17

12 0 0
                                    

"Dudoso gusto metálico"

Él siguió hablando.

- bien, cómo no has acelerado las cosas debo castigarte

- ¿castigarme?

- así es, pero desgraciadamente te gusta la sangre, no puedo castigarte con eso

- talvez pueda

Le mostré las muñecas y volvió a cortarme, ya había perdido la noción del dolor.
Solo subí mis mangas y le tendí la mano para que siguiera.

- ¿por qué te gusta aquello?

- no lo sé, es mejor que lo haga rápido

- ¿estás seguro?

- sí

Con los cortes retiró mis vendas y volvió a cortarme la carne deshecha por rasguños.

- bien puedes irte

- ¿eso es todo?

- ¿acaso quieres más?

- no, pero quiero decir...

- vete- añadió golpeándome los nudillos sangrantes

- sí

Caminé y fuí a una farmacia a comprar más vendas, las pedí en un sobre y las guardé en el abrigo. Aquello me mataría lentamente, pero yo sabía que él no me dejaría morir.

Regresé con las manos blancas y fuí a ver a Lucas.

- nos está buscando- murmuró

- ¿quién?

- él

- ¿ya lo raptamos no?

- es otro

- debes ir por él

- no, va a ir otro

- bien

- lo traerán hoy, debes encargarte de él

- maldita sea, de acuerdo

Cuando lo ví estaba atado, atado a una cama con cuerdas.
Me acerque a él y contemple la navaja del suelo, estaba sucia en algo carmín, me acerqué a él y le corté las sogas.

- cállate, apenas es una suerte que estés vivo- añadí cuando trató de decir algo

Se me quedó mirando largo tiempo pero decidí ignorarlo.
Tomé la navaja del suelo y le corté las sogas, observé cómo se puso de pie mientras me miraba.

- entonces, necesitarás quedarte un tiempo aquí, ya le avisamos a tu esposa de esto- mentí

- ¿qué le dijeron?- preguntó preocupado

- calma, le dijimos que son cuestiones de trabajo y mandaron a un colega a tu casa para que se lo explicara más a fondo

Salí de la habitación y mandé a uno para que lo bajara a sus enfrentamientos.

Abrimos el banquete sin decir palabra, les indiqué que fueran lo más ávaros posibles, comieron como bestias, solo les miré desde las espaldas de él.

Cogí el trozo de carne del plato y se lo coloqué en los labios.

- ¿quieres comer algo?- pregunté sarcástico

No respondió, maldita sea, cuando uno pregunta algo el otro debe de responder eso es una regla no escrita para cualquiera.

Le sujeté de la solapa y lo tendí al suelo con fuerza, se puso de pie dispuesto a sentarse y le dije que me siguiera.

"El castaño" (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora