031. Propósito

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Curioso es como el tiempo parece transcurrir de forma diferente según la situación.

Los minutos siguen teniendo los mismos segundos, los días las mismas horas. Nada cambia a excepción de la perspectiva.

Las sonrisas se sienten cortas, los momentos felices, divertidos y memorables se escapan como agua entre los dedos.

En cambio, cuando la amargura toma ventaja del terreno y el dolor tiñe hasta los días soleados y de clima agradable, son esos mismos segundos y minutos de idéntica duración los que se sienten lentos, tortuosos.

Una semana en Tokyo había transcurrido rápido.

Siete días en Alemania le quedaron debiendo tiempo.

Y ahora, dos semanas estaban acabando con su paciencia, cordura y espíritu.

¿Qué le pasaba al puto reloj que no avanzaba a ritmo regular? ¿Había caído en una especie diferente de realidad donde el tiempo equivalía al doble? ¿horas de ciento veinte minutos, semanas de 30 días? Estaba harto.

Y lo extrañaba.

Su ausencia lo asfixiaba.

Se sentía un desterrado del único lugar al que se atrevía a llamar "hogar".

Exiliado, lejos de las manos que amaba besar, de la voz que llenaba sus oídos, de la boca que le hacía sentir vivo.

¿Estaría bien?

Comenzó preguntando a Namjoon, él debía verlo en la oficina, Jimin le dijo que tenía un plan. ¿Lo habría llevado a cabo? El asistente se negaba a cooperar, decía que nos sabía nada, que había estado ocupado.

Namjoon no mentía, Yoongi quería mandarlo al demonio por que él sabía que lo hacía.

Intentó con Seokjin y no tuvo más suerte que con el primero. La diferencia es que él sí que sabía, lo veía en su mirada, pero su primo se negaba a decirle nada. "No puedo, es por tu bien" le decía.

Los dos podían irse al carajo, su padre, el mundo de paso también.

¿Se puede sentir abstinencia por una persona?

Min Yoongi estaba condenadamente seguro de que sí.

Sin embargo, no lo buscó.

Ni una llamada, ni un mensaje. Se mantenía alejado de su imagen al teléfono, en la docena de fotografías que tenían juntos, de esas que le había tomado mientras dormía con la boca entreabierta y gesto adorable. De las que le tomaba en secreto con un gesto concentrado, con los ojos cerrados mientras escuchaba una de sus canciones.

No lo buscó ni lo haría.

Jimin estaba mejor sin él, decir que Yoongi también lo estaba sin el otro sería mentir, pero así es como las cosas tenían que ser. Él era un buen hijo, y un buen hijo hace sentir orgulloso a su padre.

Acorralado por sus propios demonios, se comportaba como un adicto en rehabilitación lo haría.

Al principio pensó en encerrarse en su música pero pisar su estudio dolía. El aroma de Jimin estaba en su sofa, las memorias sobre la alfombra, su espectro girando sobre la silla donde solía divertirse como un niño pequeño.

No hubo libro capaz de secuestrar su mente y echar a volar su imaginación.

La comida no sabía a nada. Su licor tampoco.

Poco tiempo después la respuesta llegó de la boca de su padre, Moonbyul, su prometida.

Era bonita, se notaba inteligente y de cuna de oro como él. No dejaba de sorprenderle su inagotable batería, lo mucho que hablaba sin quedarse corta de palabras. Canturreaba incluso más que Jimin. Contrario a sus primeras impresiones, ella no era del tipo molesto, cada movimiento tenía gracia, era además un gran alivio que su tono de voz no fuera chillón.

TRUST ME [ Yoonmin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora