➶golden hour―chat noir.

𝘤𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 𝘴𝘪𝘦𝘵𝘦―𝘤𝘰𝘱𝘪𝘨𝘢𝘵𝘰.

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Mi alarma retumbó en mi cabeza a las ocho.

Me desperté frenéticamente, solo que no era la alarma, si no Trixx.

—¿Qué pasó? —digo aún medio dormida.

—(____), estabas por pasar de largo. —me avisó ella.— Son las ocho y veinte.

—¿Qué, por qué? —me levanté rápido para vestirme.

—No escuchaste la alarma y estoy tratando de despertarte hace veinte minutos. —habló riéndose mirándome mientras me vestía.

Luego de vestirme fui al baño para lavarme la cara, los dientes, peinarme y maquillarme.

No me maquillé mucho, simplemente me puse un delineado fino, rimel y lip gloss.

Bajé rápidamente las escaleras con mi mochila, Trixx se escondió en el bolsillo de mi bolso.

Corrí para ver a mi padre ya desayunando.

—Buenos días, pa, no oí la alarma. —le dije mientras me sentaba, apurada para desayunar rápido, éste se rió. Mamá se había ido de viaje y me había dicho que él no me despertaría.

Tomé el jugo de naranja y comí algunas tostadas, mientras tomaba café.

Ya casi eran las ocho cuarenta y cinco así que nos fuimos en el auto.
Hoy era invitada a presenciar la apertura de la escultura hecha en honor a los héroes de Francia, incluyéndome a mi.

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—H-Hoy no podré ir, porque... tengo clases de actuación. —dije en la fila esperando la comida a mis amigas.

—Oh, la próxima será, entonces. —dijo Alya y yo le sonreí.

—Gracias. —le dije a la señora que me sirvió la comida para agarrar mi bandeja y caminar al área de las mesas.

Me senté con Max y Kim, ya éramos conocidos y todos nos sentábamos aquí.

—Provecho, chicos. —les dije sonriendo y ellos me devolvieron el gesto.

—Dime, (_____), ¿Te gustan los deportes? —habló Kim, sabía que quería retarme a algo.

—Me encantan, soy muy buena. —lo miré con desafío.

—Te reto a que me ganes en una carrera. —me vio competitivo.

—Acepto el reto. —escupí con una fugacidad en mis ojos, que hizo que Max rodara los ojos.— Si pierdes... dame una idea, Max.

—Pues, es una buena idea que tenga que hacer cien flexiones en dos minutos. —dijo acomodando sus lentes.

—Y si yo gano, tendrás el mismo castigo. —levantó su ceja el recién nombrado.

—He-cho. —dije yo tendiendo mi mano.

Entonces fue cuando llegaron Alya y Marinette, junto a las otras chicas.

—¿Ya estás retando a la pobre chica, Kim? —habló Alix, haciéndome reír.

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