Capítulo 14- Frustración

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Li Feng tenía la certeza de que Alter había regresado pero no sabía qué hacer: si WangJi recaía en su enfermedad el negocio de asesoría legal se iría a la ruina. Su amigo era la cara visible de la empresa, y no se podían permitir un problema semejante. Ese pensamiento pasó breve por su cabeza; después se reprochó su egoísmo: la salud de WangJi estaba primero, y debía hablar con sus padres para advertirlos.

Salió de la oficina temprano, para evitar cruzarse con WangJi, y se fue directo a la casa de sus padres, que lo recibieron con afecto aunque extrañados de que llegara solo y con cara de preocupación:

—Necesito hablar con ustedes… Lamento traerles malas noticias… —A pesar de que trató de ser lo más suave posible, no pudo evitar el estallido en llanto de la señora ni la angustia del hombre—. De verdad, lo siento mucho —les dijo, acongojado—, no quería ser yo el que les anunciara ésto… 

Los padres de WangJi estaban tan mal que Li Feng decidió por ellos: lo mejor era hablar con la nueva psiquiatra de WangJi.

                           ***

—Así es, doctora. —Li Feng había podido conseguir una cita urgente con la terapeuta de su amigo—. Él mira hacia un costado antes de responder. Ya había visto ese gesto en la clínica, y por eso estoy seguro de que esa alucinación, Alter, apareció de nuevo.

La psiquiatra observó sus anotaciones, preocupada. WangJi se había cuidado tan bien de no hablarle de Alter y de no ponerse en evidencia delante de ella, que la profesional había pasado el tema por alto, pensando que su paciente ya no padecía alucinaciones:

—Estuve estudiando su historial de la clínica psiquiátrica —dijo—. Esa alucinación, Alter, tenía el aspecto físico de Wei Wuxian, su expareja, ¿verdad? —le preguntó al menor.

—Si, doctora —respondió Li Feng—. Yo no sé los detalles, pero era así. Un día WangJi sufrió una crisis y recordó todo, pero para ese entonces Wuxian se había marchado de la ciudad, y nunca más se supo de él. Me imagino que WangJi habrá quedado destrozado, porque nunca volvió a nombrarlo.

—Pero ahora tiene otra pareja…

—Sí, y parece estar bien con él, aunque… —Li Feng dudó, y la psiquiatra lo observó con interés—, me comentó que su pareja lo está presionando para que vivan juntos, pero él no quiere.

—¿Y te dijo por qué no quiere vivir con él? —preguntó la doctora.

—No, no me lo dijo. Pero conociendo a WangJi y sabiendo lo mal que se puso por el abandono de Wuxian, no creo que lo haya olvidado.

                         ***

—Pasa, WangJi. —La psiquiatra recibió a su paciente como siempre, con una sonrisa distendida mientras le hacía un gesto para que entrara a su consultorio. Le señaló el sillón—. ponte cómodo. ¿Quieres una taza de té?

—Sí, gracias... —Los dos tenían la costumbre de tomar una taza de té; una mezcla que la doctora se hacía preparar especialmente en una herboristería. WangJi se relajó con su taza en la mano mientras olía un delicado aroma a manzanilla y jengibre. Por debajo de las dos fragancias parecía surgir un leve toque de manzana, y el chico aspiró hondo antes de probar la infusión. 

La psiquiatra observó con atención sus movimientos: WangJi parecía ser el de siempre, aunque demoraba un poco en responder a sus preguntas. Nunca miró a su costado mientras hablaba con ella.

—Dime, WangJi. En estos días, ¿te has sentido diferente? —El chico pareció confundirse con la pregunta de la mujer, que le aclaró—: Quiero decir que si ha surgido algún síntoma nuevo que quieras contarme…

El chico dejó la taza sobre la mesa y cruzó los brazos por delante de su cuerpo, como poniéndose a la defensiva:

—¿Síntomas como cuáles? —le preguntó, molesto aunque contenido. La psiquiatra hizo unas anotaciones en su ficha y siguió hablando, con tono suave:

—Cualquiera: ansiedad, miedos, depresión, alucinaciones...

—No, no... Nada. —WangJi se veía disgustado: tenía el ceño fruncido y miraba al suelo, aunque se mantuvo controlado y respondió las preguntas con calma. 

La doctora decidió cambiar de tema, y siguió con la sesión de terapia normal. Cuando Wangji se preparaba para irse, le extendió la receta para una nueva medicación:

—Toma una de éstas todas las noches, antes de irte a dormir. Te ayudarán a descansar. —La psiquiatra le había dicho la verdad en parte: las pastillas lo iban a ayudar a dormir, pero también eran un potente antipsicótico.

                        ***

El nuevo medicamento que tomaba WangJi le daba mucho sueño y había anulado sus deseos de intimar con alguien. Pero el chico estaba más tranquilo: Alter había desaparecido.

—Amor, ¿vienes a casa esta noche? —le preguntó Alex por teléfono.

—No, lo siento. —La voz de WangJi era apenas un susurro—. Estoy muy cansado. Necesito dormir.

—¡Pero, bebé! ¡Hace una semana que no vienes! —se quejó el mayor, haciendo una de sus típicas voces acarameladas.

WangJi resopló, impaciente: Alex era un hombre grande, demasiado cursi y meloso para su edad. Al final Alter tenía razón:

—Ya basta, Alex. Hasta mañana —le dijo antes de colgar y apagar el teléfono.

                         ***

—Doctora, en nuestra última consulta no le dije toda la verdad... 

La psiquiatra se quedó en silencio ante las súbitas palabras de WangJi: él le confesó todo sobre la reaparición de Alter, y su inútil lucha para que se fuera.

—WangJi, ¿te das cuenta de que tu mente le puso a Alter la cara de Wuxian, y que esa alucinación aún no se fue porque no resolviste el conflicto que tienes con él?

—Si, lo sé —WangJi no sabía por qué se había puesto mal si lo único que sentía hacia su expareja era resentimiento—. ¡Pero Wuxian me abandonó! ¡Se fue cuando más lo necesitaba, y nunca más apareció…!

—Por las anotaciones que hay en tu historial de la clínica, él hizo varios intentos de comunicarse contigo a través de cartas —dijo la doctora—. Tal vez no pudo manejar la situación y por eso se fue. ¿Nunca te pusiste a pensar en el daño psicológico que debe tener?

—¡Tendría que haberse quedado conmigo de todas formas! ¡Hasta deshizo nuestra casa antes de largarse! —Los sentimientos de ira y frustración de WangJi estaban comenzando a emerger, y la psiquiatra pudo darse cuenta del conflicto emocional que tenía.

—¿Aún lo amas...? —le preguntó. WangJi no respondió: ni él sabía lo que le pasaba. Miró al suelo y dos gruesas lágrimas cayeron desde su rostro—. Tal vez debas buscarlo y no quedarte con la duda. Averigua qué le pasó.

Alter EgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora