Capítulo 13- Conflictos

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WangJi luchaba contra las súbitas apariciones de Alter, que se presentaba en los momentos menos oportunos, siempre con esa sonrisa igual a la de Wuxian, el hombre que necesitaba olvidar. Su alucinación había cambiado de parecer: ahora no quería que olvidara a su expareja. Al principio WangJi había logrado que se fuera cuando se lo ordenaba, pero con el tiempo la alucinación se volvió difícil de dominar. Se presentaba en los momentos menos pensados, sobre todo cuando él estaba con Alex, y expresaba su rechazo con frases sarcásticas y gestos desagradables cuando lo veía acercarse al chico.

WangJi se negaba a aceptar dos verdades: una, que Alter era una proyección de sus propios pensamientos, y que por lo tanto él mismo intentaba sabotear su relación con Alex, y también que no era normal que siguiera teniendo alucinaciones. No quería admitir que aún estaba enfermo, y que si no pedía ayuda Alter volvería a adueñarse de su vida.

                           ***

WangJi trabajaba en un estudio de abogados, como ayudante, intentando ganar experiencia en el difícil mundo de las leyes. Durante un tiempo siguió su terapia con una psiquiatra nueva, ajena a la institución en donde había estado internado. Su doctora era joven y amigable, y le había caído bien desde el primer día. Pero a pesar de llevarse bien con ella, WangJi jamás se atrevió a hablarle de Alter: estaba seguro de que iban a internarlo en el momento en que admitiera que aún tenía alucinaciones. Alex le había pedido que se fuera a vivir con él, pero WangJi tenía miedo de que Alter se instalara definitivamente a su lado, si aceptaba:

—Sabes que estoy muy ocupado, Alex. No estoy nunca en mi casa —le dijo, para justificarse—. ¿Qué diferencia hay entre vivir juntos o seguir como hasta ahora?

—Mucha, amor… Dormirías conmigo todas las noches.

—Ya dormimos juntos muchas noches…

—Muchas, tú lo has dicho. Pero yo te quiero todas las noches conmigo... —Alex se acercó a él para besarlo. En los brazos de su pareja, WangJi intentó ignorar las carcajadas de Alter, que se burlaba de ese hombre al que consideraba un viejo cursi, y por quien tenía una profunda desconfianza.

                           ***

Li Feng fue dado de alta unos meses después que WangJi. Ellos habían seguido viéndose, porque su amigo lo visitaba sin falta todas las semanas, para jugar damas chinas y hacerle compañía.

El menor estaba confundido y no sabía qué hacer con su vida, pero recordó las charlas sobre leyes cuando él y WangJi estaban internados, y se le ocurrió una idea: podía hacer un negocio online en donde se ofreciera asesoría legal. El proyecto no era difícil: armar una empresa que contara con una página web y una aplicación para celulares, en donde WangJi respondería las consultas de los posibles clientes y les ofrecería sus servicios como abogado. Li Feng estaba listo para poner manos a la obra y armar el negocio, siempre y cuando su amigo se atreviera a sumarse:

—Yo me encargo de los trámites administrativos para armar una empresa, y de desarrollar la plataforma informática; tú me ayudas con la terminología legal —le dijo, entusiasmado—. Cuando empiecen a registrarse personas y hagan sus consultas, te encargarás de responderlas.

—¿Y crees que se puede ganar dinero con eso? —preguntó WangJi.

—¡Por supuesto! Hay mucha gente con problemas legales, y una plataforma online es una excelente forma de hacer consultas de forma cómoda y rápida, sin necesidad de citas previas con estudios de abogados. Aparte tenemos un arma secreta que hará que la gente quiera contratar nuestros servicios...

—¿Un arma secreta? ¿Cuál?

—Tú. Vas a atraer a muchas mujeres con problemas legales. Y tal vez hasta a algunos hombres…

Los dos se rieron a carcajadas. Pero la idea parecía buena, y WangJi se decidió por seguir a su amigo. Pocos días después Li Feng tenía un proyecto armado. Era sencillo: iban a empezar con WangJi como único abogado porque no podían pagar otro, pero esperaban que con el tiempo el negocio prosperara. WangJi tenía que continuar con su trabajo en el estudio, ya que el negocio online en un principio no solo no iba a dar ganancias sino que iba a generar gastos de funcionamiento. Li Feng no tenía trabajo aunque ganaba algo con el desarrollo de pequeños juegos que subía a las redes, pero los primeros gastos del emprendimiento iban a tener que salir del bolsillo de WangJi. Con muchas esperanzas, un día iniciaron su emprendimiento.

Les costó un tiempo lograr que la gente se acostumbrara a ventilar sus problemas con un abogado que no conocían, pero de a poco el negocio online ganó popularidad y prosperó, y un día WangJi se vio tan desbordado de trabajo que pudo renunciar al estudio y dedicarse por completo a sus clientes de las redes.

Poco más de un año después, él y Li Feng habían logrado mudarse de su primer lugar de trabajo, improvisado en el apartamento del menor, a un edificio en el centro de la ciudad, en donde instalaron sus oficinas. Tenían tres abogados más, de diferentes especialidades, trabajando con ellos, además de varios funcionarios administrativos y cientos de usuarios  registrados en su página. 

—¡Woww, amor! Tu oficina es muy bonita... —Alex había llegado para conocer el nuevo lugar de trabajo de WangJi. Cuando vio al joven secretario de su pareja se puso celoso, pero lo disimuló bien.

—Gracias. —WangJi le respondió sin mirarlo, concentrado en leer unos documentos.

—¿Te pasa algo, amor? —Alex se sintió inseguro por la indiferencia de su pareja.

—Nada. No te preocupes —le respondió el chico mientras cerraba los ojos y se tiraba hacia atrás en la silla, para estirar la espalda—. Estoy un poco cansado…

La oficina de WangJi tenía un ventanal de vidrio que daba hacia un gran espacio interior, donde estaban los empleados administrativos. Desde su oficina, al otro lado del espacio, Li Feng podía ver a su amigo, a lo lejos, y lo observó mientras conversaba con Alex: antes de responderle, WangJi giraba apenas la cabeza hacia un costado. 

El menor conocía demasiado bien ese gesto:

—¡Alter volvió…!

Alter EgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora