022. Blood Sweat & Lies

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Jimin mantuvo su vista fija en la puerta cerrada como si la respuesta a sus preguntas fuera a brotar de la nada en la madera o esta fuera abrirse nuevamente con otra sorpresa.

Por supuesto que nada pasó, y con su corazón incapaz de encontrar la calma o recordar el ritmo regular con que solía latir, bajó la vista a donde se encontraba la escena del crimen; junto a su mano estaba el resto de las paletas y dos grandes manchas de color rojo y púrpura diluidos entre los hilos de las sábanas. Toda la evidencia apuntó a que uno de los implicados huyó con un pretexto poco creíble.

Soltó el aire contenido en sus pulmones con lentitud y la idea recurrente diciéndole que su mejor opción para la noche era no pensar en absolutamente nada. Decidió ir entonces a la vieja habitación de su hermano. Después de todo, su cama estaba arruinada y se dijo que, al menos por esa noche larga y terrible, también se le tenía permitido huir.

Tumbado sobre la cama y con la confidencia de la oscuridad de su lado, reparó en que la ropa de cama procurada por las sirvientas por órdenes de su madre comenzaba a perder el aroma de su viejo dueño y esto le hizo doler el corazón. Imposible no declararse indefenso, solo y sin nada que lo ayudara a aferrarse a la realidad.

Si se detenía a pensarlo, tenía razones de sobra para celebrar esa noche. La primera de ellas era la organización exitosa de la fiesta, y es que dudaba que después del incidente la celebración hubiera terminado, no con Hwasa y Namjoon supervisando todo y con los cabecillas de la empresa velando porque todo fuera perfecto; su padre y el de Yoongi, por ejemplo.

La segunda era un poco más complicada y por ello no quería detenerse a pensarlo, analizarlo quizá lo pondría nervioso por mencionar una consecuencia amable, pues no sólo libró la noche sin sus guantes puestos, sino que había lidiado con la suciedad en ellas hasta llegar al hospital. Y, por último, pero no menos importante, el beso con Yoongi marcó los dos puntos en su lista que faltaban, fue todo un récord, un logro que merecía ser celebrado.

Y si era así, ¿Por qué no se sentía como una victoria?

Perdido y con un malsano hueco emocional que le absorbía por dentro como un agujero negro, se aferró a la almohada donde reposaba su mejilla y se permitió dormir con el único recuerdo que lo reconfortó en su desastre emocional; la silueta de su hermano de cuclillas junto a él, mientras le tendía una paleta de hielo de color amarillo y una sonrisa radiante en su rostro.

...

¿A qué sabía la cobardía?

La primera vez que Yoongi paladeó su sabor fue una tarde de enero de visita en la casa de campo de la hermana de su madre. Aburridos viajes en carretera que pudieron ser más divertidos con su hermano Hoseok acompañándolo, no obstante, por alguna razón que él desconocía, sus padres nunca lucieron contentos con la idea de incluirlo en sus planes pese a que él no paraba de preguntar.

No importa las veces que lo intentara, las pláticas de adultos le aburrían y la idea de jugar videojuegos con sus primos no era ni un poco más interesante que lo primero. Por suerte en esa casa en particular había un perro de enorme tamaño, su tía le había contado que la raza se llamaba "Akita" y que su primo le había insistido hasta el llanto para tenerlo, solo para dejarlo en el olvido tan pronto el cachorro tierno dejó de serlo y se convirtió en un animal de gran tamaño con pelaje café y esponjoso donde Yoongi solía hundir su rostro, reconfortado por las energías exageradas del animal y su insaciable sed de atención.

La tragedia sucedió una hora después del almuerzo en familia, el cuñado de su madre le había regalado una enorme barra de chocolate importada de un país de nombre chistoso, y tan pronto le dio la primera mordida, salió corriendo al patio para degustarlo al aire libre y en compañía del único ser grato en esa casa.

TRUST ME [ Yoonmin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora