigirme hacia donde Mijail estaba.

La Mujer del AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora