Capítulo 12- Memoria

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Dos años después:

-¡Apúrate, querido, que vamos a llegar tarde! -gritó la madre de WangJi mientras le daba los últimos toques a su peinado delante del espejo, y alisaba unas inexistentes arrugas de su vestido. El efecto final con unas joyas que lanzaban brillos tornasolados bajo la luz de la sala, la hacían ver elegante y distinguida.

El hombre bajó, incómodo por el traje que había tenido que ponerse y al que no estaba acostumbrado. Llevaba la corbata en la mano:

-No sé cómo diablos hacerle el nudo a ésto...

-¡Ay, pero qué torpe eres! -protestó la mujer.

Ya con la corbata en su sitio, el hombre había quedado tan elegante como su esposa. Después de una mirada de aprobación, ella lo tomó del brazo para salir: los esperaba la ceremonia de graduación de la Universidad; WangJi por fin iba a recibir su diploma de Doctor en Abogacía.

El tiempo había traído grandes cambios para la familia: dos años atrás WangJi, internado en la clínica psiquiátrica, había sufrido una nueva crisis al enterarse, por el psiquiatra, de la verdad sobre la crisis que lo había llevado allí. Cuando despertó de su desmayo, se dio cuenta de que había recuperado la memoria. Recordó su vida y la relación con Wuxian, y también sus sentimientos hacia él, aunque no pudo recordar cómo lo había herido.

Enfrentado a la realidad de que Wuxian se había ido para siempre, pasó por varias etapas: primero se desesperó y después cayó en un pozo depresivo, pero de a poco se fue haciendo a la idea de que su pareja se había marchado para olvidarlo, y se convenció de que él tenía que hacer lo mismo. Tiempo después fue dado de alta.

Cuando quiso volver a su casa tuvo que enfrentarse a otro golpe: ya no tenía dónde vivir. En un último impulso que no pudo comprender, Wuxian había desmantelado el hogar que habían compartido. Cuando el chico descubrió que todos los recuerdos de su vida en común habían sido empacados y devueltos a sus padres, se sintió traicionado, y su angustia se transformó en furia. No podía culpar a Wuxian por sentirse mal, pero él tampoco tenía la culpa de lo que había ocurrido; no merecía que años de su vida se borraran como si nunca hubiera existido.

Un día juntó coraje y abrió la caja en donde Wuxian había guardado sus fotos y obsequios. Un mundo de recuerdos agridulces llegó a su cabeza: los álbumes de fotos de los viajes que habían emprendido juntos, en donde se los veía felices y relajados; también las melosas y tontas cartas que él le escribía, porque a Wuxian le gustaba más tener recuerdos en papel que mensajes de celular, y los regalos que le había hecho todos esos años. La caja estaba llena de amor, de ese amor que ahora parecía un desperdicio. Wuxian había salido huyendo sin esperar a que él se recuperara.

WangJi bajó las escaleras con la caja de recuerdos bajo el brazo, rumbo a la puerta de calle:

-Hijo, ¿qué vas a hacer con eso? -le preguntó su madre.

-Tirarlo a la basura, mamá -le respondió WangJi, con frialdad-. No quiero ver estas cosas nunca más.

-¡Pero, hijo...!

-No, mamá. Si Wuxian se fue, es porque no me amaba lo suficiente. Tengo que olvidarlo. Como sea. -WangJi apretó aún más fuerte la caja, y salió a deshacerse de ella.

***

Con el tiempo WangJi logró sobreponerse a su pena, y se enfrascó en sus estudios. Solo le faltaba un año para recibirse, y el deseo de transformarse en abogado se convirtió en su guía. No trabajaba porque sus padres no se lo permitieron, dormía ocho horas diarias y trataba de llevar una vida tranquila; aún tomaba medicamentos para evitar una posible reaparición de Alter.

Su último año de estudios había sido complicado, y los exámenes finales una locura, pero a pesar de los temores de sus padres logró aprobarlos y recibirse.

Después de la ceremonia de graduación y la entrega de los diplomas, el grupo de nuevos abogados se reunió para celebrar. WangJi había invitado a alguien especial:

-Permíteme felicitarte, doctor...

-Gracias, Alex... -WangJi sonrió con timidez cuando el hombre lo observó con una sonrisa llena de seducción.

-Ahora podré meterme en líos porque tú me defenderás, ¿verdad? -La sonrisa de Alex se transformó en una carcajada, y sus ojos se llenaron de luz.

-Por supuesto, y gratis... -WangJi se rió con él.

-Te pones tan lindo cuando te ríes... -Alex se acercó con lentitud al rostro de WangJi y dejó un pequeño beso en su mejilla-. ¿Vendrás a mi apartamento esta noche?

-Sí, claro.

***

WangJi y Alex se habían conocido meses atrás. Alex, unos años mayor que WangJi, había quedado encandilado por su belleza.

Medio dormidos y abrazados después de hacer el amor, Alex acarició el cabello de su pareja:

-Es la primera vez que tengo sexo con un abogado -susurró.

WangJi lanzó una carcajada:

-Pero que idiota eres...

-Si, idiota por tí... -Alex volvió a besarlo. Le encantaba la boca tierna y cálida de WangJi. Se perdió en las sensaciones del beso y ya estaba a punto de comenzar de nuevo, cuando el chico lo interrumpió con un ademán tranquilo, pero firme:

-Basta, Alex. Por esta noche es suficiente.

-¡Uff, que aburrido! -Con un fingido gesto de contrariedad, el hombre se levantó y se fue a la ducha.

Cuando WangJi por fin escuchó el sonido del agua, pudo preguntar:

-¿Se puede saber qué diablos haces aquí?

-Yo siempre estoy contigo. Tú eres el que me llama...

-¡Lárgate, Alter!

-Muy bien, como quieras. Pero recuerda dos cosas: uno, que Alex no me gusta y no quiero que sea tu pareja, y dos, mi cara: soy la viva imagen de Wuxian, y sé que no puedes olvidarlo -le dijo la alucinación, recalcando las palabras.

-¡Vete al diablo! -exclamó WangJi.

-¿Dijiste algo, amor? -preguntó Alex desde la ducha.

El chico se levantó y se fue al baño:

-A veces hablo solo -le respondió mientras lo hacía a un lado para recibir el agua sobre la cara. Cerró los ojos, tratando de olvidar el rostro de su alucinación-. No me hagas caso.

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