Capítulo Diez

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Él comenzaba a pensar como si fuese un delincuente. Algo que no era. Pero tenía que hacerlo para reconstruir el accidente de su prometida que la llevó a la muerte.
Estaba deseando que pasara el fin de semana para volver a la oficina y volver a reconstruir cada cosa. Paso por paso.
Desde que tuvo la pesadilla del accidente que llevo a su prometida a la muerte, Carlos no dejó de pensar en ella. Tanto que nunca llegó a pensar que Eleanor no estaba en ese coche durante la pesadilla. Si no Alejandro. Eso es lo que le hizo sospechar a él sobre el accidente y sobre la muerte de ella. Era como si él le hubiera dado una señal de que ella estaba viva.
Él recordó cuando Eleanor le contó que había tenido una relación con Alejandro y que este no acudió a la cita que les reconciliaría. Y cuando está le contó que el motivo por el cual no había acudido, maldijo a Tristán en esos instantes.
Carlos volvió a maldecir a ese hombre que se interpuso en el camino de su prometida. Pero, sobre todo, en el suyo. Pues cuando lo vio en el tanatorio y con una sonrisa en su interior; sus sospechas comenzaron a ser ciertas.
Al menos en lo que él recordaba, Eleanor conducía a 120 km por hora. No iba muy deprisa con el coche y los análisis del forense decían que fue a 180 km por hora. Algo que le pareció extraño. Donde Carlos no tardó en hacerse muchas preguntas al respecto. Fue cuando su subconciencia comenzó a pensar que algo iba mal. Como si alguna parte de su supervivencia le dijera que Eleanor no estaba muerta, si no, con vida y secuestrada por el hombre que apareció el día de su funeral. Y con el permiso de sus padres, pudo indagar un poco sobre el ADN que había sobre el volante del coche y cuando obtuvo los resultados; se maldijo por no haber hecho algo a tiempo. Sin embargo, no había querido decirle nada a los padres de su prometida de los resultados de ese ADN.
Él no paraba de recordar el sueño que había tenido la noche anterior. Uno en el cual se veía a Eleanor junto a Tristán disfrutando de la misma cama. Algo que se negó. Pero cuando despertó por primera vez, Alejandro estaba ante él. Mirándole y enseñándole la foto de su prometida. Como si tratase de advertirle de algo o de alguien. Sin embargo, despertó de ese sueño extraño y comenzó a pensar en el muy seguido mientras que pensaba en Eleanor.
Tras dejar de pensar, fue hasta la cocina y comenzó a hacerse el desayuno mientras que continuaba deseando que fuera lunes para poder continuar con su investigación.
Él la contemplaba mientras que dormía. Incluso llegó a pensar que era el momento de despertarla y poseerla. Sin embargo, cuando recordó que casi la mata; frenó su mente sucia y continuó pensando en otra cosa. Justamente en que tenía que atender un negocio aquella mañana. Un negocio que le coronaria a lo más alto si lograba acceder a esa mina de oro blanco del cual procedía de Brasil.

Tristán se percató que ella estaba sonriendo y supo que todo se debía a los buenos recuerdos que tenía Eleanor sobre su nueva vida.
Por unos momentos, comenzó a pensar en cómo ordenó a matar a Alejandro y todo lo que tuvo que hacer después de su escapada de la cárcel para tenerla de nuevo en sus manos. Solo quería vengarse por meterle en la cárcel.
De pronto, él se percató que la sonrisa que Eleanor tenia se tornaba en otra expresión. Era como si estuviera soñando con algo del pasado que le estaba atormentando sus sueños. Algo que solía hacer cuando también estaba despierta.
Eleanor se despertó de golpe en la cama y comenzó a jadear mientras que se preguntaba por qué había soñado nuevamente que se quedaba sin respiración en aquel ataúd. Sin embargo, supo enseguida que esas pesadillas iban a ser productos de lo que estaba viviendo en el mundo de los vivos junto a Tristán.
―¿Estás bien? ―le preguntó él.
―Dame agua por favor ―le dijo ella en una súplica.
Tristán se levantó enseguida y fue hasta la cómoda. Donde echó enseguida un vaso con agua.
Él se acercó en pocos segundos a ella y le entregó el vaso.
Eleanor comenzó a beber con mucha ansiedad. Como si el agua fuera a calmar el nerviosismo que le había provocado la pesadilla. Sin embargo, lo que le tenía nerviosa, era estar al lado de la única persona que le había arruinado la vida en los últimos días.
Ella le entregó el vaso en pocos segundos y se volvió a tumbar en la cama. Dejando que los días trascurrieran para salir corriendo del lado de Tristán.
―Se que estarás deseando que llegue el médico para que te vea. Pero también sé que lo estas deseando para pedirle ayuda.
Él hizo una pequeña pausa.
―Debes de saber que este médico es un buen amigo mío y que le he contado que has estado a punto de morir por una insolación porque no te encontrábamos por ningún lado. Como también le he dicho que nos hemos perdonado. Pero antes de que llegue el momento en el que él te vea, debo de decirte que, si cometes el error de decir que estas secuestrada y bajo tu voluntad, te castigaré. Más bien, es una advertencia nena.
―Como si me quieres matar. Ya me da igual lo que hagas ―le respondió ella.
Entonces, Tristán se percató que en Eleanor había cambiado algo últimamente. Solo era el hecho de mirarle a los ojos, se percató él verdadero motivo por el cual había dejado de luchar por su vida para salvarla. Sabía que tenía un nombre y un apellido. Algo que maldecía, aunque ya no estuviera en la tierra.
―Si piensas que con decirme eso me vas a dar lástima, estás muy equivocada Eleanor. Desde que viniste del mundo de los muertos, has estado más callada y más pensativa. No voy a permitir que tu fe de volverte a encontrar con Alejandro ahí arriba arruine mis planes de doblegarte y te pongas a mi favor aquí abajo.
―¡Qué! ―exclamó ella―. Se supone que estoy aquí por una venganza tuya que viene de muchos meses atrás. Una venganza en la cual te metí en la cárcel por lo que eres. Un maltratador y un asesino. ¿Por qué tendría que doblegarme a ti, sabiendo que mataste al amor de mi vida? Porque, aunque él no este y me haya comprometido con Carlos, no dejará de serlo.
Entonces, Tristán se acercó a ella y le cogió por la barbilla mientras que le apretaba con un poco de fuerza.
―No me tientes a matar a Carlos también.
―Es así como solucionas todos tus problemas. Matando y haciendo dinero fácil. Pero todo lo que hagas aquí, no te será compensado cuando te lo lleves a la tumba Tristán. Incluso todo lo que me estás haciendo ahora. No habrá cárcel para el día de tu juicio final.
Él frunció el ceño y ella intentó bajar la mirada. Pero Tristán ni siquiera actuó con una bofetada. Solo se mantuvo callado.
―Mátame ya de una vez. Así evitaré más dolor del cual ya he tenido suficiente ―dijo ella en un susurro.
―No te vas a salir con la tuya.
Él soltó la cara de Eleanor y se movió frente a ella. Donde ambos se miraron a los ojos. Sin embargo, Tristán solo sentía furor hacia las últimas palabras de la mujer que tenía delante.
―Si no te castigo ahora, es porque estas recién despierta de lo que yo he provocado. Pero me encantaría probar ese coñito nuevamente.
―Eres un cerdo ―le dijo ella.
―Uno con el cual disfrutabas cuando estabas a su lado.
―Si lo hubiera sabido, jamás hubiera salido y mantenido una relación contigo.
Tristán se enfureció aún más y caminó para marcharse de la habitación. Pues quería evitar hacer algún daño mayor.
Eleanor respiró profundamente cuando él salió y se relajó un poco al saber que ya no iba a estar a su lado.
Él llegó al salón y le dio una orden a Caleb para que fuera a buscar a Katrina. Pues quería descargar su ira de la mejor forma que sabía.
Después, puso algo de música para relajarse mientras que se servía un vaso de licor hasta arriba.
En su reproductor comenzó a sonar la canción de Capitán de RVFV, Anitta y Sfera Ebbasta. Eso comenzó a ponerle eufórico y querer dominar a Katrina como si tuviera delante a Eleanor.
Tristán se sentó en el sillón a la espera de su amante. Al menos a la única que podía tocar con su consentimiento. Ya que sabía que Eleanor no le dejaba tras saber que era un asesino. Y ya se lo había demostrado en dos ocasiones.
Cuando paso un poco más de media hora, sintió una caricia sobre su torso y Tristán se relajó.
Cogió por la muñeca a Katrina y levantándose del sillón, caminó junto a ella hacia el sótano donde tuvo retenida a Eleanor.
Al llegar, él puso delante a su amante y le señaló con la vista lo que él quería que ella hiciera. Por lo que ella desabrochó el cinturón del pantalón mientras que la canción de Punto 40 de Rauw Alejandro y Baby Rasta se producía.
Katrina bajó toda la ropa de la parte interior y comenzó a mover el miembro de Tristán despacio. Hasta que se lo metió en la boca. Intentando hacer que este llegase al orgasmo.
Mientras tanto, Eleanor solo se limitó a escuchar los gemidos que resonaban en todo el lugar.
Sin embargo, mientras que los escuchaba continuaba escuchando las canciones del reproductor y con varias canciones pudo pensar con claridad lo que había perdido cuando estuvo en aquella relación con Tristán. La cual maldijo cuando recibió el primer golpe sobre su cara.
Ella puso los pensamientos en blanco. Donde dejó de los gemidos a un lado y pudo dormir nuevamente. Olvidándose que era prisionera de un patán sin escrúpulos.

Un poco más tarde, él se fumaba un cigarrillo mientras que veía exhausta a su amante tras varios orgasmos.
Tristán daba una calada sin parar al cigarrillo que tenía en sus manos. Donde comenzó a pensar en algo para dejar que Eleanor no se escapase de su lado.
Él soltó la bocanada de humo, mientras que veía removerse a Katrina sobre las sabanas de seda que había puesto en aquella cama para Eleanor.
Tras otra calada, comenzó a maldecir todo lo que hizo para tener a Eleanor como una reina durante su estancia allí junto a él.
―No puedes dormir ―escuchó una voz dormida.
―No. He estado un poco revuelto desde el último orgasmo que nos hemos dado ―le respondió―. Mas bien, estoy pensando en algo muy importante. Algo que ya no me haga pensar más en todo lo que se me viene encima por ella.
―Maldita mujer ―dijo ella nuevamente tras saber que estaba pensando en Eleanor―. Mátala y vive tu vida. O no me volverás a ver.
―Katrina, no me des órdenes. Soy mayorcito de edad para hacer lo que me dé la gana.
Ella se levantó de la cama y comenzó a coger las cosas del suelo, mientras que decía:
―En ese caso, no nos veremos más.
Al cabo de pocos segundos, ella pasó por su lado para salir del sótano y este la cogió enseguida por la muñeca.
Ambos se miraron a los ojos y este la arrimó hasta a él. Donde ella soltó nuevamente su ropa en el suelo sin pensar.
Él la puso encima de sus piernas y le dijo, mientras que ella notaba nuevamente su erección:
―¿Y qué sería de nuestra diversión si no estás tú aquí?
―Tristán, prefieres a esa mujer antes que a mí y no me gusta ser plato de segunda mesa. Antes era la primera, pero desde que está esa mujer a tu lado, soy la segunda.
―¡Katrina!
―Dime Tristán.
―Cállate y calma mi erección. Y lo único que debes de hacer es satisfacerme y satisfacerte. Ya sabes lo que te dije desde el principio. Solo busco divertirme. Si te has enamorado de mí, ya puedes ir desenamorándote. Porque mis planes son otros.
Entonces, ella volvió a acercar su cara hacia el miembro de Tristán y comenzó a excitarlo con su boca. Donde él soltó el cigarro en el cenicero y dejó que se consumiera, mientras que su amante hacía que llegara a su orgasmo dentro de su boca. Algo que le volvía loco de Katrina. Era su mejor don desde que la conocía y mantuvieron esas relaciones esporádicas que estaban teniendo hasta ese mismo momento.
Y mientras que llegaba al clímax, obtuvo la respuesta que tanto había estado buscando en su cabeza para retener a Eleanor a su lado.
Sin embargo, cuando Tristán quiso volver a penetrar a Katrina en su ano; ella se negó porque quería irse tras saber que era el plato de segunda mesa de él y este no tuvo más remedio que actuar de la única forma que sabía. Algo que sabía que le ponía más cachondo que poseer a la fuerza a Eleanor.

Tú. Mi PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora