TRUST ME [ Yoonmin ]

004. Cara a cara

Un hombre alto y musculoso baja del auto con una maleta de gimnasio colgada al hombro. Cualquiera podría pensar que se dirige a entrenar aún con su elegante traje a la medida ciñéndose a su exquisita apariencia. Y él desearía que así fuera, la verdad es que no pedía mucho. Su trabajo consiste en mantener todo en orden y bajo control, realizar sus actividades de forma impecable y puntual, y si había algo en éste mundo por lo cual Namjoon podría apostar su vida y meter las manos al fuego, es que él era el mejor haciendo su trabajo.

Y sin embargo ahí estaba, amoldando su rutina mañanera que consistía en ir al gimnasio y beber un licuado que lo mantendrá enfocado y energético para las primeras exigencias del día, y en su lugar se detiene frente a un edificio de no más de diez pisos y fachada cubierta de espejos. No encuentra ni una sola placa portadora del nombre del lugar, pero basta con echar nuevamente un vistazo a su teléfono y la luz parpadeante que se encuentra justo frente al otro punto en color azul que indica que ha llegado a la ubicación marcada en el GPS.

No está molesto, es un experto en controlar sus emociones, pero no negaría que sí está irritado por éste cambio imprevisto, como nota mental se permite añadir con letras rojas en un pizarrón imaginario "No volver a creer en las palabras de su novio"

Sí, es exagerado, pero al menos durante las primeras horas del día se dará el lujo de hacerlo. La noche anterior Jin le había colocado su mejor puchero y ojos chantajistas capaces de convencer hasta al más duro, de que necesitaba una noche junto a sus primos, una de esas donde los tres terminaban con una resaca monumental y noche de karaoke en el departamento de su novio. Si ese hubiera sido el caso, Nam no habría tenido problema con una resaca más, pero en su lugar no hubo noche de karaoke —aunque probablemente resaca sí —, y el mejor de los tres, Yoongi, se había escapado en medio de la noche con su conquista. Bendita sea la hora en que decidió colocar un rastreador en el teléfono del hijo de su jefe, de lo contrario la mañana habría sido más caótica para encontrarlo.

Al bajar del ascensor camina mientras canturrea la canción de Coldplay que momentos antes sonaba en su auto, y para cuando la puerta con un discreto 19M se interpone en su camino al final del pasillo, llama un par de veces con los nudillos pero no hay respuesta. Insiste de nuevo, dos, tres veces, nada.

Un gesto divertido se apodera de su rostro en forma de una sonrisa cerrada que alza sus pómulos y comisuras y hace desaparecer sus ojos casi por completo. Las cosas están a punto de ponerse divertidas o desagradables —depende del lado que se vea —, llena sus pulmones profundamente y finalmente abre la puerta de un tirón.

—Muuuuuuuuuuuy bien jóvenes, cubran todo aquello que no quieran que vea. —se posiciona al lado derecho de la cama donde un chico de cabellos oscuros se hace bolita automáticamente debajo de las sábanas, todo ésto ante la mirada asustada y atónita de la chica de cabellos largos y rubios a su lado. —Oh, tú debes ser Solar. Te recomiendo que te vistas y tomes un baño en tu casa porque este chico — señala al susodicho que gruñe bajo las sábanas —está a punto de ponerse de muy mal humor. Bye byeeeeee.

Namjoon canturrea, ignorando a Solar quien se pone de pie cubriendo su desnudez con las ropas de cama mientras toma sus prendas del suelo y se mete de inmediato al baño para cambiarse. Cree escucharla maldecir y a él poco podría importarle.

—Bello durmiente, es hora de despertar —de un tirón retira las blancas sábanas que lo cubrían, obligando al otro a incorporarse con un gruñido molesto y ojos cerrados. Sus cabellos enmarañados solo empeoran mientras desesperado se frota el rostro y toda la cabeza, eso sin contar el estornudo que se le escapa ahora que se ve privado del calor de las sábanas y el cuerpo de Solar, quedando solo en ropa interior.

—Piérdete, Nam ¿no tienes una esposa a la cual molestar?

—En este momento la esposa eres tú, pero quizá prefieras que quien te despierte sea tu padre de una buena bofetada si llegas tarde a la reunión.