Capítulo 28- Acoso

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Un día, WangJi llegó a la empresa y no vio a su socio:

-¿Li Feng ya llegó? -le preguntó al secretario.

-Sí, señor WangJi. Está en la sala de juntas, jugando damas chinas.

Li Feng solo jugaba con él. En la oficina muy pocos conocían el juego, y los que lo jugaban no eran rivales dignos para su nivel; el menor de los socios se aburría si ganaba con facilidad.

-¿Y con quién está jugando?

-Con Zhou Jie, la encargada del sector contable...

-¿Zhou Jie...? ¿En serio? -WangJi no podía creer lo que le estaba diciendo su secretario: Zhou Jie era una de las peores jugadoras que le había tocado a Li Feng en suerte, y la única vez que jugaron una partida su amigo la derrotó en menos de diez minutos. Pero era una chica linda y simpática, y a Li Feng se le subían los colores a la cara cuando la veía pasar. La chica le devolvía sus tímidas miradas con una ligera sonrisa. WangJi sonrió:

-Tal vez mis juegos de damas chinas con Li Feng se reduzcan un poco...

Pocos meses después, Li Feng y Zhou Jie anunciaron que estaban de novios. WangJi se puso muy feliz por su amigo.

***

Todas las mañanas, antes de entrar a trabajar, Wuxian acostumbraba correr una hora por un parque que quedaba a unas cuadras del apartamento que por fin había terminado de arreglar, y al que se había mudado junto con WangJi. Él lo acompañaba a correr algunos días, porque a veces se acostaba tarde, si había tenido un día muy ajetreado, y Wuxian prefería que durmiera un poco más.

El parque estaba lleno de gente; corredores que ya conocían a Wuxian y lo saludaban cuando se cruzaban con él. Ese rato de ejercicio, en el que podía disfrutar del sol matutino mientras contemplaba la naturaleza, era un momento que le daba paz para el resto del día. Pero un día esa paz se le terminó.

WangJi aún dormía cuando lo despertó el golpe de la puerta de calle: Wuxian había entrado corriendo al apartamento y dio un fuerte portazo. Luego pasó la llave y se quedó apoyado contra la puerta, tratando de recuperar el aliento.

-¿Amor...? -WangJi se levantó de un salto, asustado por el ruido, y fue a la sala-. ¿Te pasó algo?

Wuxian tenía los ojos agrandados por el miedo:

-Alex... -le pudo decir, cuando recuperó el aliento-, Alex está aquí...

Wuxian corría, como siempre, por el parque. Le había parecido sentir el ruido de un motor detrás de él, como si un auto anduviera despacio, sin pasarlo. Siguió corriendo otro poco, pero el auto no lo rebasó. Se detuvo, simulando que ataba uno de los cordones de sus zapatos deportivos, y el auto hizo lo mismo. Cuando finalmente se dio vuelta para averiguar qué era lo que estaba ocurriendo, vio a Alex, que lo estaba siguiendo en el auto que había escuchado.

Sorprendido y presa de los nervios, comenzó a correr en dirección contraria, para dejar al coche a contramano y ganar unos preciosos minutos que le permitirían perderlo de vista. Alex no lo siguió, aunque Wuxian ya no pudo decirle a sus piernas que frenaran su loca carrera hasta el apartamento.

-Dios mío... -WangJi sabía que ese día iba a llegar, pero se contagió con el miedo de su pareja y comenzó a temblar-. Mis padres... -Intentó tomar el teléfono para avisarles, pero no logró ni encontrar el número.

Wuxian había gastado el resto de su energía en la carrera, y cayó desplomado en el sillón. Su pareja se sentó junto a él, y se abrazaron por instinto.

-Debemos... avisar a la... policía... -Aún sin aliento, Wuxian le quitó el aparato de las manos y buscó el número de los mayores-. Soy Wuxian... -les dijo, cuando uno de ellos lo atendió-. No salgan... de su casa... Alex volvió. Nosotros estamos bien... No se preocupen, pero no salgan...

-No llames a la policía. -WangJi por fin había logrado controlarse un poco-. Es inútil; ellos no pueden hacer nada. Cuando llegué al país consulté con el abogado penalista de la empresa, y él me dijo que no se puede pedir una perimetral contra Alex a menos que intente hacernos algo aquí. -El chico miró a su pareja con miedo-. Lo siento, amor. No había querido decirles antes, para que no se pusieran mal. Alex solo se acercó a ti para asustarte, pero no lo suficiente como para denunciarlo.

-¡Maldito desgraciado...! -Wuxian por fin había logrado recuperar el aliento, y abrazó a su pareja-. Tú y yo nos quedaremos juntos en todo momento, para defendernos si lo llegamos a ver de nuevo. El problema son tus padres. Creo que lo mejor será que se marchen de la ciudad.

***

WangJi les consiguió a sus padres una casa en una ciudad tranquila, a un par de horas de avión de allí, y se las alquiló por un tiempo. Después de que los vio subir al avión, y sin saber cuánto iba a pasar antes de que pudiera estar con ellos de nuevo, WangJi se lamentó:

-Me siento horrible. Ellos tuvieron que huir de la ciudad por mi culpa...

-Todo es culpa de Alex, no tuya -le aclaró su pareja, que a esa altura le estaba costando controlar sus ganas de ir a buscar al hombre mayor y darle lo que se merecía-. Él tiene que aprender a respetar tu decisión, y dejarte en paz de una vez. Y si no lo hace, se las verá conmigo. No voy a volver a correr si lo veo...

-¡No, Wuxian! ¡No debes enfrentarlo!

-No puedo prometerte nada, amor -le respondió Wuxian-. Ese tipo me tiene harto...

***

Si Wuxian estaba harto de Alex, se iba a hartar aún más en las semanas que siguieron: el hombre mayor se les aparecía en los lugares menos pensados, sin hablarles ni molestarlos, pero demostrando que sabía todos sus movimientos. WangJi comenzó a tener dificultades para dormir: pasaba las noches dando vueltas por el apartamento, tratando de no despertar a Wuxian. Un día que tenía cita con la psiquiatra, vio a Alex en la esquina del consultorio, tomando un café junto a la ventana de un bar desde donde podía vigilar sus movimientos. Su desequilibrado cerebro explotó, y entró al lugar a buscarlo:

-¡¿Qué es lo que quieres, Alex?! -Sin pensar, WangJi le dio un manotazo a la mesa y arrasó con todo lo que había sobre ella: la taza y el platillo se estrellaron contra el suelo y se hicieron añicos. Alex le lanzó una risita burlona y él ya no pudo pensar en las consecuencias de sus actos: lo levantó de la silla sosteniéndolo por las solapas del saco.

-¡Detente! -Alter se materializó al lado de WangJi y le gritó, desesperado-. ¡No se te ocurra golpearlo!

Pero WangJi no lo escuchó: tiró un puño hacia atrás y lo estampó en la cara de Alex, que quedó tendido en el suelo.

El hombre mayor no reaccionó: lo observó desde el piso, apretándose la nariz, que le sangraba, mientras fingía miedo y sorpresa. En el bar, varios testigos habían visto el ataque injustificado contra ese hombre que solo estaba tomando su café, sin molestar a nadie. Alguien llamó a la policía, que encontró a WangJi descontrolado gritándole a algo que nadie veía, y lo detuvieron.

Wuxian nunca pudo verlo: Alex le hizo una denuncia por lesiones, y WangJi quedó detenido e incomunicado.

Dos días después, Wuxian estaba en la oficina de Li Feng: los abogados de la empresa intentaban encontrar una solución para excarcelar a WangJi, pero no habían logrado nada.

El teléfono de la oficina sonó: Li Feng atendió y se quedó mudo escuchando lo que le decían. Luego cortó y miró a Wuxian; los ojos se le estaban llenando de lágrimas.

-¿Qué pasó? -preguntó Wuxian, con un mal presentimiento. El menor bajó la cabeza pero no le contestó-¡¿Qué pasó?!

-Wuxian...

-¡Habla, Li Feng!

-Era la policía. WangJi... WangJi sufrió una crisis nerviosa en su celda y... trató de matarse...

Wuxian cayó desplomado en una silla, mientras Li Feng se cubría la cara con las manos, sollozando.

***

Nota de la autora: solo quedan dos capítulos para terminar la historia. Espero que les guste el final 💕

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