Capítulo tres

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Reich miraba por la ventana de la habitación, había perdido la cuenta de cuanto llevaba en aquella habitación; se sentía más frío que antes y su cabello estaba ligeramente más largo, sabía que ya llevaba meses allí, más no exactamente cuánto.

La cadena que aseguraba no saliera de la habitación había sido alargada un poco, solo lo suficiente para permitirle acercarse un poco y ver por la ventana.

URSS llevaba varios días sin ir, lo último que había comido había sido una lata de atún, desde que había comido los emparedados URSS no había vuelto a llevarle comida "fresca", y si la llevaba era para que la comiera al momento, al parecer no le había hecho gracia su intento de morir intoxicado.

Suspiró mientras se estremecía y se acurrucaba más en la silla en la que estaba, colocada frente a la ventana, y se cubría aún más con el ligero cobertor que tenía, realmente hacia bastante frío, pero no tenía nada más con que cubrirse, ya ni siquiera sentía los dedos de los pies.

"Creo que hoy tampoco vendrá, ya está oscureciendo... mejor intento dormir"

Se levantó de la silla y caminó con cuidado a la cama, no se molestó siquiera en lavarse los dientes, no había comido nada en días, no tenía caso.

Se recostó haciéndose bolita en un pobre intento de generar más calor corporal, el frío empeoraba conforme anochecía.

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URSS se encontraba en su estudio, ya había acostado a todos sus hijos y se había cerciorado de que estuvieran dormidos y bien tapados, habían estado felices por los regalos de navidad; Alemania había estado incluso de mejor humor y aquello sin duda le alegró, ya llevaba siete meses cuidando de él, y el que Rusia fuera tan apegado al chico le facilitaba las cosas porque estaba pendiente de él cuando su trabajo lo consumía lo suficiente.

Escuchó la puerta de su estudio abrirse, encontrándose al alzar la vista con su inoportuna visita, Rumania; la mujer había insistido en ir para ver a Alemania y llevarle obsequios, quien se había alegrado mucho de tenerla allí y poder interactuar, así que no podía quejarse tanto.

– ¿Qué quieres? – preguntó sin dejar de ver los papeles que tenía en sus manos.

– No puedo dormir, pensé que verte hacer nada me ayudaría a dormir, ¿puedo pasar, jefe? – preguntó con voz baja y un poco burlona.

– Ya que, entra.

Rumania entró al estudio a paso ligero, cerrando la puerta tras de ella y tomando asiento frente a URSS, quien la miró detenidamente, aun se le era extraño verla con el cabello corto, jamás pensó que alguien como ella podría hacer algo así, se supone que tenía sus propias reglas y costumbres, y por su edad el cabello corto no entraba en algo "normal".

– ¿Qué tanto me ves? – preguntó la rumana.

– Sigo teniendo una sensación extraña de verte con el cabello así – comentó URSS recargándose en su silla y suspirando, sintiéndose agotado por leer y firmar documento tras documento.

– Lo mismo dicen Italia e Imperio, incluso lloraron cuando despertaron y me vieron así en el desayuno.

– ¿Por qué hiciste semejante locura?

– ¿Te suena el "nadie te tomara en serio jamás, no solo es tu apariencia, es tu edad y tu asociación con ese nazi traidor al que insistes en llamar amigo", o también te suena el haberme abandonado en tu puta base militar durante tres meses y medio? – comentó mordaz la chica, abrazándose a sí misma y estremeciéndose.

– Mentira no era, solo mira donde estas, en el lado comunista, sin parte de tu territorio y ocultando a dos criminales de guerra que si quieren pueden joderte, unos traidores – dijo el soviético con cinismo y una sonrisa burlona.

Liebe Wieden || CountryHumans NazunitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora