Capítulo 27- Consecuencias

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Wuxian se transformó en el encargado de arreglar el nuevo apartamento. En un principio había tenido la idea de imitar el estilo del anterior, pero se topó con varios problemas: no podía encontrar las mismas cosas, y además tampoco quería avivar viejos recuerdos. Al final se decidió por seguir su instinto como decorador y hacer algo totalmente distinto. WangJi trató de no intervenir en el proceso: su pareja necesitaba sanar viejas heridas, y armar su nuevo hogar lo iba a ayudar en eso. En pocos días lo vio tan feliz como antes, mientras las habitaciones se llenaban de vida. Pero de a poco Wuxian comenzó a mostrarse disgustado:

—¿Quieres ayudarme a elegir la alfombra de la sala? —En la oficina, Wuxian miraba, indeciso, un catálogo de telas de colores mientras que WangJi estaba concentrado, tecleando en la computadora.

—Elige la que quieras, amor —le respondió—.  Cualquiera va a estar bien.

Wuxian lo miró, contrariado:

—¿Acaso no vas a ayudarme? ¡También es tu apartamento! —exclamó—. Parece que no te importara…

WangJi levantó los ojos de la pantalla, sorprendido:

—¿Qué te pasa? ¿Por qué me hablas así?

—Es que no sé… —Wuxian soltó el muestrario de telas sobre el escritorio, con un gesto de enojo—. No quieres ayudarme cuando te pido tu opinión sobre algo que tenga que ver con nuestra casa. ¡Es como si no te interesara!

—Pero, ¡amor…! —se quejó WangJi—. ¡No te enojes!  ¡Es que pensé que necesitabas hacerlo solo…! —Después lo observó con un gesto pícaro—. Pero si quieres que te dé mi opinión, no te va a gustar…

—¿Por qué no me gustaría?

WangJi estaba seguro de que iba a ofender a su pareja con la respuesta pero, fiel a su estilo, le dio su opinión lisa y llana:

—Porque algunas de las cosas que elegiste son espantosas.

—Pero… ¡WangJi! —Ofendido tal como el chico había supuesto, Wuxian tuvo que soportar también sus estruendosas carcajadas.

                         ***

Li Feng tenía un juego de damas chinas en su oficina. Su mejor contendiente siempre había sido su socio, con el que jugaba alguna partida mientras los dos elaboraban nuevos proyectos para la empresa. Para el menor no había mejor tormenta de ideas que las que se producían en esas feroces competencias.

Los empleados se habían acostumbrado a los encierros de sus jefes, que podían durar un buen rato. A veces salían voces destempladas de la oficina, pero nadie les prestaba atención: sabían que de allí iba a salir una buena idea, y que los socios eran mejores amigos a pesar del explosivo carácter de WangJi y de la ansiosa personalidad de Li Feng. Wuxian, que no estaba acostumbrado a escucharlos así, al principio se puso nervioso.

—No se preocupe, señor Wuxian —lo tranquilizó el secretario de su pareja—. Están discutiendo algo nuevo para la empresa. —El muchacho sonrió—. Son demasiado efusivos al expresar sus opiniones, pero se respetan mutuamente.

—No parece, por esos gritos… —opinó Wuxian.

—Esas partidas de damas chinas sentaron las bases de esta empresa. Todo esto salió de la inventiva de ellos dos, y se está haciendo cada vez más grande…

La discusión en el escritorio de Li Feng se terminó junto con la partida de damas chinas, pero WangJi tenía algo más que decirle a su amigo:

—Tengo un problema, Li Feng… Se trata de Alex.

—Pero él está preso en Irlanda. ¿Qué problema tienes con él?

—Cuando lo liberen lo van a extraditar…

—Si, pero aquí le van a poner una perimetral…

—No. No van a hacerlo.

Li Feng se espantó:

—¿Cómo que no? Pero… WangJi… 

—Si no hace nada contra nosotros aquí, en nuestro país, la policía no puede tocarlo. —WangJi estaba al borde de las lágrimas—. ¡Estoy muy asustado, Li Feng! ¡Wuxian y mis padres están en peligro…!

—¡Dios mío…! —Li Feng recordó la agresividad del hombre mayor. Se acercó a su amigo y lo tomó de las manos—. No te pongas mal. Todos vamos a ayudarte. No estarás solo…

—Gracias... Pero hay algo que no te dije: Wuxian y mis padres piensan que se puede pedir la perimetral cuando Alex regrese. No tuve el valor para decirles la verdad...

—Pero, WangJi… ¡No puedes hacer eso! —objetó su amigo—. ¡Ellos deben saber que no tienen protección policial! ¡Si ese hombre aparece de improviso no van a estar preparados! 

—Es que Wuxian está contento arreglando nuestro apartamento, y mis padres también, por fin están viviendo tranquilos después de lo que pasaron con mi enfermedad. No quise arruinarles la vida por culpa de mis malas decisiones... —WangJi suspiró—. ¿Por qué no me di cuenta de la clase de persona que era Alex? Puse a todos mis seres queridos en peligro…

—No pienses así, amigo. Esa clase de personas se especializan en ocultar su verdadera personalidad. Él se aprovechó de tu enfermedad. No tuviste la culpa de no darte cuenta…

Pero WangJi sabía que alguien sí se había dado cuenta de lo que era Alex: Alter, que intentó advertirle pero él nunca le hizo caso. Ahora sus padres y su pareja tenían que pagar las consecuencias de sus malas decisiones.

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