Ella corría por aquel prado tan hermoso en el cual había estado en un sueño anterior siendo feliz. Las campanillas de primavera y los Lirios los acompañaban junto a las canciones de su grupo favorito que tenían en su cabeza. Cuando más escuchaba esas canciones, más feliz le hacía estar en aquel sueño.
La canción de Pietra de pe Inima de Adrian Sina, Aza y Laiu sonaba en su cabeza. Y a su vez, una nueva flor nacía en aquel hermoso prado verde. Con aquella canción nació la flor Hortensia de color blanca. Sin embargo, Eleanor no cantó.
Cuando pasó unos minutos, la canción de Amor Gitana de Akcent junto a Sandra N comenzó a sonar y nació otra flor. Fue cuando notó la felicidad en su pecho. Como si algo le pidiese que les cantase para que se pusieran más bonitas de lo que ya eran.
"―Amor, amor gitana, amor gitana, amor gitana. Canta Copacabana, con mi guitarra, con mi guitarra. Amor, amor gitana, amor gitana, amor gitana. You know you make me wanna, you make me wanna, You make me wanna...
―Sigues teniendo la voz más bella que había escuchado ―ella se giró al escuchar esa voz masculina.
Al ver a Alejandro, la música de su cabeza paró de sonar y fue hasta a él para abrazarle.
―Pensé que nunca volverías a visitarme ―le dijo ella.
―Lo haré hasta que te vea feliz. Tal y como lo eres en el mundo de los sueños.
―Pero en el mundo de los vivos no lo soy. Ya estás viendo que Tristán lo tiene todo planeado.
Alejandro le cogió la cara y ambos se miraron a los ojos preguntándole sin dudarlo por un segundo:
―¿Recuerdas lo que te dije cuando nos conocimos y que estaba dolida por una relación? Justamente cuando no te abrías a mis sentimientos.
Ella asintió y después le respondió:
―Que confiase en ti.
―Ya ves. Pues ahora te pido lo mismo. Pero que lo hagas contigo misma. Y que vuelvas a quererte como me quisiste a mí en el mundo de los vivos o cómo quieres a Carlos.
―Tus palabras significan que no volveremos a vernos.
―Ya te he dicho que confíes en mí. Solo cuando seas feliz en el mundo de los vivos, yo dejaré de existir en tu cabeza. Ahora solo soy un recuerdo que tienes presente por todo lo que te está pasando.
―Eleanor...
Ambos escucharon la voz del exterior y ella volvió a abrazar a Alejandro. Al cual no quería soltar.
―Me niego a perder tus buenos recuerdos ―le dijo ella en el oído.
―¿Y quién dice que cuando seas feliz perderás los buenos recuerdos que tuviste a mi lado?
Pero en ella hubo un breve silencio.
Alejandro volvió a agarrarle la cara a Eleanor. La cual estaba llena de lágrimas.
―Nos volveremos a ver. Pero ahora necesito que estés tranquila y que confíes nuevamente en ti misma. Como también confiaste en el momento en que nos íbamos a volver a ver y que no pudo ser porque no eran nuestro destino estar juntos.
De pronto, comenzó a hacer un fuerte viento. Uno que la empujaba hasta el acantilado.
―Te quiero ―dijo ella mientras que le llevaba el viento.
―Y yo ―gritó él―. Recuerda. Confía en ti misma y serás feliz.
Eleanor despertó de pronto y vio a Tristán a su lado. Él cual estaba semidesnudo con una toalla puesta.
En toda la habitación olía a café recién echo. Pero lo que más le extrañó a ella, fue verle la cara de preocupación a él.
―¿Has tenido una pesadilla? ―le preguntó él.
―No. Solo ha sido un sueño.
―Pues gritabas. Como si estuvieras gritando de dolor.
Sin embargo, ella no quiso decirle que había estado soñando con Alejandro.
―¿Has traído café? ―le preguntó―. Me muero de ganas de tomar un poco para espabilar mi sueño.
―He traído los desayunos después de darme una ducha de agua fría. Tenía una erección y no quise despertarte al verte tan dormida ―le respondió él.
―Eso es raro en ti. Siempre me despertabas para tener tu orgasmo cuando querías mantener relaciones a la fuerza.
―En verdad, es que anoche te portaste mejor de lo que pensé con la visita de mi socio. Y cuando llegué a la habitación, vi que no te habías escapado.
―Pensé que era uno de esos narcos que tienes de amistades. Y me equivoqué al parecer.
―Emanuele ha sido un socio de mi padre desde hace mucho tiempo.
―Al menos tu padre era normal.
―Lo eran. Hasta que vieron a su hijo en la cárcel. Mi madre murió de un infarto y mi padre se ahorcó días después. No soportó vivir sin mi madre y con un hijo en la cárcel que no le iba a solucionar nada entre las rejas ―le dijo él―. Creo que fue ese mi karma tras matar a tu Alejandro.
Sin embargo, ella no le dijo nada. Solo mantuvo el mismo silencio que tuvo cuando Alejandro no acudió a aquella cita que tenían para reconciliarse. Aquella a la que le llevó a su accidente de coche y a su muerte.
Tristán se levantó y fue hasta la cómoda. Donde cogió en breve los desayunos.
Él volvió ante ella y ambos escucharon unos ruidos desde fuera. Pero no le dieron mucha importancia.
―Tendrás hambre.
―¿Tus hombres han venido ya?
―Sí. Desde esta mañana temprano. Solo tenían unas horas libres. ¿Por qué?
―Por saber Tristán. Es que ese ruido me ha asustado y ahora me tiene un poco inquieta.
―Pues tranquila. Nadie sabe que estamos aquí. Solo mis hombres y yo.
Sin embargo, fue otros ruidos los que hizo que Tristán mirase para la ventana y ella a inquietarse más. Pues cuando esos ruidos se acercaban, ambos supieron que la policía iba de camino hasta la finca.
―¡Maldita sea! ¿Quién se ha chivado que estamos aquí? ―en breve miró a Eleanor y le dijo―: No habrás sido tú, verdad.
―Como voy a ser yo. Si no tengo algo con lo que contactar con el exterior.
―Certo ―dijo en italiano.
Tristán se levantó enseguida de la cama y cogió a Eleanor por la muñeca. Donde ella comenzó a forcejear y él a empujarle para salir de la habitación.
Cuando logró sacarla, la llevó hasta el salón. Donde no tardó en toparse con Caleb y a su vez, con la policía.
―Señor, debemos de subir hacia arriba ―le dijo.
―Voy a salir con mi mujer, aunque nos maten a disparos al salir por las escaleras ―dijo él.
―Es muy arriesgado señor Martinelli. Suéltela y volveremos a por ella.
―¡Estáis locos los dos! ―exclamó ella.
―¡Cállate Eleanor! ―dijo Tristán furioso.
―Usted decide señor ―dijo nuevamente Caleb―. Pero si arriesga la vida de ella y usted se salva, lo lamentará de por vida.
Entonces, a Eleanor le dio un vuelco extraño en el corazón.
―Está bien ―Tristán entró en razón y mirando a su mujer, le dio un beso muy fuerte y en breve, le dijo―: Iré a buscarte para que volvamos a estar juntos.
Y Tristán se marchó junto a Caleb. Sin embargo, Eleanor se quedó con aquellas palabras que no sabía cómo responder. Solo se mantuvo helada por ello.
Carlos llegó a la zona donde estaba ella y cuando ambos se miraron, él corrió hacia a ella y en breve, se abrazaron.
―Pensé que te había perdido para siempre ―le dijo él.
―Nunca pensé que me encontrarías en este infierno ―le respondió ella.
―Pues lo he hecho.
Después, los dos se besaron por unos segundos y Carlos levantó en breve a Eleanor del suelo. Donde no tardó en arroparla con su chaqueta cuando le vio la ropa que tenía puesta.
―¿Cómo me habéis encontrado? ―preguntó ella.
―Ha sido gracias a tus padres. Pero también a Tristán. Es algo largo de contar. Prometo contártelo. Pero ahora vayámonos y te darás un baño relajante. Creo que te hace falta.
Ella asintió.
Ambos caminaron y ella se percató que había bastantes hombres detenidos y heridos. Pero no le dio importancia.
Carlos la montó en el coche y después, fue hasta el asiento del piloto. Donde no tardó en entrar, cerrar la puerta y arrancar el coche para marcharse de aquel lugar donde había estado su prometida por esas largas semanas.
Mientras que iban de camino, hubo un silencio largo.
Carlos sabia a que se debía y no quiso abrir la boca para decirle palabra alguna a su prometida. Pero la veía preocupada. Sin embargo, solo dijo una palabra.
―¡Estás bien! ―exclamó él.
―No ―le respondió ella―. Lo ha pasado mal. Muy mal.
Hizo una breve pausa.
―Ha sido un infierno estar a su lado. Un maldito infierno del cual quería escapar y no podía.
―Más para nosotros amor. No sabes cómo ha sido el dolor que hemos tenido hasta encontrar que tu cuerpo era falso.
Pero ella no le dijo nada al respecto.
―¿Qué es lo que realmente te inquieta reina?
―Tristán ha prometido venir a buscarme.
―Cuando él lo haga, prometo detenerle.
―No lo entiendes verdad ―dijo ella mientras que giraba su cara―. Carlos, mi ex me ha violado, me ha enterrado viva e incluso me ha hecho firmar un papel que nos quedaba casados.
―¡Qué!
―Lo que has oído. Ahora temo por que vuelva.
―¡Maldito hijo de puta! ―exclamó―. Te prometo que no volverá a llevarte. Haré todo lo posible para que estés vigilada
Después, se hizo el silencio entre los dos y Carlos continuó con su trayecto.
Al cabo de media hora, llegaron a la casa de los padres de Eleanor y ellos le abrazaron. Donde ella no tardó en contarles todo lo que había pasado.
Carlos le dio a Eleanor su teléfono móvil. Aquel que perdió cuando Alonso y Tristán la secuestraron. Pero que, a su vez, su ex puso en el coche para fingir su muerte. Algo que había extrañado en su encierro. Por lo que ella, lo cogió y se lo quedó en la mano.
En pocos minutos, el padre de Eleanor sacó una botella de champaña y brindaron por su regreso. Sin embargo, ella no estaba aún feliz. Por lo que, dejó la copa a un lado y se marchó a su antigua habitación.
Ahí en segundos, fue al baño y llegó la tina con agua tibia. Quería darse un baño. Algo que no había hecho en muchos días. Pero su inquietud estaba ahí. Parecía mucho peor que cuando Alejandro no se aparecía en sus sueños.
Mientras que la tina se llenaba, vio su teléfono móvil. Que estaba roto en la pantalla un poco. Pero aun así podía ver que es lo que había en sus mensajes.
En breve, ella se quitó aquella ropa que odiaba y dejando su móvil a su lado; se metió en la tina y se relajó mientras que dejaba de pensar.
Su teléfono móvil sonó de pronto. Llegó a pensar que acababa de resucitar de entre los muertos y que nadie sabía que estaba viva hasta que sus padres lo hicieran oficial.
Cogió su teléfono y vio que era un número que no conocía. Por lo que lo cogió y dijo:
―Dígame.
―Veo que ya estás en casa de tus padres y con tu teléfono móvil ―la voz de Tristán la sorprendió e hizo que levantase su cuerpo desde la tina―. No puedo llegar a imaginarte desnuda mientras que te das una ducha de agua caliente.
―¿Por qué no me dejas en paz?
―Ya sabes que soy tu marido. Y de mí no puedes escapar. Si acaso, quien puede hacerlo soy yo.
―Te odio.
―Hazlo. Pero mientras que estoy lejos de ti, borra ese sentimiento. Por qué no pienso parar hasta tenerte a mi lado nuevamente.
Hicieron una pequeña pausa.
―Volveremos a vernos. Y te pondré más sexy de lo que ya he hecho. Y a cuatro patas nena.
Tristán colgó el teléfono y ella se echó hacia atrás, mientras que el pánico se apoderaba de ella. Sin embargo, Carlos entró en el cuarto de baño y vio su cara de preocupación. Fue cuando supo que había pasado algo.
Eleanor se lo estuvo contando, mientras que él intentaba calmarla. Pero ni un beso de su prometido le calmó. Por lo que él se quedó bastante tiempo a su lado hasta que lo hiciera. Algo que le iba a ser imposible.
Mientras tanto, al otro lado de la calle; él se encontraba esperando a la oportunidad de que no hubiera nadie para volver a llevársela. Sin embargo, sintió un puñal en su pecho. Algo extraño que seguía sin saber qué es lo que era.
―Señor, deberíamos de irnos y cuando las aguas se calmen volver a por ella ―dijo Caleb.
―Quiero hacerlo ahora.
―Si usted entra ahora en esa casa, la policía le detendrá. O peor, le matarán.
Entonces, Tristán entró en razón y le hizo una señal para que condujera.
―Dejaremos que las aguas se calmen y volveremos a por ella Caleb. Ella es mía. Y no pienso dejar que otro se la quede.
―De acuerdo señor.
Y entonces, Tristán mientras que pensaba en la manera de volver a la vida de Eleanor y llevarla junto a él, se fumó un cigarrillo de los que tanto le gustaban. Y la recuperaría, aunque muriese en el intento de llevársela y hacer con ella, lo que ya había hecho. Hacerla su esposa y hacerla suya. Pues Tristán sabía que Eleanor le volvía más loco que Katrina. Una mujer que relucía sensualidad con cada paso que ella daba. Sin embargo, Eleanor era la flor más hermosa que había visto y la más difícil de conseguir. Algo que ya había hecho y que tenía que volver a recuperar. Costase lo que le costase.
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Tú. Mi Pasado
Romance¿Qué harías si tu pasado repercutiese sobre las vidas de tus seres querido y tuvieras que decidir entre ambas cosas? ¿Qué harías si tu pasado interrumpe en tus planes de futuro? ¿Qué harías si tu pasado interrumpiera tu felicidad parar siempre? Tris...