Entre hermanas

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Daena

Cada quién se destruía a su manera.

Cada quién decidía cuál sería el nombre de su perdición y cuando había un matrimonio de por medio o aún peor un vínculo, uno mismo decidía cómo terminaría su vida.

Era cruel ver a Aryan Markovic quedarse sin su pareja.

El Demonio ni siquiera podía mantenerse de pie mientras el cuerpo de su esposa era enterrado. Lucius lo sostenía mientras Aryan se perdía en sí mismo. El vínculo había sido dormido antes de que Ilyana muriera pero eso no curaba el corazón roto del demonio. Casi podría decir que no había diferencia con vínculo y sin él, de igual manera Aryan estaba perdido sin la hada.

El cuerpo de Ilyana fue transferido a territorio de las hadas por orden de Aiden y aquí se decidió que sería enterrada, en el cementerio real de los Eckhart.

El ambiente era muy pesado y sombrío. Mi madre, Arista estaba del otro lado de Aryan siendo también un soporte para él, ella no se rompía por el demonio, no frente a él pero yo la escuché llorar entre los brazos de Lucius en las sombras, solo unas horas antes.

La mayoría de las figuras más importantes que alguna vez la habían conocido se encontraban aquí con la misma mirada sombría. Algunas veces olvidábamos que aunque tuviéramos más tiempo que los humanos, éramos igual de susceptibles a la muerte.

La vida solía darse por sentado entre los inmortales y solo cuando uno de nosotros moría hacía que se replantearan varías cosas de su existencia.

Al mirar el dolor de Aryan me sentí egoísta, me sentí molesta conmigo misma porque no tenía derecho a causarle un dolor así a Arthur, ¿Qué pasaría con él si yo volvía a irme? ¿Qué pasaría si tuviera que pasar por algo tan doloroso por mi culpa? No me sentía lista para llevarme otra vida. ¿Debería reconsiderar nuestra relación? No podía dejar de pensar en ello. Tal vez solo era muy cobarde de mi parte no querer enfrentarme a lo que veía o solo era el miedo por volverme a sentir vulnerable. Sabía que era libre de hacer lo que quisiera pero aún así me sentía insegura.

Exhalé lentamente y me concentré en la mirada oscura de Aiden Eckhart, él no había derramado ni una sola lágrima por su hermana pero aún así se veía muy mal, tanto que su aspecto normalmente tan perfecto se veía empañado porque este día ni siquiera se había molestado en recogerse el cabello, el viento movía las hebras sueltas de vez en cuando, sus ojos no se despegaban del lugar donde enterraban a su hermana y tenía la mandíbula fuertemente apretada.

Kaamisha y Malek estaban juntos uno al lado del otro con sus respectivas familias cerca de ellos pero Abaddon Markovic no apareció en ningún momento.

La tierra hacía un ruido bajo pero me hacía sentir ansiedad conforme se llenaba hasta el tope de nuevo, cubriendo lo que fue ella. Sentí náuseas y decidí retroceder pero accidentalmente me choqué con alguien y una mano me estabilizó tomándome por el brazo.

- ¿Estás bien? - Dasha Petrov cuestionó.- Pareces a punto de desmayarte.

Me separé de ella tal vez más bruscamente de lo que pretendía. La vampiresa rusa llevaba el cabello rubio recogido de manera simple pero sus labios estaban rojos como solía acostumbrar ahora, haciéndola ver imponente. Mi hermana amable había desaparecido como consecuencia de la guerra... no, en realidad había sucedido mucho antes. Debí haber comprendido a tiempo que Idara ya no sería la misma después de Rusia y como si el destino se burlara de ella había vuelto pero con un vampiro diferente y se convirtió en el terror de los rusos.

El nombre de Dasha Petrov era susurrado por los hombres con cierto temor, ella no se tocaba el corazón a la hora de matar. La vi en una ocasión dispararle a un vampiro en la cabeza solo por atreverse a insultarla y me asusté como el demonio, tenía como nueve en ese momento y lloré cuando la sangre me salpicó el vestido.

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