Un Schevert devuelve lo que se le da

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Arista

Hermana, ¿Cómo has estado? Nuestros padres preguntan a menudo por ti, mamá está molesta porque en tu última carta nos prometiste visitarnos para conocer a los nuevos integrantes del linaje Schevert y no has venido.

Alya, nuestra hermana mencionó lo mucho que te extraña y sobre lo que la mata la espera para preguntarte los detalles sobre su relación... Yo paso de ellos, sinceramente.

Espero que estés bien y la felicidad que expresaste en tu última carta me hizo sentir muy aliviado... Pero eso no es todo lo que quiero exteriorizar.

Sé que ya te separaste de la política, los asuntos internos del reino de las hadas y todo lo relacionado con ello, pero tengo una pequeña dificultad con una investigación de índole delicada, pero Alya está en espera de nuevo y no puede ayudarme. Puedo entender si te niegas a esto pero estaría muy agradecido de que accedieras.

Tu hermano, Eton Schevert.

Posdata: No traigas a tus gemelos si aceptas, es peligroso.

Me senté en la cama después de terminar mi equipaje. Mi hermano no era del tipo que pedía ayuda, era muy orgulloso, así que estaba preocupada de que en verdad estuviera metido en un severo problema.

Quemé la carta después de leerla. Max no me dejaría ir si sabía el motivo real por el que volvería al reino de las hadas.

Al casarme con Max decidí mandar una carta a casa de mis padres para hacerles saber que estaba viva y no sé preocuparan, después de ello, esporádicamente nos mandábamos cartas.

Estaba pensando en comunicarme también con Aiden e Ilyana, pero todavía no me sentía lista. Tal vez porque me asustaba la idea de saber que pensarían de mi matrimonio con Maxwell y además de que ya teníamos dos hijos.

O tal vez lo que más me preocupaba era la reacción de las gemelas. ¿Erica se sentiría traicionada? Y ¿Qué tan mal me iría con Lucinda? Las palabras de la menor de las gemelas eran siempre las más ácidas y no deseaba ser el objetivo de ellas.

Miré el anillo en mi mano y lo giré varias veces antes de sonreír al pensar en Max, el resto de preocupaciones migrando a una parte escondida en mi mente.

Últimamente veía como cada vez más Malek hacía los mismos gestos faciales que Max y era tan bonito que me quedaba fascinada por ello. Además de que Malek fue el más entusiasmado en aprender a leer y así como Max no soltaba los libros pero en su caso eran infantiles, le gustaban particularmente los cuentos de aventuras. Kaamisha prefería escucharlos y se emocionaba más con las historias de amor.

Me gustaba mucho este tipo de calidez y hubiera deseado que la infancia de Aiden e Ilyana fuera así. Sin dificultades...

- ¿Debería de preocuparme?

Me sobresalté por la voz de Max y giré mi cuerpo en dirección a la puerta donde él estaba recargado con los brazos cruzados viendo mi maleta sobre la cama. No lo había escuchado llegar, tal vez estaba más distraída de lo que pensaba.

- Ah, voy a visitar a mi hermano por unos días.- Murmuré poniéndome de pie.

- ¿Unos días? - Cuestionó cerrando el tramo entre nosotros y colocando sus manos sobre mis brazos.

- Probablemente entre dos y tres semanas.- Sonreí.- Te pediré encarecidamente que cuides de los gemelos.

Max entornó sus ojos.

- ¿Por qué vas a ir sola? - Cuestionó.

- Porque es necesario, Max. - Me alejé o al menos traté, porque él siguió mis pasos que retrocedian hasta acorralarme.

Nuestro legadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora