Epílogo

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Seokjin encendió el mechero y colocó la punta del fuego a la orilla del papel, las palabras no dichas y los secretos más profundos del autor se consumieron rápidamente entre una fumarola cuando este dejó caer sus restos sobre un contenedor de metal.

—¿Por qué hiciste eso? —la voz débil de Hoseok lo reprendió desde la cama a unos pasos de él, reconoció las cartas, eran las mismas que había dejado sobre la mesita del baño aquella noche.

—Porque no es necesario enviarlas, puedes decírselo tú mismo a ellos dos cuando estés listo. Y por cierto, te cobraré lo del baño.

—¿No te enseñaron a respetar la correspondencia ajena, Kim? Había cosas personales ahí dentro.

Hoseok tosió, su garganta aún no se recuperaba de una larga semana en el hospital. Todo su cuerpo le dolía pero era aún más persistente en sus brazos vendados hasta las muñecas y la boca del estómago.

—Me perdonarás algún día y debes admitir que me lo debes después del susto que me sacaste. Y te juro por todos los demonios Jung Hoseok, que si vuelves a intentarlo seré yo quien acabe con tu vida en ese mismo instante.

—Yo no te pedí esto.

—Pero aquí estás, y la advertencia te la doy gratis.

—¿Están peleando de nuevo? —Taehyung empujó la puerta con su espalda para entrar con una bandeja con comida y agua. Miró a los presentes mientras se colocaba al lado de la cama donde un Hoseok sostenido por varios almohadones permanecía casi sentado.

—Este idiota me saca de mis casillas —protestó Seokjin y Hoseok le sacó la lengua a cambio. —Me largo, tengo que trabajar.

—No tienen remedio —se había sentado junto a la cama y enfriaba la porción de una sopa caliente que había tomado con la cuchara para acercarla a la boca de Hoseok —ahí viene el avioncito.

—Tae...

—Abre la boca o te obligaré a comer de nuevo.

Hoseok sonrió conmovido con sus cejas contraídas antes de abrir la boca al instante, adoraba ver el puchero enojado en el rostro de Taehyung, su única luz en esa habitación de la cual era un prisionero.

Habían pasado quince días, o al menos eso es lo que le habían dicho a él.

Aquella noche en que Seokjin encontró el agonizante cuerpo de su primo en la bañera, se movió rápidamente y llamó a la ambulancia mientras aplicaba sus conocimientos de primeros auxilios en él y se aferró a la ferviente esperanza de poder salvarlo.

No supo cómo llamó a Namjoon, pero pronto él estaba ahí a su lado en la sala de emergencias, consolándolo.

Después de casi 24 horas sin dormir, su novio le pidió que se marchara a su departamento para tomar un baño, pero Seokjin volvió al suyo y lloró nuevamente con el susto escapando de su cuerpo. Fue entonces cuando descubrió dos cartas sobre la mesa con el nombre de Yoongi y Jimin en ellas; las leyó, y tan pronto la llamada de su primo en Nueva York llegó, supo lo que tenía que hacer.

Jin, mi madre acaba de contarme. Lo de Hoseok, ¿es cierto?

—Es cierto —contestó tajante al teléfono, su vista puesta en los pasillos blancos con olor a medicamento y desinfectante. Se había apartado a la sala de espera con el pretexto de tomar un café y dejar a Namjoon al pendiente.

Voy de inmediato a Corea, por favor cuídalo por mí.

—No es necesario que te apresures, él aún duerme.

¿Es grave?

—Está fuera de peligro ahora si es lo que te preocupa, pero el médico dice que puede que no despierte en un par de días más. Perdió mucha sangre y la dosis que tomó fue peligrosa. —contuvo un suspiro, recordar no era tarea fácil, la imagen de Hoseok en la bañera se le había grabado en el alma, quizá para siempre.

TRUST ME [ Yoonmin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora