Capítulo 19- Historia

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Wuxian tenía el estómago cerrado pero WangJi seguía poniendo comida en su plato.

—¡Come más! —exclamó Alter, como si pudiera escucharlo.

—Come más —repitió WangJi.

—Ya no puedo... —se quejó Wuxian, seguro de que se iba a enfermar si probaba otro bocado, aunque había comido muy poco—. En serio…

—Arruinaste tu estómago con todo ese alcohol —lo regañó WangJi—. Por eso no puedes comer.

—Sí. Soy un tonto... —La expresión de Wuxian lucía desolada; WangJi se estaba esforzando por ayudarlo, y él sintió que no se lo merecía.

—¿Quieres un postre? —le preguntó WangJi, con tono solícito—. Tal vez algo dulce te caiga bien.

A medida que el chico trataba a su expareja con más amabilidad, Alter pareció perder energía y, aunque permaneció a su lado, se quedó silencioso e inmóvil. WangJi se olvidó de él observando a Wuxian, que comía una ensalada de frutas de a poco, como si temiera que fuera a hacerle daño. 

Wuxian tenía la mirada fija en el fondo líquido de aquella ensalada de frutas fragante y colorida, para evitar mirar a su expareja. Su instinto le decía que debía huir y refugiarse en su apartamento y en el alcohol, pero sabía que WangJi nunca se lo iba a permitir. Resignado, comenzó a hacerle preguntas:

—¿Cuánto hace que te dieron el alta?

—Casi tres años —respondió WangJi—. Poco tiempo después de que te fuiste tuve una crisis, y cuando desperté mi memoria había vuelto, aunque nunca recordé lo que te hice…

El chico estaba mentalmente preparado para saber qué había pasado el día que tuvo su primera crisis y Wuxian salió herido. Alter pareció volver a la vida, y asintió con la cabeza:

—Puedes preguntarle.

—Wuxian... —musitó WangJi—. ¿En verdad quise matarte…?

—¡No! —gritó su expareja. Algunas personas de las mesas contiguas lo miraron—. ¡¿De dónde sacaste ese disparate?!

—Fue lo que me dijeron. Debo saber la verdad. ¿Puedes contarme lo que ocurrió…?

                           ***

WangJi pasaba noches enteras sin dormir, dando vueltas por el apartamento que compartía con Wuxian, su pareja, que algunas noches se despertaba y, cuando se daba cuenta que no lo tenía a su lado, iba a buscarlo para llevarlo de nuevo al dormitorio. Wuxian solo lograba que el chico se quedara dando vueltas en la cama, inquieto y sin dormir aunque lo mantuviera abrazado para tratar de calmarlo.

Para ese entonces WangJi ya había perdido su trabajo después de atacar a un compañero a golpes de puño, y Wuxian hacía horas extras en un desesperado intento por mantener su hogar sin pedirle ayuda a nadie. Cansado como estaba, medio dormido extendió un brazo para tocar a WangJi, y se dio cuenta de que no estaba. En la sala, su pareja caminaba mientras apretaba las manos y hablaba solo. Ya era difícil razonar con él.

—¡Déjame llevarte con un doctor, WangJi! No puedes seguir así… ¡Tienes que dormir! —le rogó.

—No quiero —Wangji casi no podía tener los ojos abiertos, pero cada tanto parecía que le corría electricidad por el cuerpo, y volvía a ponerse alerta. Le hizo a su pareja un enérgico signo negativo con la cabeza—. Estoy bien.

—No, amor, no lo estás. Hace días que no duermes, y eso no está bien. —Wuxian volvió a rogarle—: ¡Deja que te ayude! Mañana podemos ir al hospital…

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