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Maquinarias

Cuando desperté me habían bajado del auto.

Estaba en la acera a las afueras de mi casa, me senté y escuché a mi espalda crujir de cansancio.

Abrí la puerta, ella no estaba allí.
Seguía Esperándola

Entré lentamente y subí las escaleras, me deje caer sobre la polvareda de la manta de mi colchón y me quedé tumbado contemplando el techo.

Busqué en mi chaqueta y saqué la navaja que me habían dado en el paquete.

- ¿por qué demonios quieren esto?- me pregunté sin obtener una respuesta clara

Me levanté de la cama y me quité la camisa extraña, palpe mi cuerpo envuelto en vendas mientras me odiaba a mí mismo.

Sentí mi respiración agitada al recordarlo, expresé sobre mí pensamientos negativos y extraños de culpa.

- ¿ahora perdí la cabeza no es cierto?- me pregunté

Los grillos de la noche no pudieron contestar mis preguntas. Lo único que me quedaba era pedir al cielo que no me mataran.

Volví a enfurecerme conmigo por no haberme dado cuenta antes, me quejé por haber sido tan idiota y no comparar los beneficios que esto me llevaría. Ninguno.

Me coloqué otra camisa y bajé a la cocina sin cerrarla.

- sí compró comida aún debe de haber un poco

Caminé a la alacena, estaba vacía, abrí el frigorífico y solo tenía agua fría.

- ¿buscas ésto?- me preguntó Patrick sentado en la isla de la cocina
- ¿cómo entraste aquí?
- mira esto- me enseñó unas llaves
- ¿dónde consiguen eso?
- solo son precauciones, a decir verdad ¿por qué no compras comida?
- no tengo tiempo
- ¿la chica lo hizo antes no?
- ¿de que hablas?
- sí, una chica había entrado en tu casa antes y creo que te había llevado la cena
- ¿por qué demonios deben espiarme?
- no uses ese tono conmigo
- lo siento- dije frotándome los ojos

Realmente no sabía que me pasaba, solo estaba tan explosivo últimamente que perdí la razón por completo.

- no hay problema, pero sabes que no vas a hablarle así a ellos
- desgraciadamente lo sé
- ¿de nuevo?
- realmente no se que me ocurre
- debes tener hambre
- ¿hambre?
- sí
- a decir verdad sí, quiero algo que pueda mordisquear
- intentaré conseguirte algo
- ¿ellos no pueden hacerlo?
- ¿crees que ellos lo harían?
- es cierto

Volví a la sala y me arrojé al sofá.

- ¿cómo llegaste a vivir aquí?
- no lo sé, no quería quedarme con la casa de mis padres
- ¿tus padres?
- sí, no me interesa su estúpida herencia así que vine a vivir solo a la ciudad
- tu casa es linda
- ¿gracias?, supongo
- no entiendo que tendría de extraño, mi casa no era así vivía en un departamento
- ¿vivías?
- sí, ahora debo vivir allí, no le interesa ni molesta en lo absoluto pero ellas, no sé aún cómo manejarlo
- ¿po que no solo te vas de ahí?
- no es tan simple como parece
- sigo sin entenderte, ahora me arrepiento por darles el sí
- no tendrías opción, podía matarte ahí mismo
- aveces si quería estar muerto
- eres extraño

No contesté y me levanté del sofá, caminé al baño y me miré al espejo.
No lucía diferente pero aún así me sentía extraño, no perdí la movilidad ni me paralice o algo parecido aún así me sentía extraño en mi propia casa.

El entró al baño.

- ¿sigues adolorido?- preguntó
- por lo de la otra ves, sí siento como mi sangre hierve por dentro
- tus...
- ya lo sé, no me importó demasiado solo tomé analgésicos
- en verdad lo siento
- no lo sé, aún siento como los mareos me invaden
- él sigue ahí, lo lamento
- así que tendré que verlo
- lo lamento

"El castaño" (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora