Capítulo Diecinueve

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Ella recorría aquel hermoso prado verde. Un prado en el cual, las flores que ella misma había hecho nacer con cada canción que cantaba; se iban marchitando. Sin embargo, Eleanor continuaba cantando canciones que le gustaban para que estas naciesen. Pero cuando lo hacía, estás nacían y morían al mismo tiempo. Algo que ella no lograba entender.
La luz de aquel prado se volvió oscuridad. Y la oscuridad en un cielo completamente teñido de rojo. Por lo que dejó de cantar y el pánico comenzó a florecer en su interior.
La tierra comenzó a temblar de pronto y ella se preguntaba qué es lo que estaba pasando.
Hasta que vio por su cuenta al mismísimo demonio reencarnado en Tristán. Pero no tenía cuernos. Si no, volvía a convertirse en un monstruo de los cuales ella siempre había leído cuando era joven e iba al instituto.
Eleanor comenzó a correr para que este no le atrapase. Pero cuanto más rápido ella corría, el tiempo se paraba para ella. Sin embargo, para él no.
Tristán la atrapó y se hizo del mismo tamaño que ella. El cual le hizo mirarle a loso ojos e hipnotizarle con su mirada. Fue cuando ella se percató que sus ojos rojos carmesí eran los de un demonio devora almas.
Él comenzó a besar su cuello, mientras que Eleanor continuaba hechizada bajo su embrujo.
Cuando Tristán llegó finalmente a su yugular, mordió el cuello de ella. Donde no tardó en gemir del dolor que eso le producía y de la sensación tan extraña que notaba por todo su cuerpo.
Eleanor despertó de golpe, mientras que comenzaba a jadear y respirar entrecortadamente.
Ella miró de lado a lado para ver si su ex estaba en la habitación. Y se alivió al saber que Tristán no estaba por ningún lado.
Eleanor se llevó las manos a la cara, mientras que pensaba en que había llegado el día más feliz de su vida. Y mientras que pensaba, recordó la buena noche que había pasado con la serenata que le había llevado Carlos.
Ella se levantó de la cama y fue hasta la ventana. Donde comenzó a ver que su madre estaba junto al catering de la boda en la zona que tenía por detrás de la fuente de la casa. Ahí se celebraría la boda después del acto en la ermita junto a la Virgen de Altagracia.
Después de mirar un rato, puso música italiana y se marchó hasta la ducha para relajarse antes de que se preparase para el momento.
Metiéndose en la tina con agua tibia, dejó de pensar y comenzó a rezar para que todo saliese bien. Sin embargo, fue pensar en lo guapo que podría ir Carlos, lo que le hizo sonreír por unos momentos e hizo que dejara de pensar. Relajándose en la tina sin pensar.

Él vigilaba la casa. Sabía que era el momento adecuado para llevarse a la mujer que le destruyó la vida.
Tristán vio desaparecer a uno de los vigilantes de la casa de los padres de Eleanor. Justamente en el portón antes de llegar al porche principal.
Cuando logró entrar, corrió hasta la parte del porche. Pero cuando vio salir a un vigilante de la casa, se ocultó detrás de unos árboles. Donde tuvo un tiempo para retomar un poco de aire y pensar un poco.
Mientras que esperaba a que este se marchase, comenzó a pensar en otra manera para entrar. Por lo que, agarró por unos momentos la pistola que cargaba detrás de su pantalón. Sin embargo, pensó en no llamar la atención y pensó en otra manera para atraer a Eleanor a su propia trampa. Pero no hubo nada que le gustase.
En breve, este recordó que tenían un pequeño jardín en el este de la casa. Uno que justamente daba a la ventana de la habitación de Eleanor y en la cual, había una pequeña habitación para las herramientas del jardinero y una pequeña piscina. Donde Eleanor y él mantuvieron relaciones sexuales la primera vez.
Tristán fue hasta ahí, mientras que pensaba en la manera de atraerla hacia la trampa que le había preparado.

Ella se miraba al espejo, mientras que pensaba en si debía de seguir con los planes que tenía Carlos al respecto. Algo que tenía que decírselo antes de que se diesen el sí quiero.
Eleanor se percató que el vestido que había escogido para aquel día tan importante, era uno que le gustó mucho. Un vestido de novia largo, con escote en pico sin mangas y una falda de corte de gasa. Junto a ello, un hermoso peinado echo con trenzas. Y de adorno en su pelo, un pasador que llevó su madre el día en que se casó con su padre. Algo viejo. Tal y como dijo su madre cuando entró en la habitación para dárselo.
De pronto, comenzó a pensar en Alejandro y necesitaba un poco de aire para poder llegar al final del día sin darle un infarto.
Eleanor salió de la habitación y caminó para ir a su lugar favorito de la casa. Al jardín que había debajo de la ventana de la habitación. Aquel jardín que había ayudado con mucha ilusión a plantar junto a su madre.
Cuando llegó ahí en pocos minutos, comenzó a respirar profundamente mientras que continuaba pensando en Alejandro con mucha paz. Donde no paró de venir a sus recuerdos, los planes que hicieron cuando estuvieron de novios. Incluso de los buenos momentos en los cuales hacían el amor. Algo que ya tenía junto a Carlos.
En breve, ella se percató que las preciosas flor Cala en blanco que plantó junto a su madre; habían crecido mucho y eran dignas de admirar. Mas de lo que ella había hecho desde que las plantó en el jardín con la mujer que le dio la vida.
Eleanor fue a cortar algunas para llevarlas el día más importante de su vida. Pues para ella, su madre significaba mucho.
Miró a su lado izquierdo y vio aparecer de pronto a alguien que corría hacia a ella. Donde ambos se golpearon y ella cayó al suelo.
Mientras que ella recobraba la consciencia, vio quien había sido y al ver a Tristán ante ella, intentó levantarse enseguida del suelo para correr hasta la casa. Pero fue él quien le cogió por una pierna.
―¡Suéltame! ―dijo ella.
―Ya sabes que no.
Entonces, ella le pegó una patada con el zapato que tenía puesto. Pero Tristán fue rápido y le cogió por los dos pies después de ellos.
Él se levantó un poco y le dio un pequeño golpe en la pierna. La cual Eleanor comenzó a gritar fuerte de dolor.
―Nena, no hagas esto más difícil.
―¡Déjame por favor! ―dijo ella con el dolor en la pierna que le cortaba la respiración―. ¡Ayuda! ―intentó de gritar.
―Nadie te va a escuchar aquí adentro.
Hicieron una pausa y las lágrimas de Eleanor comenzaron a brotar de sus ojos. Cayendo por sus mejillas.
―Nena, o te vienes conmigo o mato a tu familia. Ya sabes que ellos corren peligro. Y no me va a temblar el pulso para hacer lo que ya he hecho en alguna ocasión.
Exhausta por el dolor, ella no dijo nada. Sin embargo, Tristán cogió las cuerdas y la mordaza de su bolsillo.
Él se acercó a ella y la levantó para atarla. Pues sabía que era la única manera de poder sacarla de allí.
Eleanor comenzó a forcejear y a pedir ayuda. Pero este le puso enseguida la mordaza a ella sobre la boca.
―Una mujer callada es muy mucho mejor que con su habla. Te daré varias lecciones de ello antes de que cumpla lo que he planeado contigo después de lo que ambos habéis echo.
Eleanor balbuceó y en breve, Tristán terminó de atarla.
En pocos minutos, él comenzó a arrastrarla por el jardín mientras que ella forcejeaba.
Tristán llegó ante el cuarto del jardinero para llevársela cuando oscureciera, cuando de pronto; sintió un disparo sobre el hombro derecho. Donde no tardó en soltar a Eleanor y darse la vuelta para ver quien había sido.
―Se acabó Martinelli ―dijo Carlos―. Entrégate.
Tristán cogió nuevamente a Eleanor con el brazo herido y sacó con el otro la pistola. Apuntándola a ella.
El vio en pocos segundos, como los padres de Eleanor y el resto de la familia estaban mirando a través de la ventana del jardín. Pero también como su hija, Carlos y Tristán estaban cara a cara después de todo lo que pasó.
―Esto no se acaba Rivera. Ella es mia y siempre será. Así que, déjanos salir.
―No voy a dejarte escapar nuevamente. Y más cuando tienes dos delitos de asesinato y uno de incitación a secuestrar a una persona. El juez no será justo contigo después de eso.
―Me da igual lo que un juez diga ―dijo él―. Quítate del medio ―dijo nuevamente mientras que le apuntaba a él―. O te disparo a ti para poder escapar.
De pronto, aparecieron los compañeros de Carlos por todos lados y este estaba rodeado. Pero fue un disparo en la pierna de la buena puntería que tenía Álvaro lo que le hizo caer al suelo.
Eleanor comenzó a correr para ir hasta Carlos para que le desatase. Pero un disparo sonó de pronto y ella cayó al suelo rápidamente. Donde comenzó a sangrar de su costado derecho.
Carlos de la misma rabia, le disparó en la sien a Tristán en la distancia en la que estaban. Donde este murió al instante.
Él fue hasta Eleanor, quien permanecía herida. Nunca llegó a pensar que eso pasaría. Solo pensaba en que sus planes saliesen bien y pudiese atrapar a Tristán para hacer justicia.
En segundos, le quitó las cuerdas y la mordaza, mientras que le besaba en la frente brevemente.
―Tranquila amor. Te llevaré al hospital ―le dijo él, mientras que la levantaba del suelo y la llevaba a su coche―. Tenía que haberte dado algo para protegerte. Que tonto he sido. No debí de poner tu vida en riesgo.
―Tu no has tenido la culpa... la tuve yo... al salir al jardín...
―No digas tonterías nena.
Carlos entró a Eleanor en el copiloto de su coche y corrió al asiento del piloto para llevar a su prometida al hospital.
En segundos, se marcharon de la casa y este comenzó a pisar el acelerador para llegar a tiempo.
Carlos vio que ella estaba cada vez más débil. Por lo que se saltó varios semáforos de la ciudad. Y le daba igual de pagar una multa. Pero su prometida estaba antes que su propio coche.
Eleanor terminó de desmayarse, mientras que Carlos la miraba muy pensativo.
―Nena, no te duermas.
Y él pisó aún más el acelerador para llegar lo más pronto posible al hospital. Ya que no quería perderla nuevamente.
Cuando llegaron, Carlos sacó a su prometida del coche y por la puerta de urgencias.
Las enfermeras le tomaron el pulso y lo tenía débil. Por lo que tuvieron que llamar al cirujano.
En segundos, se llevaron a Eleanor dentro. Donde Carlos tuvo que esperar fuera de la sala.
Mientras que Eleanor se debatía entre la vida y la muerte, él estuvo pensando en lo que había pasado. Carlos se echaba la culpa de ello. Algo que no se perdonaría jamás.
En breve, llamó a los padres de Eleanor y a su familia para decirles que estaban operando a su prometida. Y que se estaba debatiendo entre la vida y la muerte.
Después, llamó a Álvaro para saber cómo estaba la situación con Tristán. Donde este le informó que el narco había fallecido en el mismo momento en el cual le disparó en la sien y que los forenses estaban intentando levantar el cadáver. Entonces, Carlos tuvo una idea para atrapar al resto de hombres de Tristán. Por lo que contó el plan que tenía y este les colgó en pocos segundos. Pues aún seguía preocupado por su prometida. Donde esperó a que su familia acudiese a su lado para un momento delicado como ese.

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