Capítulo veinte

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Veintiséis de abril de 1986, 1:20 a.m.

Reich dormía plácidamente entre los brazos de URSS, ambos cubiertos por las cálidas cobijas y descansando.

URSS comenzaba a tener un poco de calor, pero no quería molestar a Reich ni despertarlo, así que pensó podía aguantar, o así era hasta que un dolor insoportable comenzó a sentirse por todo su cuerpo y comenzó a gritar al tiempo que se movía en la cama para soltar al contrario, asustándolo.

– ¡URSS! – gritó aterrado el alemán despertando y viendo al mayor retorcerse e intentando quitarse su suéter de encima.

– ¡Quema!, ¡me quema! – gritaba el mayor viendo como aparecían más grietas y de estas salía un líquido negro.

Reich miraba horrorizado como aquel liquido negruzco salía del cuerpo del mayor. Saliendo del shock se levantó corriendo asustado y fue al baño por una toalla, la cual mojó en el lavamanos y se la llevó para poder limpiar a URSS por instinto.

El eslavo no podía dejar de gritar de dolor.

– Dios, ¿qué es esto? – preguntó al notar la consistencia viscosa del líquido y lo difícil que era de limpiar.

– Duele... ¡Duele! – gritaba el mayor con sufrimiento, sintiendo como se asfixiaba y que todo dentro de él ardía.

– ¡¿Qué hago?! – el alemán comenzaba a desesperarse, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas por esto.

– Llama a Rumania – la voz del comunista se oía contenida, era obvio que intentaba no gritar.

Third salió corriendo y bajó las escalera hasta el teléfono que había en la sala, lo tomó y comenzó a marcar desesperado los números, tuvo que repetirlo tres veces porque se equivocaba por los nervios.

URSS le había hecho aprenderse de memoria el numero de la rumana.

– ¿Hola? – preguntó bastante somnolienta Rumania, gruñendo.

– Rumania, necesito de tu ayuda, algo le pasa a URSS – dijo desesperado el azabache, encogiéndose cuando escuchó a URSS gritar.

– ¿Qué le pasa?, ¿por qué ese grito? – preguntó extrañada por haber oído ese grito en el fondo.

Tenía años que no lo escuchaba gritar de ese modo.

– ¡No lo sé!, se despertó gritando diciendo que le quemaba, se quitó su suéter y tenía muchas grietas de las cuales sale un líquido negro bastante viscoso, intente limpiarlo pero no podía, y ahora grita de dolor, ¡por favor ayúdame!

– Estaré allí pronto.

La mujer colgó, Reich quería gritar, él quería soluciones en ese mismo momento, no esperar a su amiga.

Sin más que hacer volvió al piso superior y corrió hacia URSS, quien se quejaba bajo, lloraba y jadeaba mientras aun salía liquido negro de sus grietas.

– Dijo que vendrá, no me dijo que hacer, voy a intentar limpiar – decía aceleradamente, tomando de nuevo la toalla y comenzando a limpiar.

– N-no... ve a mi casa y trata de averiguar si... pasó algo allí – le dijo URSS tomándole la muñeca.

– No me pueden ver.

– Solo asómate, es lo único que pido.

El alemán no quería dejar solo al eslavo, pero entendía que se preocupaba por sus hijos, eran su vida entera, él daría su vida por ellos, lo sabía perfectamente; es por eso que suspiró, tomó un abrigo grueso, unas calcetas extra y unas botas para nieve que URSS le había conseguido hacía meses.

Liebe Wieden || CountryHumans NazunitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora