Capítulo Cinco

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Ella se despertó exhausta al día siguiente y vio que Tristán estaba profundamente dormido. Por lo que pudo respirar profundamente mientras que ella terminaba de despertar.
Eleanor se percató que Tristán tenía dos tatuajes más sobre su cuerpo. Tatuajes que hasta el momento no había visto. Mas de color que en blanco y negro. Un tigre en naranja y una fecha. Una que le recordó el momento exacto en el cual su vida dio un vuelco importante. Algo que le cambió la vida poco después al comprometerse con Carlos y ser la mujer que era tras la ausencia de Tristán.
Por unos momentos, ella pensó en escapar. Y pensó en las llaves. Una forma segura de salvar su vida sin ser vista.
Ella metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó las llaves sin hacer ruido.
Cuando las tuvo en su poder, ella se levantó muy despacio de la cama y caminó hasta la puerta de la habitación.
Él abrió los ojos y vio que ella estaba ante la puerta. Sin embargo, no le dijo nada.
Eleanor metió la llave y no era la de la habitación. En segundos, metió otra y fue en vano. Y durante las otras tres siguientes igual.
Ella metió la última llave y esta logró girarse.
Eleanor abrió la puerta y se encontró a un hombre detrás de esta.
―Caleb, éntrala y cierra la puerta por fuera con llave ―dijo Tristán mientras se levantaba de la cama.
El otro hombre obedeció y entró a Eleanor nuevamente dentro de la habitación. Y cerró la puerta con la llave de Tristán.
Eleanor se quedó a solas nuevamente con él y comenzó a temblar de miedo.
Tristán se acercó a ella y esta se echó hacia atrás. Hasta que su espalda llegó a tocar la puerta.
Él estuvo cerca en segundos y la hizo prisionera de su cuerpo.
Eleanor quiso darle un empujón, pero enseguida Tristán le agarró por las dos muñecas y se las puso arriba en su cabeza. Sujetándolas muy fuerte.
―Eleanor, te he pedido algo sencillo como que te quedes quieta. Y tú complicas todo.
―Quien está complicando todo, eres tú ―dijo ella―. Esto es un secuestro joder. Me has quitado mi identidad y ahora quieres quitarme la cordura.
Eleanor sintió la furia de Tristán cuando le estaba apretando la muñeca. Por lo que forcejeó con él.
―Estoy muy excitado ―le dijo mientras que llevaba su mano por debajo de la falda y rozaba su sexo―. Poseerte es lo único que me podría quitar este cabreo.
Tristán comenzó a tocar muy despacio el clítoris de Eleanor y ella se resistió.
En pocos segundos, él recibió una patada y la soltó. Sin embargo, la cogió enseguida y le dio la vuelta. Haciéndole más prisionera de lo que ya era.
Tristán cogió las muñecas de Eleanor y en segundos, él echó su cabeza hacia atrás. Donde le mostró a ella su poder.
Él cogió su cuello y la echó hacia atrás. Donde en breve, metió su mano en la boca de Eleanor, mientras que ella se percataba de la pequeña erección en su entrepierna.
―Lo que más odio es que me den en mi entrepierna. Ya te he dicho que si no te castigo es por no torturarte. Pero la próxima vez lo haré. Y te daré con tanta rabia, que te quedaran marcas.
Él llevó la mano que le quedaba libre hasta el sexo de Eleanor y comenzó a tocarlo por encima de las bragas de encaje esa vez.
Eleanor empujó a Tristán hacia atrás. Donde quitó de un golpe la mano de su sexo y ella corrió por temor hacia la cama. Sin embargo, él fue rápido y la cogió por el brazo.
Tristán la empujó hasta su torso y en segundos, caminó con ella forcejeando hasta la cama.
Finalmente, él empujó a Eleanor hasta la cama y ella fue hasta arriba para que no le tocase.
Ella llegó arriba hasta la almohada y él subió por la furia a la cama. Donde se acercó a ella.
―No te acerques.
Él la miró y puso un dedo en su boca, indicando que se callase.
En segundos, él llegó hasta arriba a la cama y cogió de ahí, unos grilletes de cuero duro al cogerle la muñeca derecha a Eleanor.
―No por favor.
En segundos, Tristán hizo lo mismo rápidamente con la otra para evitar que Eleanor llegara a hacerle algo.
Cuando ella estuvo atada a esos grilletes, ambos se miraron y él sonrió al verla nuevamente indefensa.
Él bajó a sus tobillos e hizo lo mismo con cada uno. Pero esta vez, los grilletes estaban en un barrote de metal atado junto a la cama.
Eleanor movió los pies y este se ensanchó un poco. Donde le hizo un poco de daño en las piernas. Gimiendo por lo que acababa de ver en esa barra de metal.
―Eres impredecible. Por eso puse esos grilletes mientras que dormías después de que yo entrase en la cama.
―Suéltame.
Sin embargo, él no le dio la respuesta que ella tanto esperaba desde que estaba secuestrada por Tristán. La misma de siempre.
Él volvió a subir encima de la cama y cuando estuvo ante ella, comenzó a tocar su muslo muy despacio.
―Suéltame. ¡Joder! ―dijo nuevamente.
Ante ella, Tristán se acercó a su cuello y comenzó a besarlo tan intensamente. Eleanor comenzó a resistirse a esos roces por que le daban asco.
Él comenzó a bajar muy despacio por su cuerpo. Hasta que paró ante sus pechos. Los cuales sacó de la lencería.
En breve, comenzó a chupar sus pechos y ella forcejeó para quitárselo de encima. Tanto que volvió a mover sus piernas y el tubo se volvió a ensanchar un poco más.
Tristán mordió con fuerza los pezones de Eleanor y ella chilló de dolor, mientras que sus lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.
―Para por favor ―dijo ella suavemente.
―¡Y por qué debería de hacerlo! ―exclamó él―. Ahora que te tengo así, no pienso desperdiciar este momento.
Tristán bajó muy despacio la mano por su cuerpo, acariciándolo suavemente.
Cuando él llegó a su sexo, metió la mano dentro de la lencería de encaje y comenzó a tocarle. Donde Eleanor echó su cabeza hacia atrás y comenzó a guardarse sus gemidos.
―Te mueres porque te dé placer ―le dijo él―. Es algo que deseo mucho. Sin embargo, voy a correrme de otra manera mientras que te hago sentir dolor cuando me apetezca.
Tristán quitó su mano en segundos del sexo de Eleanor y se puso ante ella. Quien comenzó a mirarla sin parar.
―Si no te azoto y te follo en estos momentos, es porque se respetar a una mujer.
―Deberías de haberte quedado en tu madriguera tras fingir tu muerte ―le dijo ella y eso a él le enfureció.
Él se acercó a ella y se sentó encima de la cama. Donde no tardó en cogerle la cara y hacer que le mirase a los ojos.
―Sigues siendo jodidamente hermosa Eleanor. Pero la belleza no hace a las mujeres caprichosas como lo eres tú. Ya me encargaré de que no lo seas tanto durante tu ausencia en mi morada.
Entonces, ella le escupió a la cara y Tristán le pegó una bofetada como respuesta.
Después, él volvió a cogerle la cara y vio que ella lo miraba con más odio que cuando le tocó para poseerla.
―Tu presencia en el lugar será muy divertida. Tendré que planear mil formas de hacerte mia.
―Que te jodan Tristán ―le dijo ella.
―Que te jodan a ti ―dijo él a la respuesta de Eleanor.
Él hizo una pequeña pausa respirando hondo y después volvió a decirle a ella:
―Veremos a ver cuánto aguantas así. Cada movimiento que des, la barra se abrirá más y más hasta que me supliques que te las quite. Vamos a ver quién gana esta vez.
Entonces, él le soltó la cara y ella comenzó a respirar profundamente. Donde Tristán volvió a levantarse de la cama y caminó hasta la puerta de su habitación.
Eleanor comenzó a forcejear un poco. Sin embargo, la barra de hierro se ensanchó más y tuvo que dejar de hacerlo.
Ella miró hacia la puerta y vio que, en pocos segundos, que Tristán se marchaba de la habitación.
Eleanor dio varios saltos en la cama por la furia que sentía en su cuerpo. Pues lo único que quería era marcharse para contarle toda la verdad a todo el mundo de lo que Tristán había hecho con su personalidad y su identidad.
Ella descansó unos minutos después. Dejando sus pensamientos sobre la almohada.
En cambio, Tristán fue a ponerse ropa adecuada para ir a una reunión que tenía en el puerto. Algo que llevaba esperando un poco más de una semana. Un cargamento que le haría más rico de lo que ya era.

Tú. Mi PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora