018. Lluvia

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Sus párpados pesaban y lo único claro era la suave textura de los hilos bajo sus manos, donde las sábanas costosas sobre la cama le indicaron que en algún punto de la noche abandonó el sofá individual, el último lugar donde recordaba haber estado.

Llevó una mano a su cabeza intentando recordar sin éxito. ¿Había caminado hasta la cama? lo dudaba, y la idea de que Yoongi lo hubiese cargado hasta su habitación en el ala derecha, le hubiera aterrado más de no ser porque su dolor de cabeza no le dejaba pensar con claridad.

Agradeció que las cortinas estuvieran cerradas y la luz no le quemara las pupilas como un saludo de buenos días, y aún con la ligera penumbra pudo notar los detalles del móvil junto a su mano libre. Lo tomó, era color gris, con un protector carente de detalles y una pantalla pulcra; el vivo reflejo de la personalidad del menor estaba ahí.

Lo siguiente fue distinguir de dónde venía el calor que cubría sus oídos, pues tan pronto sintió el plástico surcando sus cabellos, tiró de la diadema inalámbrica que cayó sobre el colchón con un ruido sordo.

Entonces el reflejo confuso sobre la superficie inestable en su cabeza se aclaró de golpe.

No había sido un sueño.

La noche anterior entró corriendo al baño para soltar la cena de golpe dentro del inodoro. Creyó haber superado un paso de la lista, en serio confió en que lo había logrado. Pero tan pronto el terreno seguro lo recibió con los brazos abiertos, no dudó en tomar la salida fácil sin preocuparse en saber si había sido culpa del alcohol, los mariscos o el viaje en auto hasta ahí.

Quiso no darle importancia, pero fue tan fácil entregarse a la vulnerabilidad del momento y tragar sin lucha el sabor de la derrota, que poco le importó que Yoongi estuviera frente a él. Podía correrlo y pedirle que lo dejara en paz y se metiera en sus propios asuntos, pero de pronto ya no era él, no era el Jimin decidido que vistió un traje azul horas atrás con el ego por los cielos y la sensación de tener la suerte de su parte; era un chico asustado, hecho un ovillo sobre el sofá, suplicando que si su mente y sentimientos iban a explotar de todas formas, más les valía que lo hicieran pronto y al menos le dejaran un poco de energía para limpiarse las lágrimas y arrastrarse hasta su habitación esperando que el sueño lo venciera y amanecer de mejor humor para un nuevo día.

En el recuento de los daños de una noche inesperada en Tokio se encontraba un dolor de pecho y garganta, éste último debido a los minutos vomitando. Que le doliera el cuello era probablemente por sus malas costumbres al dormir, pero lo que permanecía con más fuerza no era molestia, sino el sonido tranquilizador de las cuerdas trazando una deliciosa melodía junto a otro elemento más fuerte pero no por ello más agresivo; lo recordaba suave, impasible y como un susurro que iba más allá de su oído terrenal.

Quiso buscar la canción en el móvil frente a él, pero aún si lograba traspasar la seguridad del teléfono, notó que la batería estaba agotada. Sin recursos y con la ansiedad de abandonar la cama, una nueva inquietud se apoderó de él.

¿Con qué cara vería a Min Yoongi después del accidente nocturno?

Si es que no moría de vergüenza en el intento, se permitiría rememorar más tarde el gesto amable que le dedicó, tenía una sonrisa reconfortante debajo de su mirada preocupada, y esto fue más que suficiente para convencer a Jimin de que tenía algo importante que hacer.

Debía confiarle lo que le sucedía.

Él lo había ayudado, era lo menos que podía hacer, ¿Cierto?

Jimin abandonó a su pesar la habitación para no encontrar más que vacío. Su boca estaba tan seca que lo primero que hizo fue lavarse los dientes y beber cantidades industriales de agua. Y como si el mismo líquido reviviera lo poco que quedaba de sus neuronas, sacó su teléfono y comprobó la hora. Era casi la una de la tarde y él no había ido a trabajar.

TRUST ME [ Yoonmin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora