La verdadera definición de tirano

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Ilyana

Fui la más entusiasta para venir a ver a mi hermano después de la coronación de Félix Schevert. Ya había pasado un mes de ellos y  finalmente las celebraciones y comentarios sobre la coronación estaban disminuyendo.

Aryan me dijo que vendría a consultar algunos temas importantes con Aiden y de inmediato me apunte para verlo, sentía que era una eternidad para hablarnos de nuevo. Me sentí contenta y bajé sin esperar que me abrieran para entrar al palacio, subí los escalones de la nueva alfombra color blanco puro con hilos de oro y piedras preciosas cada ciertos pasos, pequeñas pero creando la imagen del escudo real de los Eckhart. Apostaría que fue Erica quien lo decidió, ella tenía ese don para adoptar en un lugar tan grande la sensación de estar en un lugar demasiado bello para permitirse pensar en arruinarlo. Aunque yo le agregaría algunos detalles más sobre el elemento del fuego en las paredes que representaban más a los Eckhart que el frío que era más propio de los Varion.

Al llegar al estudio de mi hermano tomé el pomo de la puerta y abrí sin avisar encontrándome a Aiden trabajando, levantó la cabeza y una sonrisa se filtró en sus labios antes de ponerse de pie, se acercó a mí antes de extender sus brazos. Me reí como una pequeña niña antes de apresurarme y envolverlo con mis brazos, inhalé su aroma tallando mi rostro en su ropa.

- Aiden.- Levanté la cabeza.- Hueles a Erica.

Las mejillas de mi hermano se tiñeron solo ligeramente de rosa antes de alejarse, colocando una mano en mi cabeza.

- Eso fue muy directo de tu parte, Ilyana.- Dijo sacudiéndome las ideas antes de bajar su cabeza, inclinándose a mi oído.- Podría decir lo mismo de ti.- Sentí sus manos en el ziper lateral de mi vestido y lo terminó de subir. Mis mejillas se sintieron calientes y retrocedí varios pasos.

- Decidió cambiarse el vestido por aburrimiento.- Dijo Aryan entrando con una sonrisa cínica en el rostro.

¿Aburrimiento? Lo miré con coraje, él lo había destruído para amordazarme mientras... Ugh. Dejé que mi cabeza no pasara por ahí de nuevo o me arrepentiría.

- ¿Aburrimiento? ¿Desperdicias recursos, hermanita? - Aiden se burló retrocediendo hasta su escritorio de nuevo. Me estaba tomando el pelo, claramente.

- Ja, ja.- Me acerqué a su colección de tazas de té y tetera, al igual que mamá tenía un severo gusto por el té, Aiden también le había heredado el gusto. Tomé mi favorita llena de detalles en el cristal de un árbol enorme y frondoso, se podía apreciar como las hojas fueron hechas una por una mientras el material estaba caliente. Los artesanos que lo habían hecho debieron de haber puesto un esfuerzo enorme en este y el precio también debió de ser del mismo calibre, pero era un regalo en realidad, de Gem de Sage hacía Aiden.

"Al pensar en un regalo apropiado para el cumpleaños de Aiden Eckhart tuve que encontrar algo que fuera como su majestad. Complicado y hermoso al mismo tiempo. Espero vivas mucho tiempo más, el mundo lo agradecería".

Aiden había sonreído sinceramente a la bruja y la tetera estaba siempre en una zona específica alejada de cualquier peligro o accidente. Mi hermano siempre tenía muchos secretos, pero yo creía que había otro entre él y Gem, pero eso solo Aiden lo sabía.

Puse la tetera frente a mi hermano.

- Quiero el té aquí.- Porque además de ser hermosa, la tetera tenía un hechizo que hacía que quien bebiera el té se sintiera bien y tan relajado como flotar en el agua, además, si se le agregaba veneno se pintaba de negro de inmediato. Gem de Sage fue la que comenzó los tratos con las hadas e incluso después de casarse con Cedrick mantuvo su postura política. Era una buena reina y su muerte representó una verdadera pérdida.- Necesito dormir unas cuantas horas mientras ustedes dos se la pasan hablando de números.

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