Mavis
- Este lugar es demasiado bonito.- Murmuré viendo por la ventana. El bosque se extendía libremente por los alrededores y la niebla era baja dándole un aire místico al lugar, era húmedo pero hacía un frío penetrante que me hacía abrazarme a mi misma. Sin embargo, no dejaba de ser un lugar idílico en el cual vivir para una hada fuera de su territorio.
Dereck estacionó a lado de su hogar, era una estructura de aspecto campestre pero bastante amplia. Miré a mi esposo que revisaba el trayecto de regreso a territorio humano, donde había decidido verse con el vampiro. Tenían asuntos que tratar y mientras tanto yo pasaría mi tiempo con Arista.
- Te veo más tarde, entonces.- Me despedí con un saludo y salí cerrando la puerta antes de darle la oportunidad de hablar conmigo. Estaba algo molesta todavía porque seguía sin permitirme salir sin escoltas a algo tan simple como salir de compras. Mi plan era seguir molestandolo con mi indiferencia hasta que cediera. Ya me escapaba de pasar la noche en nuestra habitación durmiendo con Dánae. Era una verdadera desventaja ya no poder transformarme sin su autorización, esta situación de vulnerabilidad al tener hijos me hacía tener que recurrir a otros métodos.
Una parte de mi entendía su miedo, ya que estuvo a punto de perderme en el torneo de invierno. Dereck no me dejó respirar fuera de su vista por los siguientes años y todavía era demasiado sobreprotector, solo después de amenazar con un divorcio me dejó un poco más libre.
Suspiré llegando a la puerta y levanté la mano hacía el timbre escuchando a Dereck marcharse. Toqué y esperé, pero nadie salió, repetí el proceso pero el resultado fue el mismo. Probablemente estaba en su jardín.
Rodeé la casa mirando el suelo cuidado con dedicación. Las flores estaban en hileras y sus colores brillantes ofrecian una vista realmente encantadora. Mis pasos sonaron ahogados por el césped cortado, la tierra se sentía blanda por el agua y las gotas adornaban las hojas. Tenía entendido que este lugar había sido elegido por la afinidad de Arista con el agua y el hielo, el clima era similar a su poder, así a nadie la extrañaría que lloviera o nevara tan a menudo.
Al principio como todo el mundo pensé que a la muerte de Idara y de Cayden Eckhart era solo cuestión de tiempo para que los dos amigos perecieran, pero Dereck no estaba tan convencido de ello, cuando Lucius perdió la cordura y todo tipo de rumores sangrientos lo rodeaban, Dereck se relajó contra su asiento y manifestó que se acabaría cuando Arista deciera reunirse con él, posteriormente cuando sucedió y ambos desaparecieron por completo del radar se les dio prácticamente por muertos y ninguno de los dos decidió desmentirlo, alejándose de lo que había sido su vida para estar aquí.
Me había enterado solo recientemente por Dereck de que seguían vivos, ya que Lucius había tomado por completo el poder de sus propias acciones que había formado con nosotros y no dudé en ponerme al día de inmediato con Arista. Sinceramente, no me había esperado el cambio de relación, ya que, cuando eran amigos no había visto más allá de eso, pero por otro lado me alegraba mucho por ambos, después de tanto dolor, merecían darse una oportunidad.
Llegué a la parte posterior de la residencia y me encontré a lo lejos un borrón rojo, pero... me acerqué con cautela observando todo el lodo que había. Me resigné hasta cierto punto y manché mis zapatos hasta estar a su alcance. Yo me había quejado de mi embarazo por ser cambiante, pero no tenía nada que envidiarle a las hadas.
Arista se abrazaba a un árbol, tirada en el suelo y cubierta de lodo de la cabeza a los pies.
- Quiero creer que esperas a un pequeño de tierra.- Me incliné hacia ella y barrí con cierta ternura el cabello sucio que le manchaba más de barro la mejilla. Ella me miró con sus ojos esmeralda, parecía sufrir mucho.
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Nuestro legado
RomanceArista En mi vida solo había una verdad absoluta: Sus ojos eran mi mundo. Arista pensaba que Max y ella serían mejores amigos hasta el final, ella lo daría todo por él y él por ella, pero sus vidas tomaron caminos diferentes hasta que llegó el día d...