Capítulo Diecisiete

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Ella sintió unas caricias en sus mejillas y sonrió al saber que su prometido estaba haciéndolo.
Ella recordó que había sido una noche estupenda. Donde no hubo pasión sin amor. Y no hubo amor sin que ella pudiese abrir nuevamente sus sentimientos hacia a él. Algo que parecía haber superado a pesar de que su miedo estaba rondando su vida.
Eleanor abrió los ojos y vio junto a ella a Alejandro. El cual le sonreía al verla despertar. Sin embargo, ella pensó que estaba nuevamente en un sueño.
―Sigues siendo preciosa después de un orgasmo ―le dijo él.
―Alejandro, esto es un sueño. Esto no es real.
―Lo sé nena. Pero en realidad estoy perturbando tus sueños para ver que
―Jamás has perturbado mis sueños. No digas eso. Me has hecho feliz en ellos.
―Sabía que ibas a decir eso. Pero estoy aquí para comprobar que eres feliz tras lo que te ha pasado.
Entonces, ella pensó en la noche que tuvo haciendo el amor con Carlos y sonrió. Por lo que el alma de Alejandro se sintió por fin en paz.
―Me alegra sentirte más feliz que antes nena. Pero deberías de hacerte caso de Carlos y atrapar a mi asesino. Así seréis felices.
―Ya sabes que Tristán es difícil de atrapar. No sé si nuestra boda será la mejor opción.
―Lo es. Una trampa para un ratón difícil de atrapar. Lo único que te pido es que te cuides mucho. Desde aquí arriba te protegeremos el día en que os caséis.
―Sigues despidiéndote de mí.
―Sabes que no. Él día en que me despida de ti, será el día en que te vea feliz. Mas feliz de lo que ya eres ahora. Recuerda que tú me lo dijiste aquella vez en tu carta cuando superaste las fases del duelo. Esto no es un hasta siempre, si no, un hasta luego.
―Sigo pensando que te estas despidiendo.
―Y yo te repito que no es así. Solo es un hasta luego.
Entonces, en ella se hizo una pausa y arrimó su cabeza junto a Alejandro. El cual no dudó en darle un beso breve en la frente.
―Quiero que sigas siendo dependiente de cualquier hombre y de tus sentimientos. Y que tu matrimonio no se vaya al traste por tus inseguridades como pasó con nuestra relación.
―Lo haré.
―Nos volveremos a ver nena. Te lo prometo.
Después hubo un beso más en la frente de ella y ambos se relajaron mientras que Eleanor sentía la paz que Alejandro desprendía.
Eleanor despertó por qué sintió como Carlos le abrazaba.
Ella se giró y vio que su prometido estaba durmiendo plácidamente después de tres orgasmos después de muchas semanas sin mantener relaciones sexuales.
Él abrió al cabo de unos minutos sus ojos y vio como Eleanor le estaba mirando. Por lo que, él se acercó a ella y le entregó muy brevemente uno de sus besos.
―Buenos días princesa ―le dijo él―. ¿Cómo has dormido está noche?
―Buenos días amor ―le respondió ella―. He dormido muy bien. ¿Y tú?
―Bien también. Y me alegra saber que has dormido bien.
Eleanor volvió a darle un beso nuevamente a su futuro marido y esté comenzó a respirar entrecortadamente.
Él bajó su mano nuevamente hacia el sexo de su mujer y Carlos bajó sus labios hasta el cuello de Eleanor. Haciendo que la llama de la pasión de ambos se volviese a encender.
Carlos se puso encima de ella y en breve, comenzó a besarle lentamente. Donde no tardó en bajar a sus pechos. Ya que notaba la pasión de Eleanor en el aire.
El teléfono móvil de ella comenzó a sonar y despertó del embrujo que le tenía su futuro marido con su éxtasis.
―Carlos, tengo que cogerlo. Pueden ser mis padres.
―Deja que suene.
Entonces, ella le besó mientras que se echaba a un lado y mientras que se levantaba de la cama, le dejó de besar.
―¡Eres una aguafiestas nena!
―Prometo recompensarte después de la llamada.
―¡Está bien! ―Carlos se tumbó encima de la cama de nuevo.
Eleanor fue hasta el salón.
Del suelo cogió su abrigo y en breve, cogió su teléfono móvil. El cual dejó de sonar.
Ella se percató que era un número que no conocía. Por lo que decidió no llamar y volver a la habitación junto a Carlos.
En pocos segundos, entró en la habitación y vio que su prometido la miraba de arriba abajo. Le gustaba su desnudez y la sensualidad que desprendía con ella.
―¿Quién era nena? ―le preguntó.
―No lo sé. No me ha dado tiempo a coger. Pero paso de llamar para atrás. ¿Dónde nos hemos quedado?
―Creo que lo sabes.
Ella puso el teléfono móvil en la cómoda y caminó hacia la cama. Sin embargo, el aparato volvió a sonar antes de que diera un paso.
Eleanor cogió el móvil y puso los ojos en blanco.
Ella lo cogió sin pensar y le tiró un beso a su prometido. Donde Carlos no tardó en darle una respuesta a su futura mujer.
―Dime mamá.
―No soy tu madre, pero sí que voy a ser tu peor pesadilla.
Eleanor cambió de cara y Carlos se levantó enseguida. Donde ella puso el altavoz.
―Sabes que no me gusta tener dos malas noticias en un solo día nena.
―¿Qué quieres Tristán? ¿Cuándo vas a dejarme en paz?
―Cuando te tenga de nuevo y mate a tu prometido.
Hizo una pequeña pausa.
―Pensabas que no me iba a enterar que tu noviecito de pacotilla y su padre iban a revocar el acta de matrimonio.
Carlos se levantó enseguida de la cama y fue hasta Eleanor.
―No voy a quedarme de brazos cruzados. Creo que lo sabes nena.
―Martinelli, esto se acabó. Entrégate y prometo que la corte será justo contigo.
La risa de Tristán sonó detrás de la línea y después respondió:
―Jamás lo voy a hacer. Lo único que pienso hacer es matarte por quitarme lo que tienes al lado. Así no va a ser para ninguno de los dos.
―Voy a atraparte y prometo encerrarte de por vida.
Carlos colgó el teléfono y en breve, fue a la mesita de noche y cogió su teléfono. Donde no tardó en marcar y poner el altavoz.
―Díganos jefe.
―Reuniros en la oficina en veinte minutos. Tenemos que hablar de Martinelli.
―¿A ocurrido algo? ¿A caso ha secuestrado a su futura esposa?
―No. Gracias a Dios. Hablaremos en la oficina Álvaro.
―De acuerdo.
Entonces, Carlos colgó el teléfono móvil y miró a su prometida a la cara. Donde estaba muy preocupado.
―Vamos a ducharnos y desayunar. Ya sabes que tenemos una reunión.
Ella asintió y en breve, caminó para la ducha.
Cuando Eleanor salió en breve, Carlos lo hizo también mientras que ella buscaba algo de la ropa de deporte de su prometido por su armario.
Varios minutos después, se pusieron a desayunar y no dijeron palabra alguna.
Tras ello, se marcharon a la oficina de policía.
Sin embargo, mientras que Carlos conducía notó la preocupación que tenía Eleanor. Y sabía que no tenía que decirle algo que todo fuera a peor.
Ambos llegaron a la comandancia de la policía y fueron hasta el piso adecuado.
Cuando llegaron, Carlos y Eleanor se percataron que todos estaban allí. Incluso Álvaro. Que le era fiel a él desde que se conocieron hace algunos años.
―Señores ―dijo Carlos mientras que se ponía ante ellos―, tenemos que vigilar a mi prometida día y noche. Martinelli ha vuelto a contactar con ella y amenazarme a mí de muerte.
―¿Y cómo lo haremos señor?
―Me da igual como os turnéis. Lo único que quiero es que mi prometida este a salvo hasta el día de la boda.
―¿Pero aún queda semanas señor?
―Eleanor y yo hemos decidido casarnos la semana que viene.
―¿Por qué señor?
―Por qué Martinelli querrá secuestrar a Eleanor y no lo logrará tan fácilmente. Por eso será nuestro señuelo para atraparlo y llevarlo a un tribunal.
―Es muy arriesgado señor. No podemos poner la vida de la señorita en peligro nuevamente.
―Haré que no lo sea. Porque la amo y daría mi vida por Eleanor siempre.
Sin embargo, ella no le dijo nada. Pues sabía que Alejandro le había hablado algo al respecto. Y que no le llevase la contraria.
En breve, Carlos les estuvo explicando el plan mientras que ella escuchaba. Pero estaba en contra de ello.
Tras comer fuera del departamento y llevar a su prometida al museo; ambos volvieron.
Cuando entraron en el departamento de Carlos, Eleanor fue hasta la ventana mientras que él iba a poner dos copas con vino tinto. Algo que sabía que a ella le relajaría, aunque no bebiese.
Él se acercó a Eleanor en pocos segundos y le entregó la copa de vino. La cual no tardó en beberse.
―Se que te preocupa lo que he planeado. Pero te prometo que te protegeré ese día ―le dijo él.
―No me preocupa eso. Tengo mil cosas en la cabeza. Estoy intentando pensar como Tristán para saber qué es lo que tiene planeado. Así todo sería más fácil.
―No quiero que pienses por él. Solo quiero que te relajes hasta el día de nuestra boda. No quiero que te estreses antes de tiempo y me des calabazas el mismo día.
―¿Qué te hace pensar que te voy a dejar plantado?
―Mi intuición masculina.
―¡Cállate! No sabes lo que dices.
―Sé lo que digo. En muchos meses de relación me he dado cuenta que yo puedo salir perdiendo. Lo digo por la situación que tienes tú ahora. No quiero llegar a imaginarte con otro después de todo lo que hemos pasado juntos. O que me dejes porque lo nuestro no ha funcionado como queríamos.
Él hizo una pequeña pausa. Donde ella comenzó a pensar en la manera de callarle.
―No puedo predecir el futuro. Pero sí que puedo saber que Tristán quiere conseguir que estés a su lado. O simplemente que te ena
―¡Carlos! ―le interrumpió ella.
―Dime nena.
―¡Cállate!
Entonces, ella le besó y llevó su mano a su miembro. Donde comenzó a excitarlo por encima de la bragueta.
Carlos actuó enseguida y la llevó a la habitación. Donde no tardó en quitarle la ropa que ella había cogido de su cajón y tumbarla encima de la cama. Olvidándose de sus preocupaciones y también de las preguntas que tenía en su cabeza.
Él le hizo el amor como a ella le gustaba y no miraron al futuro ni al pasado. Si no, miraron al presente que tenían en esos momentos delante.

Tú. Mi PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora